A estas alturas de legislatura, ya no es una sospecha: es una certeza. El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha decidido abandonar a su suerte a miles de familias andaluzas que buscan desesperadamente una vivienda digna. Lo ha hecho por acción y por omisión, con políticas fallidas, promesas huecas y, sobre todo, una irresponsable inejecución presupuestaria que clama al cielo.
Según el último informe de ejecución presupuestaria de la Junta de Andalucía a 31 de diciembre de 2024, el Gobierno andaluz dejó sin ejecutar 348 millones de euros en políticas de vivienda, el 53% del total previsto para ese fin. Pero el dato más indignante es que más del 70% de esos fondos —309 millones— procedían del Gobierno de España. Es decir, Pedro Sánchez pone el dinero y Moreno Bonilla lo deja en un cajón. ¿Incompetencia o desinterés? Probablemente ambas cosas.
Mientras los precios del alquiler se disparan, mientras miles de jóvenes ven la emancipación como un sueño inalcanzable y mientras los ayuntamientos —como el de Málaga— claman por más inversiones en vivienda pública, Moreno Bonilla responde con inacción. La Junta de Andalucía ha demostrado ser un tapón en lugar de un motor para el acceso a la vivienda.
Hay que recordarlo: el artículo 25.2 del Estatuto de Autonomía de Andalucía establece que todos los andaluces tienen derecho a una vivienda digna y adecuada. Y el artículo 56 impone a la Junta la responsabilidad de garantizar este derecho mediante una planificación activa y eficaz. ¿Dónde está esa planificación? ¿Dónde está esa eficacia? Desde luego, no en los despachos de San Telmo.
Y el caso de Málaga es especialmente sangrante. La ciudad vive una emergencia habitacional, con precios absolutamente fuera del alcance de la mayoría, barrios expulsando población residente y un parque público de viviendas que no crece porque no se invierte. El Gobierno andaluz, lejos de actuar como aliado de los municipios, los ha dejado solos, negándose incluso a ejecutar fondos que ya tenía asignados.
En lugar de liderar un plan de choque en materia de vivienda, la Junta ha optado por la propaganda. Bonilla habla de “vivienda asequible” mientras bloquea la construcción de VPO. Habla de “colaboración institucional” mientras desprecia los recursos del Estado. Habla de “juventud y futuro” mientras le da la espalda a toda una generación que no puede permitirse vivir en su tierra.
La comparación con etapas anteriores deja en evidencia la magnitud del desastre. En 2018, con Rajoy en La Moncloa, Andalucía recibía apenas 60 millones de euros del Estado para vivienda. En 2025, con Pedro Sánchez, se destinan 288 millones. Es decir, el Ejecutivo central ha multiplicado por casi cinco la inversión. Y sin embargo, Moreno Bonilla es incapaz de gastar ese dinero. ¿Cómo se explica esto? Solo cabe una conclusión: el problema no es Madrid, el problema es Sevilla.
El modelo del PP andaluz se basa en una combinación letal de recortes, externalización y abandono de las políticas públicas. Lo vemos en sanidad, donde se han dejado sin ejecutar 389 millones para inversiones mientras se incrementa un 40% el dinero derivado a la sanidad privada. Lo vemos en educación, con 249 millones sin gastar para nuevas infraestructuras. Y lo vemos, con toda su crudeza, en vivienda, el derecho más básico tras la alimentación y la salud.
La vivienda es la gran olvidada de Moreno Bonilla. Pero lo que para él es olvido, para miles de personas es desesperación. Porque tras cada euro no ejecutado hay un proyecto que no arranca, un alquiler que no se puede pagar, una familia que no puede quedarse en su barrio. Andalucía no necesita un presidente que anuncie viviendas desde un atril, sino uno que las construya.
Y no, no basta con culpar a la burocracia ni escudarse en la gestión de los ayuntamientos. Cuando más del 70% del dinero no ejecutado en vivienda viene del Gobierno de España, el problema está claro: Moreno Bonilla no ha sabido, no ha querido o no ha podido cumplir con sus obligaciones. Ninguna de esas tres opciones es admisible.
Frente a esta parálisis, la izquierda ofrece una alternativa ambiciosa y valiente con un plan integral para la vivienda en Andalucía, con inversión directa, movilización de suelo público, colaboración real con los ayuntamientos y blindaje legal del parque de vivienda protegida.
Moreno Bonilla pasará a la historia como el presidente de los titulares vacíos y las promesas incumplidas. Un presidente que tuvo los recursos pero no el coraje. Que recibió fondos pero no los gestionó. Que se llenó la boca de “oportunidades” mientras negaba el derecho a techo a los suyos.
La incompetencia tiene consecuencias. Y en Andalucía, esa incompetencia tiene nombre y apellidos: Moreno Bonilla.
Daniel Pérez Morales es secretario de Coordinación Política Institucional PSOE-A