Parafraseando al recordado Paco Candel de 'Los otros catalanes', ellos serían algo así como 'los otros charnegos'. Unos charnegos que en realidad no lo son ni se sienten tales. Son, como tantas, una familia unida... que vota desunida. La abuela Adela no votará por la independencia ni loca : “Sería una traición a mi tierra, sería como renegar de mis raíces”. Su hijo Vicente y la mujer de éste, Mercedes, están a favor del derecho a decidir pero piensan que es más importante “cambiar el mundo” que la independencia y, además, “no pensamos caer en la trampa” de Artur Mas, recalcan. Anna y su hermana, las nietas de Adela, sueñan con construir la república catalana.Esta familia es una de tantas que forman los casi dos millones de catalanes con orígenes andaluces y que están en las estrategias electorales de todos los partidos políticos. Adela nació hace 77 años en Almería, Vicente tiene 48 años y nació al poco de que sus padres llegaran a Tarragona y Anna y Adela nieta, nacieron hace 25 y 20 años, respectivamente, en una Cataluña que en nada tenía que ver a la que se encontraron sus abuelos en plena dictadura franquista.Mercedes, que trabaja de recepcionista, ha preparado hoy fideuá con galeras, un plato típico catalán que cocina la gente sencilla los días que se visten de domingo. Adela nieta ha comido rápido para marchar al instituto. El debate político, la mención a la identidad y la relación que guarda la familia con Andalucía no tardan en aparecer.[cita alineacion="izquierda" ancho="100%"]MEMORIA DE UNA CHARNEGA[/cita]Adela, analfabeta hasta que hace pocos años su nuera la enseñara a leer y escribir, explica por qué llegó a Cataluña hace 50 años, lo mal que lo pasó en su infancia de niña pobre a la que sacaron de la escuela para ir “a hacer faenas al campo”, lo que le dolía el desprecio con el que la llamaban “charnega”, lo extraño que le parecía ver autobuses urbanos por Tarragona y lo que sufrió la última vez que fue a Almería y recordar el fusilamiento de su suegro a manos del régimen franquista, después de ser descubierto en el falso techo de su propia casa en el que estuvo dos años escondido. Su nieta la mira como si fuera la primera vez que oye lo que su abuela está contando, a su hijo los ojos se le ponen acuosos y a su nuera se le tuerce el gesto.La Andalucía que desgarra a la abuela, hasta hacerla llorar, “está muy lejos” emocionalmente para la nieta, que este domingo votará a favor de una “república catalana”, aunque aclara: “La solidaridad interautonómica no es el problema, el problema es el sistema financiero que nos está saqueando”.[cita alineacion="izquierda" ancho="100%"]LOS ERE NO TIENEN PATRIA[/cita]La comida transcurre entre el relato desgarrador de la abuela, el discurso independentista de la nieta, las idas y venidas a la cocina de Mercedes y la preocupación de Vicente, delegado sindical en una importante petroquímica de Tarragona, que tendrá que negociar un expediente de regulación empleo justo después de las elecciones: “A un trabajador de 40 años de mi empresa lo que le preocupa es que lo despidan el lunes, no que Cataluña sea independiente”, apostilla este defensor del derecho a decidir y votante de Iniciativa per Catalunya (ICV), partido al que Anna, la hija independentista, acusa de haberse “aburguesado” y de “cobarde” por no defender la independencia.“¿Por qué hay que entrar en el juego de Artur Mas para ocultar su gestión neoliberal?”, se defiende Vicente, el padre de Anna. En lo único que coinciden las tres generaciones es en criticar a Artur Mas y a su partido, Convergencia Democrática de Cataluña (CDC): “Es el partido de los recortes, de la corrupción y de la oligarquía catalana”, arenga la nieta, que combina el catalán, para hablar con sus padres, con el castellano para comunicarse con su abuela.Fernando y su mujer arremeten contra la lista de Artur Mas por “jugar sentimentalmente” con los catalanes. Mercedes se levanta de la mesa, va al mueble del televisor y saca de la estantería dos discos de LLuis Llach que le regaló su marido cuando eran novios. Llach es su ídolo musical y referente de “la Cataluña trabajadora“, ahora forma parte de la lista independentista de Junts pel Sí que conforman CDC y ERC, entre otros partidos y entidades civiles. “Nos ha estafado juntándose con Artur Mas”, dice sonriendo Mercedes.[cita alineacion="izquierda" ancho="100%"]'DISCRIMINADA POR HABLAR CATALÁN'[/cita]Haciéndose eco de la ingeniosa designación acuñada por la revista Mongolia, Anna nombra a 'Alberto Primo de Rivera', en referencia al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y el debate gira de sentido. “PP y Ciudadanos sólo producen más independentistas”, zanja Vicente, el operario petroquímico. Su hija, Anna, acusa al político de españolista, de ser un “invento de los grandes poderes económicos” y de fomentar “una guerra lingüística que en Cataluña no existía”. “Yo me he sentido discrimanda en el colegio por hablar catalán, no por hablar castellano”, rememora la joven, que iba al colegio público de su barrio de la periferia castellanoparlante de Tarragona.La nieta asegura que los partidos de la derecha española enfrentan a los hijos y nietos de inmigrantes de antes con la inmigración que llega en la actualidad. “Los brotes de xenofobia que se viven en Cataluña contra la población inmigrante hoy provienen de los nietos e hijos de los andaluces y extremeños de la emigración de la década de los 50 y 60. Les han dicho que ser español es eso, rechazar al extranjero. Es una vergüenza, hijos de obreros inmigrantes votando por PP y Ciudadanos por odio a otros trabajadores inmigrantes como ellos”, denuncia.La abuela asiente con la cabeza al discurso antirracista de su nieta, que a pesar de ser independentista dice no ser nacionalista: “Yo quiero una república catalana, solidaria, acogedora, socialmente justa y autogestionada. Lo mismo que necesitamos un comercio de proximidad, necesitamos un sistema político cercano”, sermonea Anna, licenciada en Historia, en Ciencias Políticas y en lista de espera para trabajar como docente en un instituto público.[cita alineacion="izquierda" ancho="100%"]TODAVÍA QUEDAN VOTANTES DEL PSC[/cita]Adela votará al Partido Socialista de Cataluña (PSC) “como toda la vida”. Por qué: “Porque mira más por el obrero”, afirma esta mujer que salió de Almería con su marido para ampliar las oportunidades de sus hijos. Vicente y Mercedes votarán “por las personas, por los derechos sociales, por la gente trabajadora y por la sensatez”, lo harán a Catalunya sí que es pot, la marca catalana de Podemos. Anna y su hermana, que sigue en el instituto, irán el domingo a depositar su voto a la izquierda independentista de la CUP, esperanzadas en poder construir una república catalana desobedeciendo si es preciso las leyes estatales y europeas.¿Qué pasará el lunes? “El lunes la gente seguirá perdiendo su trabajo y a mi hija no la habrán llamado aún para trabajar porque están recortando en Educación”, contesta Mercedes desde la cocina mientras prepara café para la sobremesa.Mercedes se sienta a tomar el café, se levanta de nuevo, va a su habitación y vuelve con la papeleta de voto que ya tiene preparada para depositar el domingo en la urna. Muestra orgullosa su papeleta: Catalunya sí que es pot. Y bromea con su suegra, que votará como siempre lo ha hecho a los socialistas catalanes. Le da la papeleta de voto de la coalición en la que participan Podemos, ICV, IU y EQUO a la abuela para que cambie de voto. Anna se levanta de la silla, agarra la papeleta y sale en defensa de su abuela: “¡Qué manía con decirle a la gent gran lo que tiene que votar! ¡Cómo si quiere votar al PP, déjala!”.