No tiene siglos de historia que la acompañen, pero en sus veintidós años de existencia la Universidad de Jaén ha acumulado un valioso patrimonio hasta hacerse con una colección propia de gran valor artístico. Entre esas piezas destacan, por ejemplo, uno de los pocos ejemplares que se conserva de la primera edición de la novela Pantaleón y las visitadoras de Mario Vargas Llosa, censurada por el franquismo, o el libro de cocina del pintor Salvador Dalí. Ambas joyas son propiedad de la institución académica que atesora una extraordinaria colección de fondos documentales, artísticos y culturales perteneciente a la vanguardia del arte contemporáneo del siglo XX. Esta colección comprende desde grabados, esculturas, cuadros de Picasso, Miró, Tapies, Subirats o Brotat, así como una extensa selección literaria de autores como José Hierro, Gabriel Celaya, Camilo José Cela o Mario Vargas Llosa, entre otros.El artífice de esta colección es el jurista, poeta y crítico de arte Cesáreo Rodríguez Aguilera, natural del municipio de Quesada y afincado la mayor parte de su vida en Cataluña, que tras su muerte tuvo el gesto de donar estos fondos con la intención de cederlos a una institución pública para que pudiera estar al alcance de cualquier ciudadano. Personalidad política y cultural de este país que por su activa vida social gozó del aprecio y la amistad de artistas de las primeras vanguardias artísticas que surgieron en la posguerra. Su discípulo y profesor de la UJA, José Angel Marín, es el encargado de tutelar este legado de un peso específico tanto por su cantidad como por su calidad.UN TESTIGO EXCEPCIONALLa colección es un recorrido por los movimientos culturales que se gestaron en la dictadura franquista hasta la instauración de la democracia. Es un fragmento esencial del arte contemporáneo español y es también la semblanza de un magistrado que supo "lidiar" con un régimen autoritario y opresor.Jurista de prestigio, político en el sentido más noble de la palabra (fue senador independiente por el PSUC) y un intelectual comprometido con el arte en cualquiera de sus expresiones. Un compromiso adquirido en su juventud de la mano de su paisano y amigo Rafael Zabaleta y de su relación con artistas de las generación del 27, a través del poeta cordobés Rafael Porlán. Esa inquietud cultural forma parte de la polifacética figura de Rodríguez Aguilera, que desarrolló una ingente labor profesional que supo compaginar con el trato directo con los artistas, galeristas y los movimientos intelectuales y artísticos que comenzaron a gestarse en los años 50.Fue un testigo excepcional del devenir cultural del siglo XX. Pero también fue testigo de la España más gris que se tejió tras el golpe de estado del 36. Durante su estancia en Barcelona, su adormecida conciencia política se despierta, así como sus inquietudes culturales. De la mano de Eugenio D'Ors (escritor y ensayista) y Dionisio Ridruejo (escritor y político) se adentra en un ambiente artístico y profesional.
Retrato de Cesáreo Rodríguez pintado por su amigo Picasso.

Fue bastión intelectual del colectivo "Justicia Democrática", que se convirtió en un instrumento para transformar la realidad política y social del momento; y ello sin dejar de lado su compromiso con la cultura, que le permitió tratar con la intelectualidad de la época y atesorar un fondo pictórico que desde hace trece años está depositado en el campus de Las Lagunillas de la UJA.CELA, DALÍ, PICASSO, TAPIÈS...La pequeña sala, que lleva el nombre del jurista, invita a bucear por la historia de España a través de su amistad con Cela, con quien compartió paseos por su Quesada natal; o su relación con Salvador Dalí, que le hospedó en Cadaqués; o su amistad con Picasso, plasmada en un retrato. Destaca también su apoyo a jóvenes valores de la época como Brotat, Subirats o Tapiès. Relaciones que han quedado grabadas en una exposición fotográfica instalada en la antesala del espacio expositivo de Cesáreo Rodríguez Aguilera. Pequeñas pinceladas de la vida de un mecenas del arte que a lo largo de su vida se hizo con un rico y amplio patrimonio con piezas de gran valor artístico.UN CEBO PARA EL CENSOREste patrimonio comprende ejemplares inéditos y curiosos como el libro Pantaleón y las visitadoras de Mario Vargas Llosa, con la portada prohibida por la censura franquista en el año 1973. La sobrecubierta, según relata José Ángel Marín, es una reproducción del cuadro del pintor catalán Carlos Mensa titulado Mono-desnudo. La obra es un óleo de 90 por 80 centímetros en el que, sobre fondo granate, aparece una sola figura, una mujer sensual en cuyo cuerpo, casi desnudo, sobresale el dibujo de la cara grotesca de un gorila. "El editor Carlos Barral había comentado a Mario que la mejor ilustración para la portada de un relato tan singular se la proporcionaría Cesáreo. Sin duda confiaba en el criterio plástico del jurista jiennense e incluso en que alguna de las piezas de su colección de arte contemporáneo sirviera a tal fin. Y así fue, que cenando en su casa, Vargas Llosa mostró a Cesáreo el texto manuscrito de su obra y acordaron que la ilustración idónea era este óleo de Carlos Mensa, que forma parte de su colección”, según explica José Ángel Marín. "La decisión, añade, fue acertada puesto que la pintura de Mensa hizo que el censor picara en la portada y no entrara al meollo de la novela; la censura actuó por la cubierta y la edición fue retirada, pero se salvó el contenido de la obra escrita”.De esta edición, comenta, existen muy pocos ejemplares; uno de ellos lo posee la familia Polanco, otro el periodista Juan José Armas Marcelo, tal y como recoge el también novelista en una entrevista al escritor peruano, y otro es el que posee la Fundación Rodríguez Aguilera, que puede contemplarse en la vitrina de la sala que la UJA tiene dedicada al jurista. Esta primera edición está dedicada por el propio autor “para Mercedes y Cesáreo, este libro al que ellos colaboraron con tanto cariño y que la censura saboteó. Con un fuerte abrazo. Mario Vargas Llosa”. LAS RECETAS DE DALÍOtra de las joyas de la Fundación Rodríguez Aguilera es un libro de cocina realizado en 1973 por Salvador Dalí titulado “Les Diners de Gala“, de la editorial francesa “Felicie”. La publicación, singular y llena de colores, muestra una amplia selección de ilustraciones con el sello surrealista del pintor. La obra, de la que existen muy pocos ejemplares, contiene también 55 recetas ilustradas a color, y revela la visión teatral que el artista de Cadaqués tenía por la cocina y su gran fetichismo culinario.Ambas piezas forman parte de un espacio expositivo cuyo propósito es difundir el patrimonio cultural del que fue su maestro. Difundir para conocer, para conservar y para deleitar. José Ángel Marín es partidario de dar a conocer documentos útiles para la historia del arte contemporáneo en España a través de los artistas, los críticos y las galerías.