En Izquierda Unida de Andalucía hay inquietud pero también hay expectación: hay un cierto vértigo ante los arriesgados pasos que deberá dar la federación para materializar la confluencia con Podemos pero, simultáneamente, renacen con nuevos bríos las viejas esperanzas de configurar un bloque político capaz de sustituir al Partido Socialista como fuerza hegemónica de la izquierda.

Aunque no falten los críticos –el nuevo secretario general Ernesto Alba lo es con 62% de los votos–, en el Partido Comunista de Andalucía son mayoría quienes piensan que la articulación política y electoral con Podemos es la mejor opción para llevar a cabo el ideal de transformación social que alentó la creación de Izquierda Unida a mediados de la década de los 80.

Un sueño truncado

Con la irrupción de Podemos, el sueño del ‘sorpasso’ –que llevó, por cierto, a Julio Anguita a sobrepasar imprudentemente las líneas rojas que de manera táctica prohibían un acercamiento excesivo a la derecha– ha regresado a la política española, pero para hacerse realidad se requerirá seguramente el sacrificio de IU.

Es lo que, sin decirlo explícitamente, parecen pensar los coordinadores federal y regional de la organización, Alberto Garzón y Antonio Maíllo, y ello a pesar de que los resultados electorales del 26-J estuvieron muy lejos tanto de lo que ambos esperaban como de las elevadas expectativas propagadas por prácticamente todos los sondeos.

Siglas legendarias...

Pero la cuestión más espinosa no es de naturaleza política sino más bien orgánica: ¿la confluencia acabará implicando la desaparición de IU y su absorción por Podemos? Y si ocurre eso con IU, ¿acabará sucediendo también con el PCE? Parece lo mismo pero no lo es.

El harakiri de IU podría, mal que bien, ser aceptado por la militancia; el sacrificio del PCE, mucho menos. Las de IU son al fin y al cabo siglas prácticas, operativas, funcionales; las del PCE son mucho más que eso: son siglas emocionales, legendarias.

...o no

El problema para el PCE y quienes aman el partido es que Podemos no se muestra demasiado sensible a las venerables siglas comunistas. Su secretario de Comunicación en Andalucía, Pablo Pérez Ganfornina, lo decía con bastante crudeza el lunes pasado: "No estamos por montar una nueva IU con el viejo Partido Comunista, esa no es la receta de Podemos Andalucía, sino que es un proyecto de mayorías y no una nueva IU”.

Pero si el plan no es crear una ‘nueva Izquierda Unida’, ¿cuál es exactamente el plan? Nadie contesta con claridad a esta pregunta.

Patos, gallinas y profetas

Los más recelosos temen que a IU le ocurra con Podemos lo que, según cierta fábula, le ocurrió a aquella gallina que “incubaba huevos de pato en la ingenua creencia de que eran fruto de sus amores”. 

Los líderes más confiados están dispuestos, en cambio, a arriesgarse y emular la hazaña y el sacrificio de Moisés llevando a su pueblo a una tierra prometida que a él personalmente le fue vedada. Naturalmente, llegado el caso quien haría de Moisés serían las siglas, no ellos.

IU corre el riesgo de ser a Unidos Podemos lo que Ecosocialistas de la Región de Murcia es, con todos los respetos, a IU. Simultáneamente, Podemos es a Unidos Podemos como mínimo lo que el PCE es a Izquierda Unida: del mismo modo que el PCE podía y puede seguir subsistiendo sin IU pero difícilmente subsistiría IU si el PCE volara por su cuenta, Podemos podía y puede subsistir sin Unidos Podemos pero IU difícilmente podría hacerlo después de consumar el harakiri.

Caridad y política

Las dificultades de visibilidad de IU en Unidos Podemos son un precedente que inquieta a mucha gente en la federación, y con razón: la mayor parte de los medios designan a Unidos Podemos simplemente como Podemos, y más por meras razones de economía de lenguaje que por ganas de molestar.

Lo admitía recientemente el líder morado, Pablo Iglesias, al hacerse cargo de la “injusta visibilidad” de la que se había quejado Garzón y comprometerse a compensarla siendo “muy generosos” con sus aliados. A Iglesias le honra su largueza, pero deja a IU en una posición poco honrosa al depender el futuro propio de la caridad ajena.

Encuestas y pronósticos

Una reciente encuesta de El Confidencial auguraba que en un escenario de divorcio con IU, Podemos solo retendría dos tercios del voto de Unidos Podemos: el 24,3% optaría por IU. Nunca estuvo claro a dónde diablos había ido a parar el millón de votos que IU logró en diciembre de 2015 y que pareció esfumarse en junio de 2016. Esa encuesta despejaría dicha incógnita: fueron a Unidos Podemos pero están dispuestos a volver a IU.

De ser correcto ese pronóstico, para Podemos también entrañaría riesgos un divorcio. Como los entraña ahora mismo para IU su falta de visibilidad en una sociedad donde si no te ven no existes. Los votantes de IU han dejado de verla pero se acuerdan de ella: el problema grave de verdad es que, tras un par de elecciones más, nadie se acuerde ya de ella. Por eso es importante salvaguardar en sitio seguro el tesoro llamado PCE.