Juanma Moreno hizo buenas las encuestas y volvió a salir indemne de un debate algo disparatado, con Macarena Olona rozando la comicidad y Juan Marín en un registro muy relajado. En la izquierda, Juan Espadas se vio superado por una Inmaculada Nieto que apretó al actual presidente de la Junta de Andalucía, con Teresa Rodríguez demasiado ocupada en desdecir a la candidata de Vox.

A las 10:00 h. de la mañana habían quedado los equipos de campaña de los partidos políticos en la sede de Radio Televisión Andaluza con el fin de conocer el plató y los últimos flecos del directo antes del debate de la noche. El candidato popular, Juanma Moreno, también decidió pasarse por allí acompañando a su equipo. Fue el único cabeza de lista que lo hizo. El resto se parapetaban en sus sedes preparando la refriega. En la hípica, antes de la prueba, se anda el recorrido. Hacer a pie lo que luego uno tendrá que hacer a caballo. A veces los jinetes de élite deciden no hacerlo; un exceso de confianza con el que a veces pierden la perspectiva. Hoy, Juanma Moreno, tuvo el cuidado de un alevín. La paciencia de un debutante. Imaginó el recorrido, midió, decidió cuántos trancos iba a dar su caballo entre obstáculo y obstáculo. Observó si las combinaciones estaban cuesta arriba o cuesta abajo, a favor de querencia o contra la querencia de las cuadras. Cada mínimo detalle era importante. Juanma fue el único que conoció de primera mano la pista donde iba a disputar su gran final. Pisó la hierba. Saludó a todos. Preguntó por los turnos, por los atriles, por el equipo. Lo hizo con curiosidad, no de modo inquisitorial. Cómodo. Relajado. Concentrado en lo que le esperaba en el debate decisivo. Sin confianzas pese a los sondeos. Él no tenía que preparar datos ni frases, porque ya lo tenía todo interiorizado, porque él lo ha gestionado, porque le bullía en la cabeza. Ahí, en ese recorrido a pie, es donde empezó a ganar su carrera.

Llegaron los candidatos relajados, con looks más o menos renovados, con una manifestación en la acera de enfrente por las mejoras de empleo en INFOCA y Dependencia, con numeroso comité de bienvenida. Macarena Olona en tono caldera, lejos del alivio de luto de su primer debate. Juanma Moreno y Juan Espadas con estéticas muy similares a las que llevaron el primer encuentro. El primero, serio y predecible, vestido de San Telmo; el segundo, reincidente con el aire a cantaor. Juan Marín con corbata. Inma Nieto con una blusa negra y chaqueta fucsia. Teresa Rodríguez con vaqueros, chaqueta verde y camiseta de Federico García Lorca, con diseño de la empresa sevillana Camijetas.es.  Todos en su línea, todos en los márgenes esperados.

Empezó hostil Juan Espadas. «Hasta aquí la propaganda, ahora voy a contar la verdad», sentenció en su primer minuto, tras escuchar a Juanma Moreno, muy neutral. El candidato socialista volvió a hablar de los demás y no de sí mismo. Juan Marín recordó a Javier Imbroda. Inma Nieto habló de «maltrato a los servidores públicos». Macarena Olona loó las últimas medidas aprobadas en Castilla y León, recortando a sindicatos sus presupuestos. Luego de Pedro Sánchez. Nada de Andalucía. Incombustible en el error. Teresa Rodríguez, con listeza, reivindicó Canal Sur. Arrancó el debate extrañísimo. Marín hablando, leyendo demasiado quizá, de servicios públicos, y Olona volviendo a sacar libros de texto. Esta vez el tema no era la caza, sino la masturbación. Moreno la miraba perplejo. Espadas pidió la palabra para hablar de aulas saturadas, de Isabel Díaz Ayuso y de recortes a la Universidad. Moreno negaba con la cabeza. Nieto volvió a hablar de maltrato a los trabajadores públicos. «Encontrar un pediatra es como encontrar el Santo Grial», dijo. Teresa Rodríguez buscó a Olona citando a Woody Allen. «A niños de diez años…», repetía la candidata de Vox, interrumpiendo hasta que los moderadores le llamaron la atención. La candidata de Adelante Andalucía volvió a hablar de Ayuso. «Ganaríais en credibilidad si reconocierais algunos objetivos cumplidos», dijo Moreno.

«Podemos discutir si este bolígrafo es un bolígrafo o un rotulador, pero desde luego, lo que no es, es un camión», dijo Moreno levantando su bolígrafo. «Hay datos incuestionables» era su mantra. Espadas pidió la palabra para contar casos de la calle relacionados con la Sanidad, una estrategia sólo antes vista en el Consultorio de Elena Francis. «Quieren cambiar la tarjeta sanitaria por la tarjeta de crédito», dijo el socialista. Y luego se enzarzó con Olona a cuentas de la corrupción y de la prostitución. Mordiendo el anzuelo que menos debía morder. Juan Marín, más apagado y plano que en el primer debate, habló de Educación dirigiéndose a Nieto. «Estamos hablando de chiquillos y chiquillas…», dijo la candidata de Por Andalucía. Niños hacinados, pasando calor, mareándose en clase… la izquierda le estaba dando la noche a los padres que mañana tienen que llevar a sus hijos a clase. Olona habló de tanquetas, de golpismo catalán, de miedo en Roquetas, llamó élite a Teresa. Imposible seguir el hilo de sus argumentos. Nieto terminó el bloque diciéndole a Moreno que se le estaba poniendo cara de Susana Díaz. «Usted es educado, pero no moderado, ha hecho polvo los servicios públicos», finalizó.

El segundo bloque, el de Economía, Empleo y Fiscalidad, lo abrió Macarena Olona. «Ustedes dicen lo mismo que Ana Patricia Botín», dijo. Teresa Rodríguez la escuchaba con los brazos cruzados. Nieto apeló a Yolanda Díaz para defender su ideario. Rodríguez pidió la palabra para llamar «negacionista climática» a Olona. Espadas, Moreno y Marín miraban al horizonte. «Iberdrolona», llamó Rodríguez a Olona por sus acciones en la compañía energética. Olona se defendió atacando a Kichi, su marido y alcalde de Cádiz, acusándolo de gastar dinero público en comilonas. Olona tiró de temario. Indultos a secuestradoras, el jamón de Garzón y una versión de las huelgas del metal de Cádiz sui generis. Juan Marín quiso reconducir el debate. Habló de creación de empresas y de crecimiento económico en tiempos de pandemia. «Usted no conoce esto», le dijo Marín a Macarena. «¿Ve usted el peligro de lo que tiene al lado?», le dijo Espadas a Moreno, señalando a la candidata de Vox. «Por eso voy a sacar una mayoría suficiente», le contestó.

El debate estaba partido en dos. A Moreno apenas le salpicaba el fango. Tenía su cronómetro intacto cuando el resto de candidatos parecían agotados. Aprovechó todos sus minutos para contestar con datos las interpelaciones. Autónomos, empresas, desempleo, jóvenes… «Política serena y sensata», dijo, mirando a Olona. Nieto cuestionó a Moreno sus cifras y le acusó de hacer una economía antigua. Moreno le decía que no era cierto. «Deje de esconderse», le dijo lnmaculada. «Siempre doy la cara», le contestó Juanma. Nieto parecía más implicada, más activa y más certera que en su último debate. Claramente, estaba devorando a Espadas por la izquierda. Más mordaz que el candidato de la rosa, que se mostraba romo e incómodo. Espadas, tras otra diatriba desconcertante de Olona, empezó a hablar de cultura, pero luego saltó a Pozoblanco y a la vaca para terminar hablando de fondos europeos. Marín terminó el bloque recordando a Espadas sus datos del paro como consejero responsable. Muchas ideas, mal hilvanadas, en todos los frentes. Ya daba la sensación de que los candidatos querían que el debate acabara. Olona fuera de tono, Moreno seguro y con un punto de soberbia, Espadas desaprovechando cada balón que recibía de cara a gol, Marín de menos a más, Nieto muy segura y contundente, Rodríguez descentrada con los desaires de Olona. El tercer bloque sería definitivo.

Gobernanza era el amplio campo donde porfiar en los últimos minutos del debate. Macarena le tendió la mano a Moreno, y luego, el pero: «Si sólo necesita un escaño de Vox, no va a ser presidente si Vox no está en el Gobierno». Más tarde le preguntó si quería ser su vicepresidente. Acabó pidiendo a los andaluces que dieran una patada a Pedro Sánchez en el trasero de Espadas. Un error ser tan tajante con los pactos, sin puertas a la abstención, casi empujando al voto útil a favor de Moreno. Rodríguez afeó a Feijóo que identificara a los andaluces con el humor. Olona habló entonces de la listeriosis y dijo que Moreno pidió devolver al Estado la competencia de Sanidad. «Eso es falso», contestó con severidad Juanma. «Usted no sabe lo que es gobernar», añadió. «Deje de hablar en politiqués», le dijo Olona, y le preguntó: «¿Va a ser nuestro vicepresidente cuando Vox gobierne?». «Eso que dice es un delirio», le dijo el candidato popular. Luego el debate derivó en torrijas y risotadas. Nadie entendía a Olona. Teresa y Marín bromeaban. Nieto intentó aterrizar el debate de nuevo, bastante ligero ya, al que le faltaban unas cañas. Cualquiera diría que estaba en juego el futuro de Andalucía.

Empezó la recta final con Espadas y Moreno enzarzados. «Si quiere usted, me visto de vaca, así usted me escucha mejor», le dijo Espadas. Rieron. El socialista quería que el popular se comprometiera a no pactar con Vox. Juanma no contestó. Decía que él aspiraba a escuchar a los andaluces, apelando al voto útil. Marín salió al quite cuando volvió a ser interpelado por Espadas en una de sus intervenciones menos lúcidas, por improvisada y extemporánea, pero que agitó el debate y repartió a todo el arco ideológico. Olona había agotado el tiempo tan pronto, que asistió como espectadora a casi todo el bloque, que tampoco es que fuera de relumbrón. Su último segundo lo utilizó para tender la mano dramáticamente a Moreno Bonilla. Quedó extrañísimo todo por televisión. Nieto no perdió el pulso, Marín estaba muy vivo y muy deslenguado, creíble y didáctico. Rodríguez había ido de más a menos, y cerró el debate hablando de privilegios y enchufados.

Los minutos finales tuvieron menos nervio que un disco de Michael Bolton. Sin riesgos, sin impacto, tonos suavones y mensajes para muy cafeteros. Se esperaba una mejora de Macarena Olona en el debate, pero su único cambio fue dejar de llamar Señor Bonilla a Juanma Moreno. Juan Espadas, definitivamente, no es candidato para este momento. Perdido, errático y desfondado. Juan Marín con la alegría que da jugárselo todo a estos debates, sin límites, sin contención, hasta divertido en un entorno grisáceo. Inma Nieto sí que mejoró su versión del anterior debate. Quizá la mejor de la noche. Muy directa, muy informada y muy ácida frente a Moreno. Teresa Rodríguez algo peor que en su primera noche, demasiado condicionada por los argumentos deshilachados de Olona, que terminaron lastrando también su discurso. Y Moreno Bonilla, indemne una noche más, más exigido en Canal Sur que en RTVE, con más frentes abiertos, pero tan seguro y cómodo que difícilmente cedió votos a su derecha o al centro. El voto útil será clave frente a un Vox definitivamente desnortado y un Ciudadanos que parece haber volteado las encuestas a lomos de su candidato, un político creíble que se ha hecho grande en la adversidad.