El término fue muy popular en los años 70 porque era parte del vocabulario del fútbol español de entonces. ‘Oriundo’ designaba a jugadores nacidos en América Latina cuyos antepasados eran españoles, lo cual les permitía jugar en la Liga aun cuando en muchos casos tales ascendientes fueran bastante remotos o incluso imaginarios.

Ciudadanos parece dispuesto a recuperar la figura del oriundo en las elecciones andaluzas que previsiblemente se adelantarán a finales de noviembre o principios de diciembre. El presidente y la portavoz del partido, Albert Rivera e Inés Arrimadas, tendrán una presencia muy activa en las autonómicas que la organización naranja justifica, además de por sus cargos orgánicos, por sus orígenes andaluces.

Reforzar la línea de ataque

Inés Arrimadas, de padres castellanos, nació en Jerez aunque hace años que reside en Barcelona, y la madre de Albert Rivera es de Málaga. La presencia de ambos oriundos reforzará la línea de ataque del equipo naranja, cuyo capitán Juan Marín no anda sobrado de habilidades ofensivas, aunque ha demostrado ser un eficiente organizador capaz de sacarle gran rendimiento a su pequeño grupo parlamentario de 9 escaños.

Rivera ni siquiera se ha preocupado de ocultar su idea de que las andaluzas operen como una especie de primera vuelta de las legislativas: algo así como la palanca con la que Ciudadanos quiere impulsarse para conquistar la hegemonía del centro derecha español que ahora ocupa el PP.

Tras la reunión el pasado viernes en Málaga de la ejecutiva nacional de su partido que aprobó la ruptura formal del pacto de investidura con el PSOE de Susana Díaz, Rivera declaraba sin ambages que "quien quiera gobernar en España tiene que contar con Andalucía, no se puede gobernar España dando la espalda a Andalucía, no por una cuestión política o electoral, que evidentemente ahí están los números, sino que hablo de emociones, de proyecto, de valores".

La réplica socialista

La propia presidenta de la Junta, Susana Díaz, le daba poco después una réplica que, por otra parte, el líder de Cs le había puesto bastante fácil: “Rivera tiene una carrera con el presidente del PP, Pablo Casado, y le interesan las elecciones antes o después, él sabrá, pero la decisión sobre lo que le interesa a Andalucía se va a tomar en Andalucía”.

En el mismo sentido –pero con una vuelta más de tuerca– se pronunciaba este lunes el número dos del PSOE-A, Juan Cornejo, en su habitual rueda de prensa semanal: “Ciudadanos está en una derechización galopante y con una dependencia total de la dirección nacional, por eso han roto, y que me mareen más”.

No obstante esas diferencias entre PSOE y Ciudadanos, es muy probable que si ambos vuelven a sumar mayoría tras las elecciones haya gobierno de coalición con Díaz de presidenta y Marín de vicepresidente, siempre, eso sí, que Cs y PP no sumen entre los dos su propia mayoría, en cuyo caso tampoco nadie duda de que desbancarían al PSOE. Las encuestas dan como segura la primera suma, pero no la segunda.

Un electorado poco autonomista

En principio, no parece que al electorado andaluz de Ciudadanos, presumiblemente poco o nada autonomista, le preocupe demasiado el indisimulado centralismo orgánico de Albert Rivera, convencido de que el conflicto de Cataluña y el liderazgo por Ciudadanos del bloque constitucionalista pueden darle muchos votos en Andalucía.

Sin embargo, no es probable que a ese mismo electorado le agrade escuchar –y lo va a escuchar mucho en esta campaña– que para su partido preferido Andalucía tiene un carácter meramente instrumental cuya importancia, en el mejor de los casos, residiría en su contribución a la conquista del Gobierno de España.