Una semana después de adoptarlas, el Gobierno andaluz tiene previsto esta tarde endurecer las restricciones en materia de movilidad y actividad económica no esencial, tras constatarse un incremento exponencial de los contagios por el Covid-19.

El presidente pidió ayer a los ciudadanos autoconfinarse y "no convertir sus casas particulares en minirrestaurantes” donde reunirse con amigos y familiares no convivientes. En parecidos términos se expresaba el vicepresidente Juan Marín: “No hace falta que nadie nos confine, podemos autoconfinarnos”.

Al igual que hicieron los presidentes autonómicos de Murcia, Castilla y León o Asturias, el andaluz también sugirió al Gobierno de España que modifique el estado de alarma para permitirles decretar ellos mismos el confinamiento domiciliario que ahora les está vedado.

Bares y personas

Aunque las nuevas medidas se conocerán esta tarde, Moreno no mencionó el cierre total o parcial de las hostelería, foco inequívoco de contagios pero sostén también de decenas de miles de empleos en trance de desaparición y de pequeñas empresas amenazadas de quiebra.

Hoy mismo, Marín volvía a ejercer de ariete antisocialista pidiendo al Gobierno central que deje que las autonomías decidir sus propios confinamientos. "Que nos dejen hacerlo en Andalucía, estamos dispuestos a asumir ese desgaste. Lo razonable sería contar con una norma y un plan nacional, pero eso no se va a producir. No hay ningún plan”.

Es cierto que Andalucía, como el resto de comunidades, no puede decidir el confinamiento domiciliario de las personas, pero sí muchas otras medidas que podría tomar y no ha tomado en esta tercera ola, como la clausura perimetral de los municipios, las restricciones de la actividad comercial o el cierre de bares y restaurantes.

Decidir, dudar, disimular

Imposible que la política no haga política. Imposible que, aun en las situaciones más comprometidas, en toda decisión política no haya una cierta dosis de cálculo partidista. Como la valentía en los soldados, el partidismo en los políticos se da –resignadamente– por supuesto. Y al igual que los soldados procuran disimular su cobardía, los políticos procuran disimular su partidismo.

La lucha contra la pandemia es una muestra más de ello, ya se trate de suspender unas elecciones, restringir la actividad económica o recortar drásticamente la movilidad.

Además de estar, por responsabilidad y por prudencia, obligados a buscar el equilibrio imposible entre economía y salud, los líderes políticos también tienen que mirar por lo suyo: y lo suyo es incomodar lo menos posible a la población para que ésta no llegue a enfadarse tanto como para retirarles su confianza.

'No me siento las piernas'

El presidente Juan Manuel Moreno quiere ir con pies de plomo, cuidándose de decretar medidas que más tarde se vea obligado a anular por la presión de los colectivos afectados. De hecho, ya le ha sucedido en dos ocasiones, ambas en relación con la hostelería.

La primera fue el 10 de noviembre pasado, cuando decretó una serie de restricciones y tres días después rectificó para permitir a los establecimientos de hostelería y restauración continuar su actividad hasta las 23:30 horas para el servicio de entrega a domicilio y hasta las 22:30 como hora límite para realizar pedidos.

La segunda rectificación tuvo lugar un mes después y dejó en evidencia al presidente: el 10 de diciembre la Junta ordenaba el cierre de toda la hostelería entre las 18 y las 20 horas y, tras pedir el sector la dimisión de Moreno, a este le temblaron las piernas y suprimió ese paréntesis de dos horas, permitiendo a bares y restaurantes permanecer abiertos de forma ininterrumpida hasta las 22:30 horas.

Oficialmente, solo podían hacerlo a condición de no servir alcohol de seis a ocho de la tarde, pero el sector se dio por satisfecho pues restauradores, autoridades y clientes sabían que controlar dicha limitación iba a ser imposible.

¿Tú también, Simón?

También el Gobierno de España procura ir con pies de plomo. El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, dijo ayer que por ahora “el confinamiento domiciliario no parece necesario”.  

Este fue su argumento: “Durante la segunda ola se aplicaron medidas muy restrictivas que pusieron a la población en una situación similar a la del confinamiento, el efecto es similar aunque no tenga el nombre de confinamiento. Esta medida –añadía– se tiene que aplicar por un motivo concreto y mientras se puedan aplicar otras que reduzcan el riesgo de transmitir los contagios, lo haremos”.

La opinión de Simón contrasta con la de médicos, epidemiólogos y expertos en salud pública, que en general consideran que el confinamiento es la medida más efectiva. A título individual o encuadrados en instituciones profesionales o gubernamentales, así lo han planteado médicos y especialistas de comunidades como Murcia, Castilla y León, Valencia o Andalucía.

Por lo demás, el portavoz científico justificó la tibieza de las restricciones navideñas diciendo que, fuera lo que fuera lo que hubiera decidido el Gobierno, los ciudadanos no le habrían hecho caso: "Todos somos conscientes que en Navidades, se recomendara lo que se recomendara, siento decirlo, lo pasamos mejor de lo que deberíamos haberlo pasado".

"Solo cabe confinar"

En esta última, el presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos, Antonio Aguado Nuñez-Cornejo, declaraba ayer en una entrevista a Europa Press: “Los médicos creemos que el confinamiento va a ser inevitable, puede ser la única manera de parar el aumento tan impresionante de casos. Honradamente y médicamente, el confinamiento de la población se tendrá que aplicar, ya sea a petición del Gobierno andaluz o de otras comunidades autónomas”.

Seguramente, el doctor Aguado y sus colegas de Murcia o Castilla tienen razón, pero, honradamente, juegan con ventaja: ellos están obligados a velar por la salud, pero solo por la salud. No tienen que velar también por la economía. Ni por la popularidad.