Cuando lo vio no lo dudó un segundo: “¡es un cocodrilo, al fin!”, la magia de la arqueología terminó por confirmar las sospechas del Dr. Bienvenido Martínez Navarro. Tras años de trabajo, un equipo multidisciplinar de arqueología acaba de dar con los restos del que fue el último gran cocodrilo de Europa, que se extinguió hace 4,5 millones de años.

El investigador del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social, el IPHES, trabaja en el yacimiento Baza-1, en el norte de la provincia de Granada, pero ya tenía experiencia en grandes anfibios por su trabajo en yacimientos africanos. El hallazgo del inconfundible colmillo de un gran anfibio, emparentado con el actual cocodrilo del Nilo, confirma al yacimiento como el de “mayor riqueza paleontológica de Europa”.

Lo revolucionario no radica solo en el descubrimiento de un cocodrilo africano en el Geoparque de Granada, que es desde 2020 Geoparque Mundial de la UNESCO. Lo relevante del yacimiento Baza es que ofrece una visión sin igual de nuestro pasado. Un excelente estado de conservación permite al equipo acceder a “un ecosistema completo de fauna y flora como nunca antes habíamos visto”, detalla a El Plural Bienvenido Martínez Navarro.

Aunque descubierto en 1996, el yacimiento no comenzó a ser investigado hasta los 2000. Durante este tiempo, se han recuperado más de 2.000 fósiles en una superficie no superior a los 30 metros cuadrados. “Hemos multiplicado el patrimonio paleontológico a un ritmo increíble y aún quedan miles de metros por explorar, para las generaciones futuras se abre un horizonte apasionante”, reflexiona Martínez Navarro.

En la última campaña de investigación, además del hallazgo del colmillo de cocodrilo, se han recuperado más de 500 fósiles de grandes mamíferos, sobre todo mastodontes. De este grupo, llama la atención de los expertos el hecho de que hayan aparecido dos tipos de especies de elefantes cohabitando (Anancus arvernensis.). “Que coexistan implica un ecosistema enormemente rico”, junto a la macrofauna hay muchos más mamíferos medianos y una infinidad de microvertebrados.

Un oasis de prosperidad

Las conclusiones del trabajo del IPHES confirman que la Hoya de Baza era un entorno próspero y vibrante, con extensos bosques tropicales y subtropicales, pluviometría enorme y, también, extensas praderas vegetales en las que correteaban especies equinas.

El colmillo del cocodrilo destaca como la punta del iceberg por ser una especia cuya existencia no se había confirmado hasta esa altura del plioceno (4,5 millones de años) en esta parte de Europa, al otro lado del Mediterráneo. Pero hay mucho más en los escasos 30 metros de investigación acometidos.

Destacan, como decimos, los grandes mamíferos -mastodontes- pero también rinocerontes, dos especies de caballos de tres dedos llamados hippariones, bóvidos de todos los tamaños, ciervos gigantes y pequeños, restos de oso carnívoro, de cerdos y también roedores, conejos, musarañas y abundantes restos de vértebras y espinas de peces.

Los restos que completan el retrato de familia de este ecosistema y paleoambiente del Plioceno son los abundantes retos de restos de madera y huellas vegetales, “tenemos fauna y flora como nunca antes y en uno de los momentos más singulares del desarrollo del planeta”.

¿Qué hace un cocodrilo como tú en un lugar como este?

La foto evolutiva de hace 4,5 millones de años que nos ofrece Baza-1 tiene especial trascendencia. Junto al de Orce, el de Baza es un yacimiento que se posiciona a las orillas del que fue primero un enorme brazo de mar interior del Mediterráneo que, con la evolución, se convirtió en un lago cerrado alimentado por la lluvia y abundantes aguas termales.

El movimiento de la falla de Baza, a través de numerosos terremotos, reconfiguró la masa de agua, a orillas de los que aún hoy es la Hoya de Baza y Guadix. Pero el gran cambio de la era llegó con la Crisis de Salinidad del Messiniense, hace poco más de 6 millones de años, que implicó la práctica desaparición del Mediterráneo. “Entonces, una especia de cocodrilo podía transitar perfectamente desde el norte de África hasta aquí”, explica Martínez Navarro desde Granada.

Con la apertura del estrecho de Gibraltar hace 3,5 millones de años, el Mediterráneo se reconfiguró y aisló a las especies animales de la Península Ibérica de las originarias de África, por eso "muy probablemente se trata del último cocodrilo de Europa", dice el investigador.

El hecho de que la evolución del planeta provocara migraciones primero y posteriores extinciones nos invita a reflexionar sobre nuestro actual momento, en busca a conclusiones que den respuesta a las urgencias que nos provoca el cambio climático que la acción del hombre ha acelerado recientemente, en escala del tiempo geológica y evolutiva.

“Entender los procesos de adaptación a los cambios de su entorno que protagonizó otra fauna y flora antes que nosotros debe ayudarnos a tener respuestas comparativas", valora esperanzado el codirector de la excavación.

Apenas se ha investigado una ínfima área del yacimiento. Pero además, ese espacio explorado de 30 metros parece contener un segundo yacimiento en su interior, a tenor de los resultados iniciales de una nueva excavación en el mismo lugar, separada por cuatro metros de nivel. Por ahora, hay indicios de que estaríamos ante un nuevo yacimiento más temprano. Baza deberá seguir ofreciendo respuestas científicas inscritas en nuestro planeta hace millones de años, a las actuales necesidades.