Por primera vez en muchos meses el frustrado viaje orgánico de Susana Díaz a Madrid no mereció el interés de los portavoces de la oposición en la sesión de control a la presidenta. Prácticamente no hubo alusión directa alguna la hasta ahora recurrente matraca de la ‘guerra civil’ que durante tantos meses ocupó al socialismo. Fueron los asuntos propiamente internos de la política andaluza los que acapararon la atención de la Cámara, aunque uno de esos asuntos internos fuera, naturalmente, Cataluña.

Un cabestrillo a juego

El cruce de espadas entre Susana Díaz (PSOE) y Teresa Rodríguez (Podemos) a propósito del debate territorial fue lo más interesante de la sesión de control, aunque decir lo más interesante no significa decir lo más sabroso. Ni lo más divertido.

Ni siquiera lo más entretenido, que ocurrió más bien en el turno del tenaz presidente y flamante exsenador del Partido Popular, Juanma Moreno, quien se interesó mucho por el funcionamiento de la sanidad pública coincidiendo, muy oportunamente por cierto, con un brazo lesionado que el líder conservador exhibió impecablemente inmovilizado en un cabestrillo –entre azul índigo y azul cobalto– a juego con la americana de lanita fresca tipo bléiser.

La derecha siempre ha cuidado mucho su aspecto y Juanma no le va a la zaga: siempre va como un pincel. Más uno y más de dos diputados de las bancadas de la izquierda –y no digamos de la prensa– deberían imitarlo un poco de vez en cuando.

Banderas como escobas

Antonio Maíllo (IULV-CA) y Teresa Rodríguez volvieron a coincidir en algunas de sus preferencias a la hora de preguntar. Además de hacerlo con la fiscalidad autonómica y los ‘regalos’ al Ibex35, ambos intentaron acorralar a la presidenta a propósito de su querencia por la unidad –“lleva usted dos años enteros envuelta en la bandera de España”, le espetó maliciosamente Maíllo–, pero en ese terreno Díaz se mueve con un desahogo que siempre ha sido muy valorado en Sevilla o Madrid pero mucho menos en Barcelona o Vitoria. No se puede contentar a todos.

Maíllo y Rodríguez le dijeron a Díaz que el PSOE se ha pasado 40 años dando la espalda al espíritu de las manifestaciones autonomistas del 4 de diciembre de 1977 y que ahora le habían entrado las prisas para encabezarlo. ‘El verdadero 4D somos nosotros,’ venían a decirle ambos.

Rodríguez hizo una intervención uniformemente acelerada aunque sin llegar a trabarse: empezó despacio aludiendo al “papel periférico de Andalucía” por culpa del PSOE, tomó carrerilla cuando se refirió a los “tres candados del 78: la cruz, la corona y la unidad” y definitivamente se embaló al hablar de la bandera andaluza, que Rodríguez dice haber “amarrado a palos de escoba para sacarla a la calle”.

Preguntas comprometidas

No se arredró Díaz. Es lo último que se le ocurriría. Lo primero que hizo fue aprovechar el desliz cometido por Rodríguez al atribuirle erróneamente la frase de que el “4D había sido contra Cataluña”, para luego lanzarse al degüello de la gaditana: “Yo creo en la unidad de España y la defiendo, como defiendo un modelo de Estado en el que decidamos todos y no solo una parte. ¿Defiende usted que la soberanía reside en el pueblo español? ¿Defiende usted el artículo 1 de la Constitución?”.

Para Podemos en general y para la líder de la corriente Anticapitalistas en particular es comprometido contestar con claridad a esas preguntas. De hecho, por eso la presidenta se las hacía. Rodríguez –no es la primera vez que le pasa– estuvo en su réplica bastante más floja que en su intervención inicial. Se limitó a una poco convincente faena de aliño que Díaz, con el reglamento a su favor, aprovechó para rematar lo que había empezado: “¿Defiende usted el referéndum soberanista? ¿Defiende la desobediencia a las leyes que está en el programa no de Podemos pero sí de Anticapitalistas?”.

‘Sanidadyeducación’

Por lo demás, en el cruce de reproches entre Susana Díaz y Juanma Moreno llegaron a saltar algunas chispas, aunque no tantas como para prender fuego a la Cámara. El líder del PP comenzó elogiando la posición de Díaz y su partido en la “defensa del Estado de derecho y la convivencia” para entrar de inmediato en materia.

Y la materia era la ‘sanidadyeducación’, que para el PP vienen a ser una y la misma cosa pues ambas son para la formación conservadora un desastre que no para de dejar víctimas en el camino, ya sea una joven de nombre Rocío Cortés atrapada mortalmente en el ascensor de un hospital público, ya unos escolares obligados a comer de Burger King por la baja laboral de la cocinera de su colegio.

La última y justificada queja de Moreno no tuvo, en cambio, respuesta de la presidenta pero debiera haberla tenido: “Le pregunto: ¿por qué no nos han permitido a los diputados del PP visitar los centros sanitarios y educativos como hemos pedido en tiempo y forma? Por favor, déjennos trabajar”.

Trabajar cansa

Fue escuchar Díaz la palabra ‘trabajar’ en boca de Moreno y allá que decidió entrar con todo: “¿Habla de trabajar? Pues le digo que en el caso de algunos no se nota cuando trabajan y cuando están de vacaciones, porque aportan lo mismo” (risas zumbonas entre la parroquia socialista).

Moreno insistió en sus críticas al funcionamiento de los servicios públicos y le afeó a la presidenta (rumores de aprobación en la bancada popular) no haber acompañado en su desgracia a la familia de Rocío Cortés, una alusión que enfadó bastante/mucho/muchísimo a Díaz: “Solo habla de los servicios públicos para desprestigiarlos. Lo que usted hace, intentando sacar tajada del dolor de las familias, se llama carroñerismo político”. Aun así, le deseó que se curara cuanto antes de su brazo.