Hace un mes, con motivo del final una de sus últimas paradas en Sevilla, charlamos desde ELPLURAL.COM con uno de los integrantes del equipo español que a través de Altrán ha tenido un papel importante en la hazaña. Precisamente hablaba de lo destacado de un acontecimiento como éste para el futuro. 

El Solar Impulse II descansa desde hace poco más de un día en los angares del aeropuerto de Al Batin, en Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos. Es el descanso de un guerrero muy especial, el primer avión no contaminante, movido por energía solar, que consigue dar la vuelta al mundo. A pesar de que la parte más conservadora de la clase política, en contra de la opinión de los científicos e investigadores y de las propias evidencias, en más de una ocasión han puesto en entredicho el cambio climático, la hazaña del Solar Impulse II y de todo su equipo es fundamental, hasta el punto de que la Unión Europea también ha felicitado a sus protagonistas por lo que su trabajo puede suponer de cara al futuro.

Los protagonistas

El papel principal lo han desempeñado los pilotos Bertrand Piccard (el encargado de la última etapa de El Cairo a Abu Dabi) y André Borschberg. Ambos suizos porque en el país helvético se gestó una idea que se se puso en marcha en el mismo aeródromo donde estaba la meta, el pasado 9 de marzo de 2015.

Precisamente Piccard, ya en tierra, subrayó el hito que supone para la energía el hecho de haber culminado la vuelta al mundo con el Solar Impulse II. "Hay suficiente tecnología y soluciones, y no debemos aceptar un mundo contaminado: tenemos que ir más allá, el futuro es limpio".

En total, el aparato solar precisó, para cubrir su hazaña, 505 días en total de los cuales 23 completos se dedicaron sólo al vuelo -558 horas y 6 minutos exactamente- para superar su periplo de 43.041 kilómetros de distancia, dividido en 17 etapas.

El futuro

El propio Piccard se mostró convencido de que "dentro de 10 años veremos aviones eléctricos que transportarán 50 pasajeros en vuelos cortos y de media distancia", calificando las energías limpias como alternativa de futuro en los medios de transporte aéreos.

El Solar Impulse II ha volado sobre Asia, el océano Pacífico, Estados Unidos, el océano Atlántico, el Mediterráneo, el norte de África y Oriente Medio gracias a las más de 17.000 células fotovoltaicas que incorpora, y a la fibra de carbono con la que está construido y que hace que su peso sea similar al de un automóvil familiar pero con una envergadura alar mayor que la del Boeing 747.

Ahora sólo queda que la sociedad global sea capaz de situar este hito en el lugar que le corresponde para, a continuación, concienciarse acerca de la necesidad de proteger nuestro planeta, también con gestos cotidianos.