Si bien realizar el cálculo exacto resulta complejo, según estudios realizados por Prevensis, una empresa especializada en el análisis del comportamiento de los conductores, alrededor de un 17% de los accidentes de tráfico pueden deberse a temperaturas a excesivas.

Cuando la temperatura de un vehículo alcanza los 30ºC, algo que ocurre con frecuencia en esta época del año en buena parte del territorio nacional, aumenta en un 20% el riesgo de cometer errores durante la conducción, y en un 22% el tiempo de reacción.  

Esto se debe a la sensación de “aturdimiento” que nos genera el calor, explica a ELPLURAL.COM el doctor Javier Salguero, Jefe de la Unidad de Tráficos de la Fundación Jiménez Díaz y del Hospital Quirónsalud de Marbella.  

Las temperaturas altas afectan a nuestras capacidades y comportamiento, ya que produce en el organismo toda una serie de cambios. Actúan sobre “el sistema nervioso central y, además, tienen también un efecto vasodilatador”, añade este especialista.  “El calor produce, incluso, una reacción hormonal que genera un trastorno en los vasos sanguíneos”.

El exceso de temperatura que captamos en nuestra superficie corporal y que se transmite al hipotálamo, causa en el conductor “esa sensación de fatiga, cansancio y somnolencia”, que acaba por mermar nuestra capacidad de concentración y atención, de la misma manera que reduce los tiempos de reacción.

“Una temperatura en el interior del coche de entre 35 y 40 grados centígrados es igual de peligrosa que haber bebido cinco cervezas”, indica este médico. El conductor deja de percibir entre el 15 y el 20% de las señales de tráfico y sus errores se incrementan hasta en un 35%.

Programar el viaje

La mejor manera de evitar los efectos que el calor pueda tener sobre nuestra conducción es “programar el viaje”, sobre todo si se trata de “recorrido medios y largos”, subraya el doctor Salguero. 

Lo recomendable es que la temperatura del vehículo esté entre los 21 y los 24 grados, “que es la temperatura a la que el organismo está más cómodo”, recalca este especialista de la Fundación Jiménez Díaz. “Debemos evitar las horas de más calor, por lo que es preferible viajar a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, pero siempre con luz diurna".

Del mismo modo, es importante “utilizar ropa transpirable, hacer paradas durante el recorrido y estar bien hidratado”. 

Preparar el vehículo

Para tener el habitáculo en las mejores condiciones posibles, antes de entrar en el vehículo es conveniente “bajar las ventanillas y encender el aire acondicionado”, incluso para trayectos cortos.

Estudios recientes demuestran, además, que las temperaturas elevadas hacen que se desprendan de los plásticos del vehículo, “e incluso de restos de productos de limpieza que se hayan podido utilizar en él, una serie de gases que, inhalados, pueden causar alguna afección”.

Los propios sistemas de aire acondicionado emiten al ponerse en marcha efluvios que conviene “dejar circular antes de introducirnos en el coche”.

Siempre que sea posible, debemos estacionar el vehículo en zonas de sombra, aunque esto no es garantía de que no alcance temperaturas excesivas. El uso de parasoles también permite disminuir el calor dentro del coche.

Cuidado con los niños

No debemos nunca permanecer dentro de un vehículo en el que la temperatura interior es demasiado alta, y especial cuidado hay que tener con los niños, cuyo riesgo de sufrir un golpe de calor es mayor.

Sobre el efecto que esto tiene en el organismo se hizo un estudio, recuerda el doctor Salguero, “con un jugador de fútbol americano”. Se trataba de comprobar cuánto tiempo aguantaba dentro del coche y “fue muy poco, a pesar de sus condiciones físicas”.