Empieza la cuenta atrás. Apenas quedan tres días para el fin de semana. Comienzas a aprovechar los ratos libres para buscar información y empaparte de la actualidad. Tomas notas para leer en el metro. Sabes que el domingo, sonriente tras la paella, estará esperándote ataviado con un chándal del Madrid el oráculo familiar, el conocedor de dónde se esconde el santo grial, el tertualiano más 'duro' de la región, el 'gran filósofo' de la sabiduría popular: tu cuñado.

Antaño, en la era antes de Twitter, el cuñado era sencillamente el hermano de tu pareja. O un señor al que reclamaba contínuamente un tipo con dos dientes que se reía raro. Fue a través de esta red de microblogging cuando descubrimos que no eran seres humanos al uso, sino una especie que había evolucionado por su cuenta y que haría las delicias de Darwin: el Cuñadus magnificus. Quién sabe, quizás hayan heredado del neandertal mucho más que el resto de los mortales. 

Él ya sabía antes que tú que iba a ganar el Madrid, el secreto de las preferentes e incluso el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. A pesar de tener un móvil de última generación, te sigue respondiendo al teléfono diciendo "digamelón" con el fin de contarte que está "dabuten". Se lo soportas porque en Navidad encuentra gambas a 3 € el kilo y porque todos los años te 'enseña' a limpiar los centollos. E incluso si eres andaluz, tendrás el 'honor' de que te enseñe a pescar. Además, sabe cómo aparcar antes que tú, hacer cualquier chapuza y quedar mejor que nadie con tu suegra.

Y en cuanto a cómo va el país... en este punto mejor no entrar en debate. Es el 'mejor' en política y economía. Sabría resolver los nacionalismos y el déficit en menos de media hora. Además, según su punto de vista, algunos partidos de reciente creación tienen planificado llegar al poder para implantar el comunismo, son ETA. O Venezuela. Ríndete, ante el cuñado, lo mejor es claudicar.

¿Pertenece Rivera a la especie de Cuñados magnificus?

Que me disculpen todos los encantadores cuñados de España, pero si tuviese que añadirse una imagen a cada término del diccionario, nadie podría quitarle a Rivera ser la estrella de la "C" de 'cuñado'. Al menos en esta nueva acepción ideada por las redes sociales. Veamos porqué.

Para ser un buen cuñado, lo primero que hay que tener es cierto bagaje en los temas punteros que se hablan en la sociedad (algo que se le presupone a Rivera). Lo segundo, observar la posición que adopta la izquierda progresista sobre esos temas y situarse en el lado contrario. Casi a la derecha de Rajoy, pero manteniendo la distancia de seguridad para no pasar la "franja de facha". El cuñado tampoco quiere que le tomen por un comunista. O un venezolano. Él en todo caso les facilitaría ayuda y lloraría las desgracias muy fuerte para que todos viésemos lo horrible que puede ser vivir al estilo boliviariano si nos gobierna un hombre pegado a una coleta. Al fin y al cabo la mayoría de nuestro país es conservadora, así que nunca será tan loser de apostar por el caballo perdedor. Una vez alcanzado este punto, y básandose en legendarios y arcaicos argumentos maniqueos, populistas, emocionales y con cierto olor a naftalina, defenderá su opinión en un duelo dialéctico en el que su lengua se convertirá en una afilada espada al estilo duelo en Monkey Island (pero de menor riqueza lingüística, claro).

Y ten cuidado, porque el cuñado nunca acepta las críticas. Si es necesario encontrará hábilmente una teoría de lo más coherente que haría dudar al más sabio y que te hará perder tiempo en documentarte para poder rebatirle. Y si no la encuentra tiene un plan B: no cogerte el teléfono, lo que viene a ser el equivalente de cerrar los comentarios en tu canal de YouTube para evitar réplicas. O de decir que "la vida no acaba a las seis de la tarde" cuando llevas en tu programa la conciliación laboral y familiar como uno de los platos fuertes. Bravo.

Otra cosa en común que tiene Rivera con los cuñados es que pretenden explicar cosas que ni ellos mismos entienden. Véase cuando intentó explicar el contrato único o aclarar cuál era su posición real con Siria. En esta situación tan frustrante, se ponen de los nervios y empiezan a hablar con tanta rapidez que es imposible seguirles el hilo. Dada su inteligencia, estamos seguros que es una estrategia para jugar al despiste y que nadie escuche la cantidad de incoherencias que pueden llegar a decir por segundo.

No es la primera vez que a Albert le acusan de ostentar este cargo. El pasado mes de abril Pablo Iglesias criticó su 'cuñadismo' por alinearse con la derecha de este país para bombar Siria tras los atentados de París. Según sus propias palabras, "el cuñadismo lo mismo sirve para vender preferentes que para intervenir en una tribuna: muletillas, lugares comunes, perogrullos y tópicos rancios"

Además se da un hecho de lo más curioso. En una encuesta realizada a los cuñados que rodean a esta redacción, hemos concluído (a nuestro pesar) que la mayoría van a votar al líder de la formación naranja, "ya que no es tan extremista como los demás". Esto convierte a Rivera en Gru y a los cuñados en minions que adoran a su villano favorito.

Por ello, no es que Rivera sea el cuñado de España. Rivera es el líder, el cargo máximo, el gran emperador de todos los Cuñados magnificus. Dentro de todo, hay una buena noticia: ya sabes qué decirle el domingo al hombre que te espera tras la paella.