La relación del director de La Razón, Francisco Marhuenda, con Jorge Fernández Díaz, se extiende hasta el inicio de los tiempos. Bueno, quizás no tanto, pero sí que es larga y dilatada y, en parte, explica por qué el ministro del Interior le ha convertido en comisario honorario. Pero existen otros vínculos menos conocidos y más, digamos, pintorecos entre estos dos prohombres de la derecha española.

Uno de esos vínculos, como desveló hace justo un año Sergio Colado en ELPLURAL.COM, es la pertenencia de ambos a la Sacra y Militar Orden Constantiniana de San Jorge, un movimiento de caballería de origen medieval y católico con un objetivo declarado: "La glorificación de la Cruz, la difusión de la Fe y la defensa de la Santa Madre Iglesia".

Aunque más que componentes de una Orden religiosa, sus miembros parecen Mosqueteros. No sólo por las vestimentas que lucen, sino por aquello de "uno para todos y todos para uno", porque los casos de ayuda mutua son múltiples y variados. Ahora toca el nombramiento de Marhuenda como comisario honorífico, pero antes, y en dirección contraria, fue la compra absoluta de La Razón de discursos del ministro vinculando al yihadismo con el independentismo. O el apoyo descarado del periódico al ministro y al director de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, en el triste incidente del Tarajal, en Ceuta, donde varios inmigrantes murieron tras los disparos de pelotas de goma de los agentes del cuerpo armado.

Y es que Fernández de Mesa también pertenece a esta orden religiosa, al igual que el actual alcalde de Boadilla del Monte (Madrid), Antonio González Terol, a quien Marhuenda también ha defendido hasta más allá de lo lógico. De hecho, el coordinador de los servicios jurídicos de este ayuntamiento madrileño, Jesús Martín Vázquez, defendió a un teniente y un sargento implicados en el episodio del Tarajal. El círculo se cierra.

Otros miembros de esta Orden Constantiniana son Carlos de Borbón-Dos Sicilias, que ejerce de Gran Maestre, y el cardenal Castrillón, Gran Prior de la Orden, ambos famosos por otros hechos. El primero de ellos, familiar de Juan Carlos I, fue consejero independiente de Viajes Marsans, pero cuando la Justicia le llamó como testigo, alegó tener una “enfermedad degenerativa” que le provocaba “lagunas en su memoria y en el habla”. Por su parte, el cardenal Castrillón, además de por minizar el Holocausto, saltó a la fama cuando se publicó una carta suya en la que felicitaba a un obispo francés por ocultar un caso de pederastia, por ser el “modelo de un padre que no entrega a sus hijos”.