Hay una anécdota que explica el origen de todo lo que se cuenta aquí. Una historia desconocida en la calle, pero confirmada por varias fuentes. Un hecho que revela ‘los genes’ en una forma de actuación. Viajemos a 1996. Al momento en el que después de 14 años de gobierno socialista, se produce el relevo con la llegada del primer gobierno del PP.

Un prólogo para entender la historia 
Los encargados de realizar ese relevo son por un lado quien era el saliente ministro de la Presidencia y portavoz, Alfredo Pérez Rubalcaba, y por otro, el secretario general del PP, que además se anuncia como vicepresidente y ministro entrante de la Presidencia, Francisco Álvarez Cascos. En un momento determinado, el entrante viene a preguntar al saliente por el sueldo de los ministros. El saliente se muestra extrañado, su sueldo es público, está en el BOE. El otro se explica: no se refiere a lo oficial, sino al sueldo real, a cómo y cuánto se pagaba en pluses...

Rubalcaba mira perplejo a su interlocutor: eso es ilegal. Cascos, aún más perplejo, confiesa que él con ese sueldo oficial no tiene ni para pagar a su secretaria.

Esta anécdota explica lo que muchos años después descubriríamos por ‘culpa’ de la Gürtel: que el PP tenía en su genética el concepto del sobresueldo, que en Génova se pagaba a decenas de altos cargos por su labor, independientemente de los sueldos que tuvieran como diputados, concejales… (una mirada a los sobresueldos de los principales líderes populares en 1990 y en nuestros días)

La caja B y las ‘cajitas B’

Yendo un paso más allá, y basando esta afirmación en el sumario de la trama que firmaron el juez de la Audiencia Nacional y apoyaron con sus informes las dos fiscales de Anticorrupción, lo que parece claro es que en el PP convivían desde su práctica refundación, al menos desde 1990, el dinero que se utilizaba a la luz del día, y otro que alimentaba una ‘caja B’ cuya existencia el juez Pablo Ruz dio por probada.

El diseño del funcionamiento de la ‘caja B’, todo así lo indica, se fue completando y afinando a lo largo de los lustros siguientes. Un modo de funcionar tan interiorizado en el PP que, según el hombre que estuvo desde su origen en la escala de mando de la maquinaria económica popular, Luis Bárcenas, la ‘casa madre’, Génova 13, exportó a su imagen y semejanza a todas las sedes del partido en las que se recaudara y manejara dinero. Tanto a nivel autonómico como, en muchos casos, municipal.

Los tesoreros, esos imputados
Como el resto de partidos, el Popular recibe subvenciones en función de sus votos y escaños. Esto sucede tanto a nivel nacional como autonómico y municipal. Igualmente, percibe dinero de las cuotas de sus militantes. Y finalmente, también le llegan fondos a través de las donaciones. Así alimenta su caja A. Igual que hacen los demás partidos. La ley que regula todo este funcionamiento, la Ley de Financiación, ha ido modificándose a lo largo de los años. La última vez en 2015. Siempre con la loable intención de que los partidos pudieran funcionar con la suficiente liquidez como para no caer en la tentación de las corruptelas.  

Pero el PP, como hemos apuntado, en buena medida se llevaba como una sociedad anónima, como una empresa y, como en tantas empresas, según se deduce de los sumarios instruidos por Pablo Ruz, se entendió como ‘natural’ la existencia de una ‘caja B’. En uno de sus autos, de abril de 2014, el juez escribió que se “…viene a confirmar, a nivel indiciario, la existencia en el seno del Partido Popular de una corriente de cobros y pagos continua en el tiempo, ajena al circuito económico financiero y al margen de la contabilidad remitida por el Partido Popular al Tribunal de Cuentas”.

Las plantas del dinero
¿Cómo se alimentaba esa ‘caja B’ del Partido Popular, S.A.? El diseño de esta doble financiación, según todos los indicios judiciales, partió de las plantas cuarta y quinta de Génova, 13, las que acogen al ‘hígado’ de esta S.A., donde se limpia y filtra la sangre que circula por su cuerpo y se reconvierten las toxinas en células limpias: nos referimos, claro, a los despachos de los tesoreros, gerentes y demás aparato contable. Un equipo, por cierto, en el que la dirección ha sido muy estable a lo largo de los lustros… y cuyos tesoreros, todos (Rosendo Naseiro, Ángel Sanchís, Álvaro Lapuerta, Luis Bárcenas), incluida la actual (Carmen Navarro), y con una sola excepción (Romay Beccaría), han sido imputados en diversas tramas relacionadas con la corrupción. Y por no ser premiosos no entramos en que, como la contabilidad, también a modo de los de Génova, han sido imputados tesoreros y gerentes autonómicos del PP en buen número, como son los casos del de Castilla-La Mancha, Valencia, Baleares, Madrid…

Es cierto que tanto Ruz como de la Mata se han detenido en los tesoreros a la hora de elevar responsabilidades. Pero no lo es menos que en un partido tan jerárquico y monolítico como es el PP desde su origen, resulta difícil creer que este diseño fuera obra y responsabilidad exclusiva de sus ‘contables’. Una mirada al organigrama y al reparto de las responsabilidades del partido, permiten ver que el secretario general y el Presidente, por los estatutos, están arrogados de todo el poder final en cualquier decisión importante. Mismo esquema que se ha reproducido en las diferentes comunidades. Hecho que no ha dejado, por cierto, de recordar Bárcenas.

El juez explica para qué era el dinero
La idea base con la que en el PP se planteó este tipo de financiación era garantizarse que ese dinero para la caja B fluyera para alimentar sus necesidades. Y el dinero fluyó de tal forma, que ya no sólo lo imprescindible, sino también lo que para otros partidos eran lujos, en las sedes del PP se podía pagar. En Génova, y en otras sedes ‘populares’ había sobrefinanciación.  

De nuevo, no lo decimos nosotros, lo dijo el juez Ruz en auto de noviembre de 2014, donde fue más allá, e incluso explicó con claridad meridiana para qué se usaba todo ese dinero que llegaba a esta S.A. política: “… contabilidad paralela o “Caja B” –denominación indiciaria atribuida por no aparecer asentados los pagos que integrarían la misma en los libros contables, ni declarados a la Hacienda Pública del referido Partido político entre los años 1990 a 2008, nutrida de donativos o aportaciones ajenos a la contabilidad oficial, y que, de acuerdo a lo indiciariamente acreditado, fue destinada: a) al pago de gastos generados en campañas electorales; b) al pago de complementos de sueldo a determinadas personas vinculadas al Partido; c) al pago de distintos servicios y gastos en beneficio del Partido político”.  

Una conclusión así, en el auto de un juez, es lo que llevó a otros grupos políticos a decir que “el PP había acudido a las campañas dopado”.

¿Cómo llegaba este dinero?
Literalmente, a menudo, en maletines y en sobres. Luis Bárcenas, el tesorero que encumbró Mariano Rajoy, lo explicó repetidas veces en los juzgados. Y quienes lo aportaban eran, sobre todo, empresarios… Pablo Ruz llegó en este sentido a imputar a buen número de los principales constructores del país que con sus donaciones habrían incumplido la ley (Juan Manuel Villar Mir (OHL), Luis de Rivero (ex de Sacyr Vallehermoso), José Luis Sánchez Domínguez (Grupo Sando), Manuel Contreras Caro (Azvy), Alfonso García Pozuelo (Construcciones Hispánica), Juan Manuel Fernández (Aldesa), José Mayor Oreja (ex de Fomento de Construcciones y Contratas) y Antonio Vilella (Construcciones Rubau). Aunque luego, a todos ellos les desimputaría ante la imposibilidad material (literalmente, falta de funcionarios para comprobar los cientos de licitaciones) de relacionar sus donaciones con la concesión de obras a sus empresas.

Que parte del dinero que llegaba al PP era en parte opaco, lo dejó claro la Fiscalía Anticorrupción en su escrito de acusación, en el que, a la hora de contar cómo se había enriquecido Luis Bárcenas con esos fondos, desvela: “durante el periodo en que ocupó dicho cargo, el acusado, prevaliéndose de las funciones que el mismo le otorgaba, se apoderó de recursos de esta formación política aprovechando la estructura opaca a la Hacienda Pública -y al Tribunal de Cuentas- o doble contabilidad instaurada en ese partido”.

En resumen, la existencia de una forma de comportamiento “instaurada” en el PP permitió a Bárcenas llevarse millones, decían las fiscales de la Gürtel. Pero, según Ruz, como hemos visto, también pagar reformas de sedes, financiar campañas... y sí, pagar sobresueldos a los dirigentes, porque, como dijo Soraya Rodríguez a su tocaya, Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso: ¿Cómo se diferenciaban en la caja del PP los billetes limpios de los ‘manchados’?

El gran problema… lavar lo sucio
Pero el ingreso de tanto dinero en negro planteaba, claro, un gran problema: cómo lavarlo. El camino que seguía el programa de ‘la lavadora’ según los indicios de los informes policiales y los sumarios judiciales están sacando a la luz, era diverso.

Por supuesto, estaban los sobresueldos. Aunque sus destinatarios los declararan luego en Hacienda, o más precisamente, cuando las declaraban a Hacienda, esas cantidades quedaban automáticamente lavadas. Pero no era bastante, había mucho dinero más en las ‘cajas B’. Se está poniendo en evidencia en las investigaciones que afectan a Génova, pero también en Baleares, en Valencia.., ahora en Madrid ¿Cuál era el modus operandi para meter en el circuito económico legal esa sobrefinanciación?

Lo que está saliendo a la luz es que tanto cargos orgánicos, como cargos públicos, así como trabajadores de confianza, lo que en algunos dirigentes de Génova llaman ‘funcionarios del partido’, ingresaban dinero en cantidades muy variables, desde algunas tan pequeñas como 1,80 euros, hasta 60.000 euros, máximo legal en las cuentas del partido. Cantidades de dinero que en muchos casos, todo apunta, se le llegaban a devolver a los depositantes, cerrando un ‘círculo virtuoso’ en el que todos los involucrados ‘ganaban’: el PP, porque limpiaba su dinero irregular; los ‘donantes’, porque no sólo se les devolvía el dinero que ingresaban, sino que además podían desgravárselo.

El programa Mecenazgo, y el programa no Mecenazgo
ELPLURAL.COM ha podido comprobar documentos en los que se muestra la existencia en la contabilidad del PP de cómo todas esas donaciones se agrupaban en unos llamados Programa Mecenazgo y No Mecenazgo, según el dinero que se entregaba al PP cumplía con los requisitos de la ley de Mecenazgo por lo que ese dinero después se desgravaba, o no, según el caso. En fuentes de la investigación se piensa que estos dos programas diferencian el origen de las donaciones.

En esta contabilidad de los donantes de Génova, según ha podido comprobar este diario, simplemente entre 2008 y 2011 la cifra de los apuntes contables raya con los 290.000, se recogen cantidades muy diferentes, que van desde decenas de miles de euros, hasta algunas  literalmente ridículas y difícilmente explicables, como es una donación de 1.80 euros.

En cualquier caso, el montante que hemos podido ver, en el periodo al que nos referimos, es más que considerable. El programa Mecenazgo suma en torno a los 4.500.000 euros. Mientras que el segundo, el nombrado como ‘no Mecenazgo’ sobrepasa en ese mismo periodo los 17,3 millones de euros. Un total de casi 22 millones de euros, tan sólo en donaciones conforme a estos apuntes.  

Una situación en la que todos ganan... o al menos ganaban
De los informes policiales y de la Agencia Tributaria en estos momentos pueden deducirse tres situaciones plausibles en esta operación lavado, con un punto en común: En el proceso, todos los intervinientes saldrían ganando.

Una de estas situaciones sería la de aquellos que depositaban dinero y después el partido se lo reembolsaba. Otra, la de aquellos a quienes se les daba el dinero que ellos después acudían a depositar. Y por último, la de aquellos que ni siquiera acudían a depositar el dinero, sino que alguien del partido lo hacía en su nombre, bien de manera anónima, bien utilizando sus datos personales. En todos los casos el dinero así depositado quedaba blanqueado. Pero, cerrando el ‘círculo virtuoso’, después el partido daba certificados de haber realizado ese depósito, con el que ellos podían desgravarse de manera completamente legal, por su contribución al partido.

¿La historia se ha acabado?
Lo sorprendente es que en los informes policiales aparecen indicios que mostrarían que después de estallar la trama Gürtel y su pieza separada, la conocida como ‘papeles Bárcenas’, la maquinaria no se detuvo por completo. No, al menos, en todas partes.

Sin duda, es el vértigo ante lo conocido, pero seguramente aún más lo que falta por conocer, lo que llevó a Esperanza Aguirre, cuando anunciaba su dimisión como presidenta del Partido Popular en Madrid hace unos días, a desafiar a Mariano Rajoy a seguir su camino y a pronunciar una frase digna de convertirse en epitafio: “La corrupción nos está matando”.