Colau e Iglesias en Badalona, antes de un mitin para las generales del 20D. Flickr Podemos



Muy poco tiene que ver la posición adoptada por Pablo Iglesias este miércoles en el Congreso con el pacto que empieza a tomar forma en Barcelona, para que los socialistas se integren en el Gobierno de Ada Colau.

Hasta el momento, el Ayuntamiento de la ciudad Condal ha funcionado a trompicones gracias a los acuerdos puntuales de Barcelona en Comú (BeC) con las fuerzas de izquierdas, dado que la formación sólo tiene 11 concejales, frente a los 21 que suponen la mayoría absoluta.

Tras la investidura de Carles Puigdemont y el alejamiento de la posibilidad de unas nuevas elecciones catalanas, para las que Colau sonaba con fuerza como candidata, la alcaldesa se ha centrado ahora en buscar la estabilidad en la ciudad a través de un pacto al que se sumen las fuerzas de izquierdas de la ciudad: el PSC, ERC y la CUP.

ERC cuenta con cinco ediles mientras que los socialistas tienen cuatro. Sin embargo, el PSC es a quien más se ha acercado Colau y quien más predisposición tiene a entrar en el Gobierno. Su portavoz en el Ayuntamiento, Jaume Collboni, ha manifestado este jueves que no piensan dar cheques en blanco a BeC, pero tampoco le pondrán “líneas rojas”, en clara alusión a la cerrazón que está mostrando Podemos a nivel nacional para pactar con el PSOE.

Desde ERC también se han dejado querer para el pacto, pero sí ponen líneas rojas: que el PSC no esté dentro del pacto. La excusa de su portavoz, Alfred Bosch, es que los socialistas son “vieja política”, y piden que el pacto se centre en “saber las inversiones en los 15 barrios, el orden y el tipo de política".

En el PSC señalan que no tienen ningún problema con que ERC se una al pacto y les recuerdan que juntos gobiernan en el Área Metropolitana de Barcelona, donde Collboni y Bosch son vicepresidentes. Sin los republicanos, la gobernabilidad se queda muy lejos para Colau. Las tres formaciones juntan 20 concejales, a 1 de la mayoría absoluta, que podría obtenerse a través de la CUP.

Sin embargo, dejan claro que en el pacto “la independencia tiene que quedarse fuera”. En caso de que se presentase cualquier iniciativa en ese sentido, cada uno votaría por su cuenta. Para el PSC, el pacto tiene que centrarse en tres patas: el plan de activación municipal (PAM), los presupuestos y el Gobierno.

Lo cierto es que Colau necesita un pacto que dé estabilidad a su gobierno no sólo para aprobar presupuestos. Un ejemplo es la sobrecarga de trabajo que tiene que afrontar su formación: la ciudad se divide en 10 distritos que, dejando a un lado a la alcaldesa, deben ser atendidos cada uno por un concejal de BeC.

No se trata tanto de hacer la cama a Pablo Iglesias como de hacer de la necesidad virtud. Sin embargo, en el PSOE ven con muy buenos ojos esta posibilidad que se les abre ahora. En términos políticos, no sería una novedad, pues buena parte de los barones socialistas gobiernan con el apoyo (activo o pasivo) de Podemos. Pero lo cierto es que con en el panorama nacional actual, el ejemplo de Colau sirve para refrendar la posibilidad de que PSOE y Podemos se entiendan para buscar la posibilidad de un gobierno. Más aún cuando Colau es el referente de En Comú Podem (iba la última en las listas al Congreso), una de las coaliciones que exigía grupo propio en el Congreso.

En este sentido también se ha pronunciado este jueves por la mañana Pedro Sánchez en Los Desayunos de TVE, donde no sólo ha tildado de “pataleta” la actitud de Pablo Iglesias por estancarse en la exigencia de que Podemos tenga cuatro grupos parlamentarios. También ha alabado la propuesta de Colau y ha señalado que “me gustaría que Iglesias hiciera lo propio en España y tendiera la mano”.

En esta representación también entró el miércoles Miquel Iceta, secretario general del PSC, que señaló que cualquier pacto de los socialistas con el PP, sea por “activa o por pasiva” para que Mariano Rajoy sea presidente, supondría “la muerte política” del PSOE.