La Unidad de Recursos Operativos (UCRO) ha sido desde su creación en el año 2012 una fuente de polémicas. Adscrita al CSICAT, Centro de la Seguridad de la Información, tenía la misión de ser un grupo especializado de la policía autonómica catalana con el único objetivo de combatir a grupos extremistas y antisistema.

Las fuerzas de seguridad del Estado, no obstante, detectaron desde sus inicios una tendencia a realizar labores de seguimiento e información a personas contrarias al Gobierno de Artur Mas. De la decena de agentes iniciales de la UCRO se ha pasado, a día de hoy, a una cuarentena. Según afirman fuentes autorizadas de la Policía Nacional y el propio CNI, Centro Nacional de Inteligencia, dicho espionaje se habría incrementado a propósito de las elecciones.

Tras recibir numerosas denuncias, los organismos correspondientes han verificado que los miembros del mal llamado CNI catalán se infiltran en formaciones políticas de signo contrario a la independencia, con el único fin de recabar información.

Un alto cargo del CNI, que prefiere mantener el anonimato, dice que “Se ha llegado a hacer seguimientos en coches con matrículas dobladas (falsas), escuchas a través del espacio radio eléctrico (teléfonos fijos, móviles, redes sociales, etc.) e incluso fotografías y filmaciones de los objetivos”.

Al serle preguntado si éstas acciones no podrían enmarcarse dentro de las medidas de protección, que se han intensificado en los últimos tiempos debido a la amenaza yihadista, dicha fuente aseguró que no. “Los servicios de escolta están siempre autorizados por las autoridades y con pleno conocimiento de la persona interesada, lo que no ocurre en éste caso. No se siguen los protocolos establecidos por la ley. Nos encontramos ante un caso de espionaje con fines partidarios”.
El espionaje, siempre según ésta fuente, se habría realizado a políticos pertenecientes al PSC, PP, Ciudadanos e incluso a Esquerra y las CUP.

Existen, al menos, dos fotografías obtenidas por la seguridad del Estado en la que los agentes de la UCRO siguen a políticos, que obran en poder de la Dirección Adjunta Operativa de la Policía y en los servicios de inteligencia. Éstas muestran claramente a dichos miembros creyendo no ser vigilados. Craso error. La inteligencia española los tenía en su punto de mira. Que los nacionalistas han querido siempre poseer un servicio de inteligencia propio no es cosa nueva. Los antecedentes vienen de lejos.

“Queremos un CNI catalán”
Desde la época de Jordi Pujol corrían rumores acerca de los “mortadelos”, Mossos que espiaban a la oposición. Con el advenimiento del proceso independentista y la creación de las estructuras de estado, se incentivó la creación de un servicio de inteligencia de obediencia exclusivamente nacionalista que actuase en paralelo a los del estado.

En 2014, interlocutores que decían hablar supuestamente en nombre de la Generalitat se pusieron en contacto con el BND, servicio de inteligencia alemán, la DGSE, inteligencia exterior francesa y el mismísimo Mossad israelí. Se pretendía crear vínculos de cara a una futura república catalana.

Asimismo, fuentes bien informadas aseguran que se intentó al menos en tres ocasiones la compra del fusil de asalto SA-VZ 58, de 39 milímetros y cartuchos del 7´62, diseñados y fabricados en la república checa, para uso de dichos servicios. El entrenamiento de algunos Mossos en Israel, en tácticas de contra inteligencia, infiltración y otras actividades, es un tema que, aun estando demostrado, jamás ha sido debatido públicamente.

En la ANC, Assamblea Nacional Catalana, existió una Sectorial de Defensa, que abogaba por la creación de un organismo similar al Sin Beth, contra espionaje israelí, y el Mossad, espionaje exterior. Al filtrarse dicho documento, la sectorial desapareció, refundándose en un instituto privado.

Éstos procedimientos han sido denunciados desde Anonymous hasta el PSC que, en 2013, llevó ante la fiscalía al CSICAT por presunta revelación de secretos y vulneración de la intimidad en supuestos seguimientos a activistas y periodistas a través de las redes sociales y monitorizando los teléfonos.

Recordemos lo que dicen las abuelas gallegas, yo no creo en las meigas, pero haberlas, haylas.