El tráfico, las obras de construcción, la industria o el transporte son las principales fuentes de contaminación acústica. En nuestra vida diaria estamos rodeados de molestos sonidos, sobre todo si vivimos en una gran ciudad, que pueden afectar seriamente a nuestra salud. Además, un gesto tan habitual como ponernos los auriculares para escuchar música o hablar por teléfono supone un riesgo añadido. Utilizar este tipo de dispositivos a una potencia demasiado elevada o durante más tiempo del recomendado es un gran problema para nuestra salud auditiva.

Este uso inadecuado de los dispositivos de escucha personal se relaciona con la aparición de déficits auditivos a edades cada vez más tempranas. "Se debe mantener el volumen bajo en los dispositivos de audio personales, no usando reproductores de música a más del 60 por ciento de su volumen máximo ni más de una hora el día; utilizar auriculares o cascos bien ajustados y, a ser posible, con cancelación de ruido; y alejarse de la fuente de ruido cuando un sonido sea demasiado fuerte", recomienda Sandra Salinas, audióloga del Servicio de Otorrinolaringología de la Fundación Jiménez Díaz (FJD) de Madrid, integrado en la red hospitalaria pública.

Más de 1.000 millones de adolescentes y jóvenes de todo el mundo están en riesgo potencial de pérdida de audición

Sin embargo, más de 1.000 millones de adolescentes y jóvenes de todo el mundo están en riesgo potencial de pérdida de audición por utilizar los diferentes dispositivos de escucha personal (básicamente auriculares de inserción o de diadema) por encima del umbral de ruido de forma habitual durante al menos 40 horas a la semana, según un estudio publicado en la revista BMJ Global Health. A ello se suma la exposición al ruido en discotecas o espacios de entretenimiento, cuyos niveles de sonido promedio oscilan entre los 104 y 112 dB. Como dato curioso, destacamos que el oído necesita algo más de 16 horas de reposo para compensar dos horas de exposición a 100 dB.

“La mayoría de los dispositivos de audio, lugares y eventos de entretenimiento no ofrecen opciones de escucha seguras, lo que contribuye al riesgo de pérdida de audición", alerta Salinas. En paralelo, recuerda las normas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la escucha segura en lugares expuestos a altos niveles de ruido: "realizar un seguimiento y registro constante de los niveles sonoros con equipos calibrados por personal designado a tal efecto; optimizar la acústica y los sistemas de sonido de la sala para garantizar una calidad de sonido agradable y una escucha segura; entregar al público protección auditiva personal, junto con instrucciones de uso; facilitar acceso a zonas silenciosas para que los oídos descansen y disminuir el riesgo de daño auditivo; y formar e informar a los trabajadores".

Enfermedades asociadas a la contaminación acústica

Además de la potencial pérdida de audición, los especialistas relacionan la contaminación acústica con enfermedades cardiovasculares, hipertensión, trastornos del sueño, bajo rendimientodeterioro cognitivo. Incluso hay investigaciones, avaladas por la OMS, que advierten de que puede tener un impacto negativo durante el embarazo, afectando al desarrollo del feto.

La contaminación acústica, según la Agencia Europea del Medio Ambiente, puede llegar a causar 16.600 muertes prematuras y más de 72.000 hospitalizaciones al año en Europa. España es el segundo país más ruidoso del mundo, solo por detrás de Japón, y el primero de Europa. Asimismo, Madrid y Barcelona son las ciudades europeas con mayor contaminación acústica

Dónde está el umbral del ruido

"Frente las vibraciones regulares, entonación definida, notas musicales y sensación agradable al oído que genera el sonido; el ruido se define por sus vibraciones irregulares, una entonación indefinida, no tiene notas musicales y, sobre todo, provoca una sensación desagradable al oído, provocando contaminación acústica que, a su vez, produce graves consecuencias en la salud de las personas", explica la experta Salinas.

La OMS define como ruido cualquier sonido superior a 65 decibelios (dB). En concreto, dicho ruido se vuelve dañino si supera los 75 dB y doloroso a partir de los 120 dB. El claxon de un coche produce 90 dB de ruido, los mismos que un tren en marcha. Una calle ruidosa supone 80 dB y el ambiente de una discoteca 100 dB. Un martillo neumático, un megáfono o un avión despegando se disparan por encima de 100 dB.

“El oído es el único sentido que funciona las 24 horas del día y los 7 días de la semana”, recuerda Rubén González Rodríguez, técnico superior en audioprótesis de la Fundación Jiménez Díaz. Los expertos recomiendan utilizar tapones o protectores auditivos cuando el nivel de ruido es excesivo y evitar escuchar música a todo volumen. Se trata de normalizar hábitos para el cuidado de nuestra salud auditiva, que deben ir acompañados de chequeos regulares con el especialista, mínimo cada dos años.