La juez del Juzgado de Instrucción nº 3 de Catarroja continúa avanzando en la investigación sobre las causas y la gestión de la DANA de Valencia del 29 de octubre, siendo este lunes cuando ha pedido al dueño del restaurante El Ventorro que aporte fotografías y la factura de dónde comieron el expresidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y la periodista Maribel Vilaplana.
Así lo ha acordado la magistrada tras la declaración del testigo el pasado viernes y tras solicitar varios letrados que se le pidiera una imagen de la sala reservada para la comida y las medidas de ancho y largo del espacio. En la declaración, otros abogados pidieron a la juez que se requiriera al propietario la factura de la comida y la comanda, unas solicitudes a las que también ha accedido.
En la justificación de la petición, la juez señala que el auto de 16 de octubre de este año de la Audiencia Provincial de Valencia, en el que se ordenó la toma de declaración como testigo de la periodista, el tribunal indicaba la "pertinencia" de las diligencias destinadas a esclarecer el proceso de deliberación y decisión que se siguió en la reunión de urgencia del CECOPI en la tarde de la tragedia.
En este auto, se subrayó que Mazón ostentaba la condición de máxima autoridad de la Generalitat y que tenía atribuidas por ley funciones directivas y de coordinación, de forma que podía impartir instrucciones a los miembros del Consell.
Esa resolución estimaba la "pertinencia" de la declaración de la periodista partiendo de que la testigo "hubiera podido escuchar lo que el 'president' de la Generalitat dijera al comunicarse telefónicamente con la entonces consellera de Justicia e Interior", e investigada en la causa, Salomé Pradas, "o bien comentarios que el president pudiera hacer a raíz de dichas conversaciones".
La fotografía y la factura dentro del Ventorro
Respecto de la petición de la fotografía de la sala reservada, la juez la admite por la "necesaria valoración de la posibilidad de escuchar, por quienes se encontraban en dicha sala, los comentarios o las conversaciones que hubiera podido efectuar el presidente de la Generalitat en relación con la emergencia de la DANA".
Con la misma motivación, y dado que la fotografía "por sí sola no permite determinar el tamaño exacto de la sala", considera que es "preciso que se facilite por el titular del restaurante las medidas de ancho y de largo de la sala donde tuvo lugar la comida".
Y en relación con la factura de la comida y la comanda, la instructora considera que "acreditarían de manera objetiva el hecho mismo de la comida en el expresado establecimiento, así como su duración estimada, sin depender de las declaraciones testificales".
De esa comida, "de la ulterior prolongación de la estancia en el restaurante y la salida conjunta a la vía pública hasta el aparcamiento" de Mazón y Vilaplana han derivado tanto la testifical de la periodista como la del dueño del restaurante y las acordadas de los escoltas.
Extensión del ágape
"Precisamente, la extensión de dicho ágape, que se inferirá de la factura y comanda, permite determinar la sucesión temporal de los testigos", periodista y dueño del local, escoltas y chófer, señala la juez, que añade que, en el caso de los dos primeros, "la posibilidad de que oyeran algo en la prolongada estancia en el restaurante, cerca de cuatro horas, es diferente según las distintas fases de la comida y estancia en el local".
Así, apunta que las "posibles interrupciones" del dueño para servir a los comensales y la posibilidad de oír cuestiones relevantes, "varían según el momento en que tendrían lugar": "No es lo mismo que la comida hubiera terminado, que los clientes estuvieran en la sobremesa. También justificaría lo consumido una salida más tardía del restaurante y en qué momento los escoltas pudieran haber sido testigos de comentarios y conversaciones relativas a la emergencia", añade la magistrada.
La declaración de Vilaplana
Bajo el mismo contexto, cabe recordar que la periodista, quien declaró en sede judicial el pasado 3 de noviembre, sostuvo que a partir de las 17.15 horas fue cuando Mazón empezó a recibir muchas llamadas, si bien no pudo confirmar con quién habló ni le preguntó porque "no le preguntaría jamás a nadie de que hablaba por teléfono".
“Lo que hablaba, lo hablaba él y ella no lo sabe”, declaró ante la instructora, a la que dijo que creía que él escuchaba más que hablaba y, cuando se giraba, le hacía gestos de que ya iba.
En su declaración, Vilaplana afirmó que no escuchaba nada de lo que hablaba Mazón y no pudo concretar si lo hizo con el presidente de la Diputación, Vicente Mompó; el alcalde de Cullera, Jordi Mayor, o la exconsellera Pradas, porque para llamar "se levantaba y se distanciaba" y cuando volvía a la mesa "no le comentaba nada". Asimismo, afirmó que, cuando estaba sentado, "también contestaba por escrito" y no sabía qué hizo más, si hablar o escribir, porque hizo las dos cosas.
De hecho, en otro punto de su declaración, afirmó que él estaba "con el móvil constantemente" y, sobre todo, "whatsappeaba, o escribía mensajes", y cuando regresaba continuaban "con absoluta normalidad".
Por su parte, el dueño del Ventorro declaró ante la juez que no escuchó llamadas de Mazón y que este abandonó el local junto a la comunicadora entre las 18.30 y las 19 horas, cuando no había más clientes.