Como suele ocurrir en estos casos, nadie sospechaba absolutamente nada. Un suceso inesperado, a ojos de los vecinos de Don Benito. Estupefacción entre los feligreses de la iglesia de San Sebastián, que describían a sus sacerdote como una rara avis entre la curia. Nadie se podría esperar que Don Alfonso, que rechazó vivir en la casa parroquial para dejársela a su predecesor -entrado en años y con problemas de salud-, fuese parte, presuntamente, de una pequeña red de tráfico de viagra y otras sustancias afrodisíacas. Ya en libertad provisional tras pasar por dependencias judiciales, el clérigo es la comidilla del municipio extremeño.

Horas antes de la detención, Don Alfonso oficiaba una misa-funeral por una anciana vecina del barrio de San Sebastián, en la localidad pacense de Don Benito. Según relata El Español, poco después de concluir la ceremonia y tras dar el pésame a amigos y familiares de la mujer, los agentes de la Guardia Civil que lideran la llamada Operación Botafumeiro, entraron en la vivienda del sacerdote para arrestarle por presunto tráfico de viagra y otras sustancias de esta índole. También se llevaron detenido a su pareja, Álvaro, con quien compartía domicilio.

El relato del citado medio, sustentado en fuentes próximas a la investigación, precisa que Don Alfonso Raúl Masa Soto y su pareja traficaban con este estimulante sexual y “otros afrodisíacos” desde su vivienda, que la utilizaban como centro neurálgico y almacén de estas sustancias.

Durante varios meses, y enmarcado en la Operación Botafumeiro, agentes del Instituto Armado siguieron los movimientos de la pareja, hasta ser detenidos este pasado lunes y pasar el martes a disposición del Juzgado de primera instancia e instrucción número 2 de Don Benito. Declararon ante el juez, que dejó en libertad con cargos al clérigo con la obligación de comparecer los días 1 y 15 de cada mes. Sin embargo, el togado decretó prisión sin fianza y provisional para su pareja, de lo que se extrae que figura como principal implicado en la causa.

Un gesto ‘solidario’

Don Alfonso, como le conocen sus feligreses, llegó a la iglesia de San Sebastián hace cinco largos años, tras un traumático traslado que dejó patente el cariño que dejaba entre sus parroquianos. Los vecinos del os pueblos de Fuentes de Béjar, Cabeza de Béjar y La Puebla de San Medel unieron fuerzas para impedir que su sacerdote se mudara, pero fue en vano y acabó con sus huesos en la iglesia de San Sebastián de Don Benito y, por ende, envuelto en un caso de tráfico de sustancias afrodisíacas.

Su estancia en los pueblos anteriores dejaba entrever su cercanía con los feligreses. A sus nuevos vecinos no tardó en ganárselos, al permitir que el párroco al que iba a sustituir se quedara en el domicilio de la iglesia. Don Santos, antiguo sacerdote, estaba ya entrado en años y acumulaba problemas de salud. Por ello, Don Alfonso evitó que éste se mudara y se alquiló una vivienda lejos de la sucursal católica en el pueblo extremeño. Precisamente este hecho facilitó que, según la investigación, montara junto a su pareja un entramado de distribución de viagra en su vivienda.

Según relatan vecinos de Don Benito a El Español, Don Alfonso les dijo que no permitiría que su predecesor se quedara en la calle, por lo que alquiló un piso para que éste siguiera bajo el techo eclesiástico. Su popularidad estaba por las nubes, acrecentada por el soplo de aire fresco que personificaba y unos “sermones perfectos” y “doctrinalmente correctos”.

Alegaron que su labor pastoral en estas localidades hizo llegar "nuevos tiempos, nuevas inquietudes y muchos proyectos" que lograron atraer a los más jóvenes. Pero el obispado de Plasencia desoyó sus peticiones y destinaron a Don Alfonso a Don Benito, adonde llegó como vicario parroquial de la iglesia de Santiago y administrador parroquial de Conquista del Guadiana. Un cura “moderno” y “enrollado” que más parecía “cantante de Extremoduro” que sacerdote. Así le describen sus vecinos, a quienes le pilló por sorpresa la detención e incluso enterarse de su relación con Álvaro, aunque las cajeras de su supermercado de confianza sospechaban de ello.

Don Alfonso revitalizó la conexión con Dios de todo el pueblo. Los feligreses recuerdan que cada vez más personas asistían a sus oficios, como ya sucediera en sus destinos anteriores. A pesar de las nuevas formas, logró reconectar con quienes perdieron la fe gracias a sus buenas maneras con la comunidad y al dinamismo que aportó a la parroquia. Por eso, a pesar de su revolucionaria actitud, nadie en Don Benito podía sospechar que su párroco de confianza acabaría por protagonizar todos los telediarios nacionales del país.