Si la primera ola de la pandemia por coronavirus se empareja al confinamiento domiciliario, la segunda no puede entenderse sin el toque de queda.

La limitación de movilidad nocturna se instalaba por completo en nuestro país el pasado 25 de octubre con la publicación del cuarto estado de alarma de la democracia, en el que se dotaba de capacidades a las comunidades autónomas para que tomen las medidas que consideren oportunas con el fin de atajar los contagios.

Sin embargo, el toque de queda provoca que la normalidad a la que habían vuelto los ciudadanos se trastoque y obliga a que toda España pernocte en sus casas, con lo que se evitan fiestas en domicilios, asistencia a locales de ocio nocturno o encuentros para beber en la vía pública.

Las medidas, diferentes en función de las regiones, hace que la vuelta a casa también sea diferente. Mientras en Bilbao, los vecinos apremian para llegar a su domicilio a las diez de la noche, en Madrid, a esa hora muchos empiezan a cenar, ya que hasta la medianoche no tienen que volver. 

Bilbao

Jesús es un estudiante de Getxo que tiene que acudir a diario a Bilbao. Ha de recorrer casi toda la línea 1 del Metro. Asegura que, pese a que casi nunca llega nunca tarde, no hay problemas para regresar a casa. "Las frecuencias no exceden los diez minutos, lo máximo que he visto en el pantallón son nueve minutos. Los lunes y martes suele haber más gente, si evitas las horas punta no hay problemas", cuenta.

"El director de Metro de Bilbao dijo que no era posible reducir las frecuencias por 'problemas de seguridad'", sigue contando Jesús. Sin embargo, asegura percibir cierto margen "en el caso del transporte público se deja media hora más de margen". "También pasa con las personas que vienen de algún evento cultural que acaba tarde, van apuradas", comenta.

Pese a todo, asegura que la presencia policial es nula. "No he visto a ningún ertzaina desde que llegué aquí hace un mes y medio, y eso que no puedes cruzar de municipio. No veo ningún control", afirma.

Madrid

Juanma trabaja como ingeniero aeronáutico en Torrejón de Ardoz, una ciudad al este de Madrid. Como reside en Getafe, un municipio a quince minutos al sur de la capital, necesita pasar a diario por Madrid para asistir a su puesto de trabajo. Es uno de los trabajadores que 'rompe' el toque de queda para asistir al trabajo, ya que muchos días se tiene que levantar a las 5:30 horas para llegar a tiempo. Sin embargo, asegura no haber visto nunca a la policía controlando la orden. "No hay policía controlando nada. Vamos cuatro en los trenes", cuenta.

Aunque la vuelta a casa no es tan sencilla. El pasado sábado trataba de volver a casa al salir de una cena mientras intentaba pedir un servicio de vtc. "En Cabify no había coches disponibles y en Uber los precios triplicaban los normales por alta demanda", cuenta explicando que rondaban los sesenta euros. Finalmente, decidió volver en Cercanías a su domicilio y sobrepasó la hora por falta de trenes.

Que los bares y restaurantes estén abiertos en Madrid provoca que sean muchos los que apuren y vuelvan a casa minutos antes de la restricción de movilidad nocturna. "La gente hace uso de las cosas que están permitidas", argumenta. Además, los servicios de transporte público no cuentan con ningún refuerzo que haga que los trenes y autobuses vayan más vacíos. "Las frecuencias son las que hay siempre", argumenta poniendo como ejemplo los 17 minutos que tuvo que esperar para el siguiente tren.

Sevilla

Azahara trabaja en unos grandes almacenes del centro de Sevilla. Destaca la cantidad de presencia policial que hay en las calles. "A las diez de la noche solo se ven policías desde la ventana", asegura. No obstante, visualiza el problema en los autobuses. Dado que reside junto a la Estación Plaza de Armas, cuenta haber visto "pasadas las diez y media de la noche" colas y autobuses repletos con personas que tratan de volver a la zona del área metropolitana de Sevilla.

Tal es la situación, que una compañera del trabajo se ha pasado al transporte público para evitar controles. "Un día la paró la policía llegando a su pueblo pasadas las diez porque había pillado atasco y desde entonces va en autobús porque la policía no los controla", narra.

Barcelona

Álvaro reside en Barcelona. Asegura sentirse "resignado" con las medidas "que cada vez van a más". "El toque de queda no se cumple de forma estricta. Si un día llegas a casa a las diez y diez no te van a decir nada. Es más orientativo, para que cuando la policía se encuentra a alguien a partir de las once le llame la atención", asegura.

"El cumplimiento es bueno y no he notado mucha presencia policial, noto más durante el día", defiende. En cuanto al transporte público, sostiene que "las frecuencias siguen siendo las mismas, que son bastante buenas, al 100%. No he usado mucho el autobús en estas franjas, pero si alguien quiere volver a su casa a quince minutos puede volver a casa rápido. Si que es cierto que va un poco lleno ya que hay mucha gente volviendo a casa de ver a sus amigos, pero no da sensación de agobio".

Este fin de semana es el primero en cinco meses en el que la hostelería está abierta. Cuenta que "probablemente" haya más problemas al volver a casa. "La medida de los restaurantes, teatros y gimnasios era un mensaje para decir a la gente que no saliera de casa. Al abrir la gente querrá volver, sumado al espíritu navideño, ahora viene un puente. Puede haber aglomeraciones porque si hay unas actividades que se pueden hacer la gente va a querer hacerlas, y más después de tanto tiempo", concluye.