14 años después de uno de los asesinatos más violentos que ha quedado en la memoria de todos los españoles, su autor ha confesado y reconocido, por primera vez, el crimen. José Bretón asesinó a sus hijos Ruth, de seis años, y José, de dos, para destrozar la vida de su exmujer. Un claro caso de violencia vicaria que conmocionó a España entera. El escritor Luisgé Martín así lo ha desvelado en su libro, El odio, que recoge las confesiones íntegras del condenado.

El conocido como ‘Monstruo de las Quemadillas’ fue condenado a 25 años de prisión por el asesinato de sus dos hijos menores, a los que asegura en estas memorias que les arrebató la vida “por impaciencia” al no saber “qué iba a pasar” con ellos. “Necesitaba que esa situación se acabara, que desaparecieran las dudas y la incertidumbre. (…) Me obsesionaba la idea de que se educaran al lado de la familia de mi mujer, que me parecía una familia tóxica”, recoge el libro, que se publicará próximamente con la Editorial Anagrama.

Bretón sostiene en sus memorias que el divorcio con su exmujer, en septiembre de 2011, lo aceptó “como lógico”, pero la separación y cuidado de sus hijos era una cuestión que le quitaba el sueño.

Así fraguó el asesinato de Ruth y José

Tal y como recogen las cartas plasmadas en el libro -una correspondencia que comenzó en 2021 con el parricida- y que ha avanzado este miércoles El Confidencial, Bretón comenzó a sentir “angustia” por la cuestión de sus hijos” y, sobre cómo fraguó el crimen, asegura que no se informó “en ninguna parte”.

“Había dos condiciones que tenían que cumplirse: que murieran sin sufrimiento y que los cuerpos desaparecieran luego para que no los encontraran. Sin cadáveres no hay crimen, eso está en cualquier novela policiaca. Tenía los medicamentos y la leña en la finca, solo tuvo que comprar el gasóleo”, relata a modo de confesión en las cartas con Martín 14 años después.

De esta manera, cuenta que “disolvió las pastillas machacadas en agua con azúcar” para que los niños se la bebieran: “Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban, estaban ya muertos. No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento”.

Sin embargo, a la hora de calcinar los cuerpos de los pequeños, el parricida confiesa en estas líneas que se arrepintió de sus acciones: “En cuanto los cuerpos empezaron a arder me dije: ¡Qué has hecho! Ojalá hubiera podido dar marcha atrás en ese momento. Pero ya no había remedio. Creía que estaba protegiendo a mis hijos de un futuro terrible”, desvela.

En confesiones al escritor, el condenado asegura que “ha tenido que perdonarse” a sí mismo porque, en caso de que hubiera sido al revés y habría sido su exmujer la parricida, “la habría perdonado, porque es un sentimiento que sale con naturalidad”, aunque comprende que, siendo el caso como es, su exesposa no le perdone porque se lo ha ganado “con creces”.

La condena de José Bretón y una herida latente en la memoria ciudadana

José Bretón continúa cumpliendo su condena de 25 años de cárcel en la prisión Herrera de la Mancha, después de haber estado interno en cuatro centros penitenciarios distintos y haber tratado de suicidarse en varias ocasiones. Cumple ahora 14 años en prisión y en una condición de segundo grado que aún no se le ha otorgado un permiso extracarcelario.

La sentencia del caso del ‘Monstruo de las Quemadillas’ conmocionó a toda España y aún perdura en la memoria colectiva. Bretón fue condenado a 40 años de prisión por el doble asesinato de sus hijos mejores, con agravante de grado de parentesco directo. La fecha, el 8 de octubre de 2011, ya venía preparada por el autor confeso del crimen días antes.

El 29 de septiembre, Bretón compró Orfidal y Motivan que le recetó su psiquiatra, pero que usó para cometer el asesinato de Ruth y José, adormeciendo a los pequeños con unas cantidades que les provocaron la muerte. Para hacer desaparecer los cuerpos de los niños, el parricida reunió hasta 250 kilos de leña y 271 litros de gasóleo en la finca de sus padres, ubicada en el polígono de Las Quemadas, entre el 15 de septiembre y el 7 de octubre.

Cometió el crimen el día 8 y su coartada ante las autoridades fue defender que perdió a los niños en el parque Cruz Conde. Una versión que ha mantenido durante más de diez años, hasta ahora.

El violento asesinato de Ruth y José se ha enmarcado como uno de los casos más cruentos de la historia de España, a su vez como ejemplo de violencia vicaria que se practica para infundir daño a las mujeres a través de los hijos.

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