En el siguiente reportaje, se hablará de 'mujeres cisgénero' de manera genérica, ya que las fuentes y testimonios que han participado en él lo son. Sin embargo, cabe aclarar que su uso es un mero abordaje lingüístico por una cuestión de economía del lenguaje, y en absoluto pretende dejar fuera a las personas trans y no binarias, que también sufren este tipo de violencias y a las que también se incluye en este artículo. 

Durante el pasado mes de marzo saltaba a los medios un caso de negligencia médica tan violento como perturbador. La víctima era una joven de Santander que denunciaba a un ginecólogo de la misma zona, quien le había amputado por completo los dos labios menores de la vagina, además de un fragmento de clítoris, sin su consentimiento.

La chica, de 22 años, había acudido a su consulta por un bulto en la zona del clítoris que no remitía, y el sanitario acabó mutilándola sin avisarla, además de realizarle revisiones inútiles, abusar de su confianza e ignorar sistemáticamente el terrible dolor de la joven en repetidas ocasiones.

Este caso, aun siendo especialmente cruel, no es un suceso aislado en las consultas de ginecología, como tampoco lo es en los paritorios y salas de aborto de este país. Según Thais García, matrona que trabaja actualmente en paritorio, la violencia obstétrica y ginecológica se puede definir como "cualquier conducta, bien sea por acción o por omisión, que realizamos los profesionales de la salud y que afectan al cuerpo y a los procesos reproductivos de las mujeres", cuenta, a lo que añade que "también pueden ser el trato deshumanizado o la medicalización injustificada, la patologización de procesos que en sí son naturales y puede manifestarse de muchas formas físicamente, psicológicamente o verbal", concluye.

Si dibujáramos un diagrama que nos mostrara cuántas mujeres que han sufrido este tipo de violencia conocemos, es más que probable que los resultados arrojados se parecieran mucho a los que tendrían nuestras abuelas en la década de los cincuenta, los sesenta y los setenta. Porque la violencia obstétrica se mantiene siempre a la orden del día, generación tras generación, sin importar los nuevos procesos y herramientas que aparezcan para "facilitar" las intervenciones médicas.

Partos violentos en todas las épocas

Rosa ha compartido con ElPlural.com la experiencia que vivió durante el parto de su hija en en el 2001, en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. “Me estaba costando dilatar y la matrona se empeñó en que tenía que ser un parto vaginal y no hacer cesárea, ni siquiera consultó a un médico. Se me subió encima, me apretó la tripa, me hizo de todo… Y al final el médico nunca vino", narra. 

Lo que se le practicó a Rosa es la maniobra de Kristeller, una práctica desaconsejada por la ONU y que a día de hoy se sigue ejecutando en los paritorios. Según destaca Thais García, "la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia la desaconseja, ya que tiene riesgos para la madre y para el bebé. Ella puede sufrir riesgo de hemorragia y de contusiones, de rotura uterina, de inmersión uterina y aumento del riesgo de desgarros mayores de tercer y cuarto grado, de prolapso genital, de desprendimiento". 

En el caso de Rosa, la negliencia médica estuvo a punto de costar muy cara para su hija recién nacida."Cuando al final di a luz mi hija, había respirado líquido amniótico, y también le hicieron daño porque terminaron utilizando fórceps. Estuvo una semana en incubadora y podía haber nacido muerta, según me dijeron. Todo por lo que hizo la matrona, de la que por cierto no volvimos a saber nada", concluye. 

Lo mismo le ocurrió a Lucía, que dio a luz en septiembre de 2022, y a la que, con veinte años de diferencia con respecto al parto de Rosa, tampoco se le informó de ninguna práctica que los sanitarios ejercieron sobre su propio cuerpo durante el proceso. "Me hicieron un episiotomía casi sin consultar, no me dieron opción de elegir", explica. La episiotomía también es una práctica desaconsejada por las autoridades, a menudo utilizada para acelerar el proceso del parto vaginal.

"Se hace una incisión que se realiza entre la abertura vaginal en el momento del nacimiento del bebé para ampliar ese canal y que nazca antes", explica la matrona García. La recuperación de esta práctica, además de que conlleva una serie de riesgos como infecciones, "es molesta, y la incisión a veces se produce más extensa de lo que hubiera sido el desgarro natural", a lo que añade que "ahora mismo la única indicación para realizar una episiotomía y por un profesional sanitario debería de ser el riesgo de pérdida de bienestar fetal".

Te sientes como una niña pequeña

 

 

Dignidad y salud

Sin embargo, los paritorios no son el único lugar en el que auténticas oleadas de mujeres alzan la voz para manifestar que se han sentido ninguneadas o violentadas; también en las consultas médicas ocurre a menudo. Un derecho tan básico como es que nos tomen en serio en los despachos de sanitarios se desdibuja a golpe de menosprecio y desinterés mientras se nos despacha, humilla o ignora.

Años de infantilización en las consultas han hecho, además de minar la paciencia y el autoestima de las pacientes, que sea de vital importancia reivindicar que debemos concebirnos más allá del dolor, y no auto parodiarnos como niñas quejicas y malacostumbradas que se meten donde no les llaman, como a menudo se nos percibe al atravesar las puertas de un despacho.

"Recuerdo que me dijera, cuándo fui por una cistitis que me dolía muchísimo, que esas cosas no eran para tanto y que estaba haciendo un mundo de algo que les pasa a muchas chicas", cuenta a este medio una joven de 25 años que prefiere mantenerse en el anonimato sobre una de sus últimas consultas médicas en su centro de salud de Madrid. "Te sientes como una niña pequeña, y te acabas creyendo que tu dolor o no importa, o es una exageración", reflexiona. 

Sobre ello, Thais García añade: "A menudo damos un trato paternalista a las mujeres, tenemos ese pensamiento médico de 'yo sé lo que le viene bien a la mujer'. Y poco a poco las mujeres se han ido informando y van decidiendo sobre sus procesos y desde ese trato paternalista no se ve bien", defiende.

 

No te consienten tomar tus propias decisiones

 

¿Cómo denunciar?

A nivel legal, es muy común que este tipo de violencias acaban sin registro de denuncia, y sus ejecutores, impunes. "Mi marido y yo, una vez vimos que nuestra hija estaba bien, nos atuvimos a eso, y por querer olvidar lo traumático que fue, no nos metidos en asuntos de papeleo y de denuncias, pero teníamos que haberlo hecho", comparte Rosa. 

Lo mismo ocurre con aquellas que se sienten violentadas en la consulta. "Estuve a punto de pedir la hoja de reclamaciones al hospital, pero me dio apuro y lo dejé pasar", comenta Cecilia, de 22 años, que finalmente no interpuso ninguna queja después de que su ginecólogo insistiera varias veces en "lo guapa que era" durante una revisión.

Francisca Guillén, abogada experta en negligencias médicas, ha hablado con este medio para compartir las opciones con las que cuentas la víctimas de violencia obstétrica y ginecológica para denunciarla. Para empezar, asegura que “la denuncia puede hacerse como otra de cualquier ámbito, por lo penal o por la vía administrativa.

"También se puede denunciar a la aseguradora y poner una hoja de reclamación en el propio hospital", recomienda. La abogada señala a un documento crucial, como es el consentimiento informado, dónde se recogen todas la prácticas que se van a realizar en la paciente para que las entienda y pueda dar su consentimiento sobre ellas. De este proceso, deben informar desde los servicios sanitarios, pero pocas veces ocurre. Por ello, se recomienda que si no son los profesionales los que explican a la paciente de las prácticas que van a realizar, sea ella la que lo exija

La extirpación de la voluntad

"Yo sí que tengo la sensación de que muchas veces no hay un consentimiento informado de verdad. Justo hace poco, en una guardia, hablábamos a raíz de una compañera que dijo, 'Para meter a la mujer en la bañera tengo que hacerle firmar el consentimiento'. Y a raíz de ello, reflexioné. 'Para utilizar una bañera que es agua hay que firmar un consentimiento y, sin embargo, ¿para una inducción al parto farmacológica, con un montón de riesgos, no?' Y resulta que no firman nada", reflexiona. Precisamente, en el año 2020, varias investigadoras de la Universitat Jaume I, estimaron que a un 83% de mujeres en España no se les pidió el consentimiento informado en ningún momento del embarazo.

Por otra parte, Francisca Guillén remarca un punto central en este tipo de violencias "que es la coacción y el engaño a las mujeres para realizar según qué tipo de prácticas y bajo qué circunstancias. Esto se traduce en una pérdida de autonomía de la mujer. No te consienten tomar sus propias decisiones”.

Sobre las prácticas inapropiadas o comentarios violentos durante intervenciones ginecológicas, añade que “eso directamente es una violación. Yo he tenido clientes a las que les han realizado prácticas en el ginecólogo que no procedían en absoluto, introducirles los dedos cuándo no es necesario o directamente sacarles fotos de sus genitales”, narra.

Todas estas prácticas, son por supuesto denunciables, y la abogada anima a todas quiénes lo hayan sufrido a interponer una demanda.“Siempre hay posibilidad de reacción. Yo he ganado muchos casos por violencia obstétrica”, asegura. 

 

Las mujeres que ponen denuncias por violencia obstétrica lo que quieren es que se reconozca su dolor

 

España se resiste a admitir la violencia

A pesar toda violencia estructural en el ámbito clínico y médico que sufren las mujeres, España continúa sin reconocer el concepto de violencia obstétrica, ya que, según el documento firmado por la Secretaría de Estado para la Unión Europea en 2023, nuestro país entiende que esta "confronta" a médicos y a mujeres, "por lo que es un término inadecuado". Sin embargo, cuando más del 40 % de las mujeres reconocen haberla sufrido, la cuestión es otra.

La matrona García lo tiene claro. "Es muy difícil hacer una autocrítica y darnos cuenta de que hemos estado trabajando de manera incorrecta, porque al final es muy duro ver que lo que has estado haciendo hasta ahora estaba mal", sentencia. "Las mujeres que ponen denuncias por casos de violencia obstétrica lo que quieren es que se les reconozca su dolor, y es algo que desde las instituciones no se reconoce. Lo que no vamos a consentir es que esas mujeres no sean reconocidas".