La menopausia sigue siendo uno de los últimos grandes tabúes de la salud femenina. A pesar de afectar a más de la mitad de las mujeres españolas, sigue tratándose —cuando se trata— como una cuestión marginal, anecdótica o incómoda. Con esa realidad sobre la mesa, El Plural reunió a cuatro voces expertas para hablar, sin tapujos, de salud, derechos y cultura: Silvia Pilar González, presidenta electa de la Asociación Española de Menopausia; Clotilde Vázquez, jefa de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz; Rosa Molina, psiquiatra y divulgadora en neurociencia; y Marta Marcén, nutricionista y comunicadora, pionera en hablar abiertamente de su menopausia precoz. La mesa fue moderada por Sarah Santaolalla, analista política, quien recordó que “ha llegado el momento de acabar con el mito de que la menopausia es una eternidad, y empezar a hablar de etapas”.

El silencio histórico y el cambio de mirada

Silvia Pilar González abrió la conversación desmontando un equívoco básico: “La menopausia es solo la última regla; lo que deberíamos hablar es de climaterio, el proceso en el que se producen cambios físicos, emocionales y endocrinológicos que pueden empezar hasta una década antes”. La especialista recalcó que muchas mujeres —y casi ningún hombre— saben identificar los primeros síntomas, que pueden aparecer ya en los cuarenta. Esa falta de conocimiento, añadió, “hace que muchas vivan con miedo o desconcierto una etapa que debería afrontarse con información y acompañamiento”.

Por su parte, Clotilde Vázquez subrayó el impacto fisiológico de los cambios hormonales, recordando que “tenemos receptores de estrógenos en todo el organismo: en la piel, el cerebro, los huesos, el hígado… por eso los síntomas son tan variados y afectan a todo el cuerpo”. En su intervención, la endocrinóloga insistió en que el desequilibrio hormonal no es solo una cuestión ginecológica, sino una transformación integral del metabolismo y de la salud ósea, muscular y emocional: “La mujer te dice: ‘Estoy distinta, no sé qué me pasa’. Y tiene razón: su cuerpo está cambiando, y necesita saber por qué”.

El peso emocional y el sesgo cultural

El componente psicológico ocupó buena parte del debate. La psiquiatra Rosa Molina desmontó con rigor la idea de que la menopausia equivale a depresión o enfermedad mental. “No suele tratarse de un trastorno clínico, sino de síntomas leves o transitorios asociados a los cambios hormonales y, sobre todo, a un contexto cultural que nos empuja a vivir esta etapa como una pérdida”.

Para Molina, el problema no es solo biológico, sino social: “Cómo la cultura ve la menopausia va a determinar cómo la vive cada mujer. Si se asocia a decadencia, a fin de la productividad o del deseo, eso perpetúa el malestar. Necesitamos un cambio de narrativa colectiva”.

En ese sentido, reclamó una mirada más comunitaria y menos medicalizada: “El apoyo no debe venir solo de una consulta, sino de la sociedad. Hace falta educación emocional, información rigurosa y una red de acompañamiento entre mujeres”.

De la vergüenza al activismo: la revolución digital de Marta Marcén

Uno de los testimonios más potentes de la jornada fue el de Marta Marcén, nutricionista y comunicadora que vivió una menopausia quirúrgica a los 26 años tras una intervención médica. “Lo que encontré fue silencio absoluto, una falta de referentes increíble. Nadie hablaba de esto. Así que decidí hacerlo yo”, explicó.

Marcén abrió camino en redes sociales, rompiendo la vergüenza que, dice, “nos han impuesto durante generaciones”: “Salir con treinta años a decir ‘tengo menopausia’ me daba pavor, porque esa palabra se asociaba a vejez y decadencia. Pero lo hice, y descubrí a miles de mujeres que se sentían igual”.

Su labor divulgativa, añadió, ha servido para visibilizar una realidad que también sufre la desinformación digital: “Ahora se habla más, pero también hay mucho ruido. Se ha creado lo que llamamos el menonegocio, donde proliferan dietas milagro, productos sin evidencia y mensajes dañinos”.

Vázquez y González coincidieron en esa alerta: “En cuanto se empieza a hablar de algo que afecta a mujeres, aparecen quienes lo ven como negocio. Hay que responder con ciencia y ética”, dijo Clotilde Vázquez.

El derecho a la información… y a un tratamiento digno

A pesar del avance en visibilidad, las expertas coincidieron en que el sistema sanitario español sigue sin estar preparado para acompañar la menopausia con enfoque integral y de derechos. “Información hay más que nunca, pero educación sanitaria no”, lamentó Silvia Pilar González.

Explicó que desde la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia han desarrollado guías de práctica clínica —las llamadas menoguías— para orientar a profesionales sobre cómo actuar ante casos de osteoporosis, salud sexual o terapia hormonal. Pero admitió que “todavía falta mucho camino por recorrer, sobre todo en atención primaria”.

Clotilde Vázquez fue tajante: “Tenemos que acabar con el miedo. Muchos médicos aún creen que la terapia hormonal causa cáncer, y por eso ni siquiera la plantean cuando está indicada. Las mujeres han perdido antes el miedo que algunos profesionales”.

Esa desinformación, añadió Marcén, también se replica en su ámbito: “En la carrera de nutrición no tuve ni una hora dedicada a la menopausia. Cero. Y eso que afecta al 50% de la población. Es un sesgo androcéntrico de manual”.

El sesgo androcéntrico en la ciencia y la medicina

Marcén fue especialmente contundente al denunciar el abandono institucional que sufre esta etapa: “Durante décadas la ciencia nos ha dejado fuera porque nuestras hormonas ‘molestaban’ para los estudios. Cuando dejamos de reproducirnos, dejamos de importar. Y eso tiene que cambiar”.

Sus palabras resonaron en la sala, donde todas las ponentes coincidieron en que la invisibilización de la menopausia es un reflejo del sesgo estructural que impregna la medicina y la investigación. “Hemos estado fuera de los ensayos clínicos, fuera de las prioridades presupuestarias y fuera de las aulas”, insistió Marcén, citando un editorial reciente de Nature que calificaba la falta de investigación en menopausia de “escandalosa e infrafinanciada”.

Reivindicar el derecho a envejecer con dignidad

La jornada cerró con un llamamiento coral a cambiar la mirada: no se trata de “soportar” la menopausia, sino de vivirla con salud, dignidad y acompañamiento. La moderadora, Sarah Santaolalla, lo resumió con una reflexión que podría ser titular: “Durante el embarazo una mujer tiene revisiones, acompañamiento y cuidados constantes. En la menopausia, cuando el cuerpo cambia igual o más, apenas hay seguimiento. ¿Por qué?”.

Las ponentes coincidieron en que el cambio debe ser triple: cultural, sanitario y educativo. La sociedad debe dejar de asociar la menopausia con la pérdida y empezar a verla como una nueva etapa vital; la sanidad pública debe incorporar más formación, recursos y unidades especializadas; y la educación debe incluir la salud hormonal femenina como parte básica del conocimiento médico y social.

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