España es uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo, con 82,2 años. Cada 1 de octubre se celebra el Día Internacional de las Personas de Edad, una fecha para poner en valor la importancia de que nuestros mayores vivan con plenitud esta última etapa, preservando en la medida de lo posible sus capacidades funcionales y su bienestar. En una sociedad tan longeva como la nuestra, el papel de los servicios de atención domiciliaria y de las residencias de mayores resulta imprescindible para cubrir las necesidades de esta franja de población que aumenta progresivamente. Las previsiones para el 2050 indican en nuestro país habrá 16 millones de personas mayores de 64 años, lo que supone un tercio del total de habitantes.

Natalia Romero lleva 20 años trabajando en el Centro de Mayores San Roque y cree que el optimismo es la mejor arma para combatir los achaques típicos de la edad. “Si no tienes un poco de positividad ante la vida, te hundes. Es fundamental que los mayores sean optimistas y tengan ganas de hacer cosas para ver la vida de otra manera”, nos asegura esta terapeuta ocupacional que trabaja como subdirectora del citado centro, de titularidad municipal, pero gestionado por la empresa multiservicios Clece.

Uno de los usuarios más veteranos es Juan Bueno, de 98 años. Su avanzada edad no le impide seguir disfrutando de todo lo que la vida pone a su alcance. “Quiero llegar por lo menos hasta los 115 años y ya después, que me deje Dios tranquilo”, asegura con una sonrisa enorme. Para sus cuidadores es un claro ejemplo de cómo la felicidad puede ser terapéutica.

Juan ha recorrido medio mundo a bordo de un buque mercante, donde trabajaba controlando la temperatura y buen estado de las bujías del motor, una función clave para evitar averías. Natural de Campamento, una pedanía del municipio gaditano de San Roque, en la bahía de Algeciras, ha estado en Italia, Francia, Holanda, Bélgica y ha cruzado el océano dos veces rumbo a Venezuela. Hablar de estos viajes es una de las cosas que más le gustan y, aunque recuerda con nostalgia a todos aquellos que se fueron, sigue viendo la taza medio llena. “Me casé con 40 años y mi mujer, pobrecita, murió muy joven. Yo seguí viviendo en Campamento hasta que pude y después me vine aquí”, nos cuenta. En la residencia de San Roque ha encontrado una segunda familia y se siente feliz.

“Cuando las personas mayores ya no pueden valerse por sí mismas, el mejor sitio donde pueden estar es en una residencia, atendidos por personas especializadas, que cuidan de forma integral sus necesidades. Además, aquí tratan con sus iguales”, subraya Natalia Romero. Aunque cree que “el optimismo es innato a la persona”, hacen terapias grupales para motivarles, que pasen un rato agradable y, sobre todo, que se rían. “El estado de ánimo afecta directamente a la salud de la persona por lo que procuramos fomentar el optimismo”, añade.

Joaquina Cid, de 91 años, sigue viviendo en la misma casa que edificó junto a su marido, gracias al Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD)
Joaquina Cid, de 91 años, sigue viviendo en la misma casa que edificó junto a su marido, gracias al Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD)

Joaquina Cid, de 91 años, tiene la suerte de poder seguir viviendo en su casa de Olivares (Sevilla), la localidad donde residen también la mayoría de sus nueve hijos, nietos y biznietos. Tenerles cerca a todos ellos, nos cuenta, le da la vida. Aunque sigue cocinando y haciendo alguna cosa de la casa, cuenta con la ayuda diaria de una trabajadora del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) de la localidad, también gestionado por Clece.

“Le gusta cantar, tocar las palmas e ir al Rocío, no se pierde una”, nos explica su hija María. Cree que esa vitalidad e interés por seguir haciendo cosas es la mejor medicina para su madre. “Es una mujer con mucho carácter que sigue regañándonos y pendiente de todos nosotros como si fuéramos niños”, asegura.

Ambos son dos caras de la misma moneda. Envejecimiento activo en su propia casa, con la ayuda del SAD, en el caso de Joaquina, y asistencia 24 horas en una residencia de mayores en el caso de Juan. Representan a una generación que ha pasado por todo tipo de penalidades, entre otras, la guerra civil, que les pilló siendo niños. De la vida actual a Juan lo que más le gusta es la televisión en color mientras que Joaquina sueña con montar en avión. En cualquier caso, los dos coinciden en que lo que más les satisface son las pequeñas cosas del día a día: la sonrisa de un ser querido, cantar o bailar, compartir vivencias con los demás y ver salir el sol cada día.