En 2017, el alicantino Valentín Ferrero reunió a varios antiguos rivales que había conocido en su paso por el programa de La2 'Saber y Ganar' y, ya con la denominación de 'Los lobos', comenzaron a concursar en el programa Boom, donde realmente adquirieron una gran familiaridad con los espectadores.

Allí estuvieron concursando 505 programas y dos años hasta que, hace ahora un año, consiguieron llevarse el bote de 6,6 millones de euros. A juzgar por esa cantidad, fue un gran acierto tomar la "durísima" decisión de abandonar su trabajo para dedicarse al programa de Antera 3.

En el vídeo, que ahora ha vuelto a viralizarse a raíz de que Beatriz Talegón lo compartiera, el licenciado en Historia y Doctor en Bellas Artes relata cómo hasta ese momento tenía un contrato de profesor asociado "como el 60% de las plantillas de las universidades españolas" por el que cobraba un salario 'simbólico' de 250 euros al mes. 

"Fíjate si me ha cambiado la vida que cuando empecé este programa sabéis que era profesor asociado en la Universidad, en la facultad de Bellas Artes, y ahora ya no lo soy", respondía a la pregunta del presentador Juanra Bonet, y añadía que "He dejado el trabajo para dedicarme de lleno al programa. Tenía un contrato muy, muy bajo mensual, de asociado de 3 más 3 horas, que son solo 250 euros al mes".

Con gran sentido del humor, Valentín había relatado varias veces que se gastaba casi más en gasolina que en lo que cobraba por dar clases o que una sola pregunta acertada en la bomba de Boom ya le daba el sueldo de un mes. Una situación que, sin la suerte de pasar por un concurso ni la fama que eso genera, parecen vivir una mayoría de los profesores de la malograda educación superior en España: "Es bastante común en la universidad española que el peso mayor de la docencia lo llevemos profesores asociados que estamos entre los 250, 500 y 800 euros. Más del 60% de las plantillas de la universidad española cobran 800 o menos", denunciaba el alicantino. 

Aunque la fortuna le sonrió cuando se inclinó por dedicarse al programa, no resultó sencillo tomar una decisión en contra de su vocación: "Fue muy doloroso tomar la decisión porque me encanta mi profesión. Me encanta la docencia, me encanta la relación con los alumnos, los debates que se establecían en clase... y lo echo mucho de menos".

Lamentablemente, la situación de las universidades no parece mejorar con el paso de los años y se cronifica la falta de recursos en los centros de formación de los profesionales más cualificados.