En las últimas semanas, el proyecto de Vox sobre la expulsión de millones de migrantes ha generado infinidad de reacciones. Son muchos los datos que contradicen el argumentario de la ultraderecha. Uno de ellos tiene que ver con el trabajo en el campo, sector del que, paradójicamente, la formación de Santiago Abascal presume de ser firme defensor. Sin embargo, apuntan muchos agricultores, sería inviable sin la población extranjera.
A poco más de un mes para la vendimia, el reto al que se enfrentan bodegas y agricultores es conseguir mano de obra.
A pesar de que las empresas tiene algo más fácil hacerse con personal, porque ofrecen mayor estabilidad laboral, no les resulta sencillo cubrir las plantillas y el problema se acentúa si hablamos del pequeño agricultor.
Así lo corrobora a ELPLURAL.COM Javier de Frutos, que asegura que "ningún español quiere trabajar en el campo". "No importa lo que les pague. La gente de aquí pefiere hacer cualquier otra cosa, aunque sean más horas, pero del campo no quieren saber nada", indica, precisando que "salvo algún tractorista 'nacional' de alguna finca grande, los operarios son todos extranjeros".
Este agricultor burgalés insiste en que si se expulsara a todos los migrantes de España, "no se movería ni un tomate" en el país. En su zona son rumanos y búlgaros los que principalmente realizan las tareas del campo desde hace tres décadas y en los últimos tiempos han ido llegando africanos, "gente trabajadora que no genera ningún conflicto", enfatiza.
Por norma general, las contrataciones se hacen a través de un intermediario, "pues si quisiéramos hacerlo nosotros tendríamos que ofrecer un curso de riesgos laborales, facilitar todo el material, etc. y como son pocos días, esta es la forma más eficaz de hacerlo", explica.
De forma previa a la vendimia se les contrata para hacer distintas labores: podar, estallar, quitar la hoja, quitar racimos, ... Las viñas que forman parte de la denominación de origen Ribera del Duero han de tener unos cuidados exquisitos, de hecho para mantener la calidad de la uva, el Consejo Regulador tiene establecido 6.900-7.000 kilogramos por hectárea. "Rueda o Castilla La Mancha, son algo menos exigentes, pero aquí hacen falta mucha horas de cuidados", cuenta De Frutos, que reconoce que "piden unos requisitos que ni siquiera sus bodegas llegan a cumplir". Sin embargo, la uva de estos agricultores les interesa porque tiene más calidad. Este enamorado de su profesión teme cuál puede ser el futuro, pues si el precio de la uva cae, "que va a caer", va a ser "muy difícil mantenerse, porque el coste de personal es muy elevado".
De Frutos no niega que haya partes del país donde las condiciones de trabajo en el campo no sean las adecuadas, pero afirma que no es el caso de Castilla y León, donde no solo se cumplen escrupulosamente las horas convenidas, sino que además son los operarios los que marcan el rítmo. "Como no hay, ellos determinan cuándo se hace", apunta. Y lo mismo ocurre con el precio por hora. "En vendimia pagamos lo que se nos pida, porque hay que hacerla en unos días y no se puede esperar", reconoce. Ahora mismo están pagando a 14,50 euros la hora y en vendimia lo harán a 15,50, una cifra que lleva a pensar por qué miles de españoles van a Francia cada año a realizar estas tareas cuando allí el precio oscilan entre los 9,67 y los 11,52 euros/hora.
Temporeros españoles en la vendimia francesa
Mientras la campaña en nuestro país se resiente por falta de mano de obra, miles de españoles viajan a Francia para trabajar en la campaña de vendimia. En 2024 lo hiceron alrededor de 13.500 personas, la mayor parte de ellas procedentes de Andalucía. En menor medida parciparon valencianos, murcianos, castellano manchegos y residentes en otras regiones.
Aunque el 58% de los que se trasladan al país galo para hacer este trabajo son hombres, hay muchas mujeres, el otro 42%. La jornada estándar es de 35 horas semanales, y se recoge un incremento del 25 % entre las horas 36 y 43 y del 50 % superada esa cantidad.
Una campaña de 20-25 días, por tanto, reporta unos ingresos netos, descontando alojamiento y comida, de entre 1.800 y 2.200 euros.