¿Cómo ver una película sobre una pintora sin que aparezca ninguna de sus pinturas? Esta quizá podría ser la pregunta que nos hagamos al salir de la proyección de “La Visita y un Jardín secreto”, un film de Irene M. Borrego. La protagonista es Isabel Santaló, una pintora olvidada, cuyo retrato se entreteje mientras se nos hace partícipes de este olvido. Yo personalmente (como imagino muchos que la han visto) nunca había oído su nombre. Sólo se acuerda Antonio López, uno de los principales pintores del realismo, y es a través de su voz y lo poco que recuerda de ella como vamos conociendo más sobre esta figura desconocida.

Santaló aparece nombrada en una lista de artistas destacadas hace décadas, pero poco más. A medida que transcurre la narración descubrimos que este olvido responde, entre otras muchas circunstancias, al ostracismo al que la condenó su familia por haber decidido ser artista. La oveja negra, el ejemplo que se ponía a los niños de lo que no se debía hacer: “Te vas a convertir en tu tía Isabel” le decían a Irene de pequeña. Isabel es una mujer dura, seca, decidida, firme, perfectamente consciente de sus decisiones y del valor del arte que hace; es, también, una mujer mayor en soledad; sola por decisión propia (no quiso casarse, algo avant la lettre para la España de los setenta, “no quise ser sierva” dice en un momento que me puso los pelos de punta) pero sola también ya anciana, condenada por una familia que no supo entender su libertad.

En el film se entremezclan cuestiones diversas que son también contemporáneas: la precariedad de las profesiones artísticas (plasmada aquí de una manera directa, sin cortapisas, en una edad avanzada), el olvido de las mujeres, la falta de apoyo familiar, la dificultad por sobrevivir en un sistema tan exigente como el del arte… Irene Borrego no quería centrarse en la ancianidad de Isabel en el relato (lo vemos de sobra en la imagen) y por eso todas las personas que hablan lo hacen de la Isabel pintora: “No quería una lectura paternalista sobre ella, en la que muchas veces se cae con las personas mayores. Quería centrarme en lo olvidada que estaba Isabel como artista”.

“La Visita y un Jardín secreto” nace del miedo más que de la admiración, reconoce la directora: “Estaba presente, de manera continua, a lo que nos enfrentamos los artistas: ese vértigo a la precariedad, el miedo, el olvido… lo nuestro es mucho más que un trabajo y muchas veces se lleva por delante muchas otras facetas de la vida. Me preguntaba qué había pasado con esa mujer, que parecía haber sido una pintora notable, que hizo apuestas fuertes en su vida (por sus circunstancias de género, históricas, personales…) y el alto precio que ha tenido que pagar para tener este final”.

Isabel es el retrato de muchas mujeres que decidieron apostar por su libertad y por su profesión, rompiendo el marco opresor que la sociedad (y la familia) les imponía; pero es también el retrato de ella misma, una pintora olvidada que gracias a esta película vuelve al presente con nombre propio. Desde el 8 de diciembre tiene también su entrada en Wikipedia, un paso más para rescatarla a ella, como a tantas otras, del olvido patriarcal.