Tal día como hoy, un 22 de diciembre de 1870, moría Gustavo Adolfo Bécquer. El poeta sevillano, autor de Rimas y Leyendas (Ediciones Cátedra), murió a los 34 años, tras una vida llena de luces y sombras. Un mundo lleno de oposiciones propias y puestas sobre el papel que, con el histrionismo de las grandes figuras de la época, dejó su sello en una obra repleta de contradicciones. En el 149 aniversario de su fallecimiento repasamos seis de sus versos más celebrados.
"Volverán las oscuras golondrinas...", así comienza una de las Rimas más conocidas de este poeta del Romanticismo. Un hombre que supo plasmar en su obra sus múltiples contradicciones. En sus poemas aborda temas como el sueño y la razón, la idea y la palabra, la mujer ideal y la mujer carnal o la aristocracia y el pueblo.
Bécquer, además de ser un hombre de letras, también estuvo muy relacionado con el mundo de la pintura. Su habilidad para la ilustración repercutió en el lenguaje becqueriano de algunas de sus obras dedicadas a la crítica de arte. Formado en el taller de Antonio Cabral Bejarano y el de Joaquín Domínguez Bécquer, su obra fue ganando en colorido y sirviendo para profundizar, más si cabe, en la forma de plasmar su día a día, lleno de matices no impostados que hoy podemos leer recordando su figura.
El 10 de diciembre de 1870, meses después de que falleciera su hermano y tras vivir un periodo de luces, el poeta cae enfermo. 12 días después falleció de tuberculosis. A pesar de su juventud, Bécquer ya había alcanzado algo de fama, pero no fue hasta la publicación póstuma de sus obras cuando se convirtió en el prestigioso autor que ha llegado hasta nuestros días convertido en uno de los más grandes poetas españoles de la historia.
Recordamos seis de sus rimas imprescindibles:
RIMA IX
Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.
RIMA X
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada;
oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
- ¡Es el amor que pasa!
RIMA XIII
Tu pupila es azul y cuando ríes
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul y cuando lloras
las trasparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.
RIMA XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugo su llanto
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino: ella, por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún, ¿por qué callé aquel día?
Y ella dirá, ¿por qué no lloré yo?
RIMA XLIV
Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.
RIMA LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...;
desengáñate, ¡así... no te querrán!