¿Realidad Virtual? ¡Yo, soy tu padre! Antes de que pudiéramos experimentar otros mundos con unas gafas de VR, antes de que los medios se hubieran hecho audiovisuales para no desaparecer y fueran el contenido más consumido por el público. Antes incluso de que cualquiera con un simple móvil y una conexión a internet pudiera tener su propio canal de vídeo… nada más nacer un soporte electrónico — que no digital— llamado vídeo, nació su utilización como forma de expresión artística.
Y es que los humanos en cuanto encontramos algo con lo que expresarnos, lo hacemos. Bien grabando en una piedra con otra, bien encontrando un pigmento para darle color, o bien juntando imágenes que capturamos con artilugios inventandos.
Y a esa forma de expresión artística la llamaron Videoarte.
Una forma de comunicación que no sólo utiliza las imágenes grabadas, lo que no sería mucho más que un nuevo formato de cine, sino que integra el espacio en la obra. A eso entonces, lo llamamos videoinstalación, y permite al artista decirnos no sólo qué tememos que ver, sino cómo.El videoarte tiene por tanto mucho de performance, y de espectáculo, y de museo. Es difícil disfrutar del auténtico video arte en tu casa., salvo que puedas adquirir una de las obras (que no es un DVD) y pedirle al artista que la instale en ella.Al mismo tiempo y al contrario de lo que ocurre con el consumo audiovisual en los hogares ahora, en eso que llamamos multipantalla y que consiste en mirar muchas cosas a la vez, el videoarte exige del espectador su atención plena. Las primeras obras de videoarte eran, claro está, sólo exploración de una herramienta que tenía limitaciones en la calidad de fotografía con respecto al celuloide, pero a cambio contaba con otra frescura, facilidad de producción y gama de efectos visuales propia que atrajo a los artistas a experimentar con ello. Estamos hablando en realidad del formato televisión, puesto que los equipos empleados estaban concebidos para ese medio y por supuesto, era necesario un televisor para ver las obras.