William Finnegan es periodista en The New Yorker, escritor y ha sido corresponsal de guerra en algunos de los conflictos más sonados de los últimos años. En 2016 ganó el prestigioso Premio Pulitzer, y fue por su aclamada biografía Años salvajes, centrada en gran medida en otra de sus habilidades, que ha atravesado su vida como una obsesión: el surf. Esta es una historia de amistad, familia y soledad. Una historia de aventura y evasión del mundo real. Es una historia compuesta de historias de muchas zonas del mundo, de una generación y sus anhelos, la libertaria generación estadounidense que fue joven en los 60. Y por encima de todo, es la historia de un objetivo vital, la búsqueda de la ola perfecta.

Todo comenzó en Hawai

Nacido en 1952, Finnegan comenzó a surfear siendo un niño, cuando se trasladó con su familia a California, y poco después a Hawai. Por aquel entonces no mucha gente se dedicaba a ello. Fue practicando, mejorando, acompañó a este deporte en su propia evolución, y su pasión por él lo llevó, siendo veinteañero, a decidirse a recorrer todos los continentes, junto con su colega Bryan Di Salvatore, en busca del mejor mar surfeable.

También corresponsal de guerra

Ni si quiera su prestigioso trabajo en The New Yorker, en cuya plantilla se integró en 1983, le hizo plantar al surf. Comenzó a ejercer de corresponsal de guerra, y allí donde se trasladaba se llevaba la tabla. Si de niño el surf le servía para desconectar del colegio y sus dilemas, ahora eran las grandes catástrofes bélicas con las que se encontraba de las que se evadía cabalgando el agua con la tabla bajo los pies. Hoy, Finnegan, ya jubilado, sigue lanzándose a las olas, y lo cuenta en esta especie de On the road trasladado al mar, espléndidamente escrito y revelador, que nos enfrenta a lo que somos y a lo que querríamos ser, a otros horizontes, otras maneras y motivos de vivir y de motivos. Años salvajes. Editorial Libros del Asteroide. https://vimeo.com/187830479