Uno de los grandes retos de la salud pública es combatir el tabaquismo, que en el caso de Europa afecta al 25,3% de la población, según datos de la OMS, que alerta de que el viejo continente podría convertirse en 2030 en la región con mayor número de fumadores si no se consigue acelerar progresivamente el número de personas que abandonan este mal hábito. En este sentido destaca el Reino Unido como caso de éxito al conseguir reducir el porcentaje de fumadores del 33% en 2006 al 12% en 2020, según datos del Eurobarómetro. Estas cifras implican una caída del 64%, frente a una media europea que apenas alcanza el 28%. ¿Cómo se ha conseguido? Con un enfoque basado en la ciencia y la reducción de daños, ofreciendo alternativas menos perjudiciales a aquellas personas que no consiguen abandonar el tabaco. 

El departamento de Salud Pública del Reino Unido (PHE por sus siglas en inglés Public Health England), lleva años analizando los efectos de los cigarrillos electrónicos. En 2022, publicó un informe que concluye que vapear es un 95% menos dañino que fumar cigarrillos tradicionales. La clave está en la eliminación de sustancias tóxicas como el alquitrán y el monóxido de carbono, presentes en el humo del tabaco, pero ausentes en los aerosoles que generan los vapeadores.

Además, los datos indican que el uso de cigarrillos electrónicos como herramienta para dejar de fumar es más eficaz que otras terapias de reemplazo de nicotina, como parches o chicles. Según el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS), casi dos tercios de los fumadores que recurren a los vapeadores junto con asesoramiento especializado logran abandonar el tabaco. Estos resultados han reforzado la apuesta del país por las políticas de reducción de daños.

La campaña británica: mitos y realidades del vapeo

En paralelo, el Reino Unido ha desarrollado una intensa estrategia informativa para combatir la desinformación sobre los cigarrillos electrónicos. Ejemplo de ello es la campaña 'Kickstart Your Health' ('Impulsa tu salud'), puesta en marcha en 2020 por el NHS, con el objetivo de desmontar algunos de los mitos más arraigados sobre el vapeo, partiendo de la base de que esta práctica no es inocua y sólo se recomienda a los fumadores adultos como ayuda para dejar de fumar. Entre los mitos que desmonta están:

  • Vapear es tan perjudicial como fumar. Es falso, la realidad, según el NHS, es que aunque vapear no está exento de riesgos, estos son "sustancialmente menores" que los del tabaquismo.
    Expertos británicos analizaron en 2022 la evidencia científica al respecto y concluyeron que los vapeadores no contienen muchas de las sustancias tóxicas presentes en el humo del tabaco, como el alquitrán y el monóxido de carbono, sustancias vinculadas al cáncer, enfermedades pulmonares y cardiovasculares. 
  • La nicotina es muy perjudicial para la salud. Falso. La nicotina es la sustancia que provoca la adicción, pero por sí misma, no provoca cáncer, enfermedades pulmonares, cardiopatías ni accidentes cerebrovasculares, y se ha utilizado con seguridad durante muchos años en medicamentos para ayudar a las personas a dejar de fumar.
  • El vapeo no ayuda a dejar de fumar. Para los expertos del Reino Unido, no solo es falso, sino que se trata de una de las ayudas más eficaces para dejar de fumar. 
  • El vapeo causa “bronquitis obstructiva”. No es cierto, esta patología se refiere a una enfermedad rara llamada bronquiolitis obliterante que se detectó en un grupo de trabajadores de una fábrica expuestos a una sustancia química (diacetilo), utilizada para dar sabor a las palomitas de maíz. Esta sustancia está presente en el humo de los cigarrillos, pero está prohibida como ingrediente de los vapeadores de nicotina y los e-líquidos regulados en el Reino Unido.

El millón de vapeadores: un cambio de paradigma

Convencida de estas evidencias, la administración británica distribuyó de forma gratuita de un millón de cigarrillos electrónicos a fumadores adultos que no consiguen abandonar el tabaco por otros medios. Este programa, pionero en el mundo, tiene como objetivo facilitar el acceso a estas alternativas menos dañinas a una población que, de otro modo, seguiría expuesta a los riesgos del tabaquismo.

A pesar de los logros, las políticas británicas han enfrentado críticas tanto dentro como fuera del país. Algunos argumentan que el uso de cigarrillos electrónicos podría normalizar el consumo de nicotina entre los jóvenes o actuar como puerta de entrada al tabaquismo. Sin embargo, los datos no respaldan estas preocupaciones. Según Public Health England, el porcentaje de adolescentes que adoptan el vapeo sin haber sido fumadores previamente sigue siendo bajo, especialmente en comparación con otros países donde la regulación es más laxa.

Además, el NHS ha sido claro en su mensaje: los cigarrillos electrónicos están dirigidos exclusivamente a fumadores adultos, y el objetivo último es dejar de fumar por completo. Este enfoque ético ha sido fundamental para garantizar que las políticas de reducción de daños no se malinterpreten como una promoción del vapeo entre la población general.

En el Reino Unido los vapeadores de nicotina están estrictamente regulados. Todos los productos a la venta deben ser notificados a la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA) con información detallada que incluya una lista de todos los ingredientes.