Jose mira con los ojos perdidos a la mujer que tiene enfrente. Parece imposible que haya borrado de su memoria tantas décadas de amor y convivencia. Es difícil saber por qué caminos de su pasado transita cuando pronuncia frases aparentemente inconexas.

Pasa sus días en una residencia, a la que hubo que recurrir tras acabar perdido en la calle en varias ocasiones. 

Él es una de las 800.000 personas que aproximadamente hay en España con Alzheimer, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que precisa que cada año se diagnostican unos 40.000 nuevos casos.

"Es la enfermedad neurodegenerativa más prevalente y una de las diez principales causas de discapacidad, dependencia y mortalidad en todo el mundo", afirma la Dra. Raquel Sánchez del Valle, Coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN.

El Alzheimer está "muy ligado al envejecimiento" y afecta principalmente a "personas mayores de 65 años", por lo que la cifra de enfermos no dejará de crecer en los próximos años, dado el aumento de la esperanza de vida. 

El cada mayor número de casos de demencias vasculares, demencia con cuerpos de Lewy y demencia frontotemporal, pero, sobre todo, de Alzheimer, "hará que dentro de 5 años haya ya más de 78 millones de personas afectadas  en el mundo, y que en 25 años haya cerca de 140 millones", adiverte esta especialista.

Esto convierte esta enfermedad en uno de los mayores retos sanitarios mundiales, que hay que abordar desde tres ámbitos: la detección temprana, la ralentización de la progresión de la enfermedad y la prevención.

Casi uno de cada dos casos se puede prevenir

A pesar de que la edad es el principal factor de riesgo para desarrollar Alzheimer, casi uno de cada dos casos se puede prevenir, pues está relacionado con factores modificables del estilo de vida y de riesgo vascular.

"Evitar el alcohol y el tabaco, realizar ejercicio físico, socializar y mantenerse cognitivamente activo, corregir la pérdida de audición o visión, tener un peso saludable, controlar la diabetes, la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial, y evitar los traumatismos cerebrales y la exposición a la contaminación ambiental", son medidas que nos protegen frente a la demencia.

Diagnosticar a tiempo

Otro aspecto importante desde el que abordar la enfermedad es el del diagnóstico, pues el Alzheimer está infradiagnosticado en nuestro país, sobre todo, en los casos que aún son leves.

La SEN estima que más del 50 % de los afectados en fases tempranas está sin diagnosticar y que el tiempo que transcurre entre la aparición de los primeros síntomas  y el diagnóstico puede superar los 2 años.

En los últimos tiempos se han hecho grandes avances en lo que respecta a técnicas diagnósticas de imagen y de diagnóstico bioquímico y ya se dispone de marcadores en sangre que mejoran los tiempos de detección de la enfermedad, de forma inicial y de manera certera.

Sin embargo, desde la Sociedad Española de Neurología, alertan de que, pese a esto, entre el 30 y el 50% de las personas que padecen algún tipo de demencia no llega a ser diagnosticada formalmente.

En este contexto, el Grupo de Estudio de Conducta y Demencias hace un llamamiento al uso de biomarcadores en sangre.

"Diagnosticar correctamente el Alzheimer permite el inicio temprano de tratamientos específicos, el acceso a medidas de apoyo social y económico, y una planificación futura adecuada, lo que aporta innumerables beneficios, tanto para los pacientes, como para sus familiares y cuidadores", explica la Dra. Sánchez del Valle. 

Actualmente es posible realizar un diagnóstico "preciso y precoz" de esta patología, por lo que anima a "que se identifique correctamente la enfermedad; a que no se limite a diagnósticos genéricos de 'demencia', que solo describen un conjunto de síntomas; y a que no se banalicen sus síntomas en el marco del envejecimiento, porque no forman parte del envejecimiento normal del cerebro".

"Si consideramos la cada vez más cercana disponibilidad de fármacos modificadores de la enfermedad, la confirmación biológica de esta se vuelve imprescindible", enfatiza. 

Tratamientos que frenan el deterioro

La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ya ha recomendado la aprobación de dos fármacos modificadores de la enfermedad en fases iniciales, lecanemab y donanemab. Actúan eliminando o reduciendo las placas de beta-amiloide en el cerebro, ralentizando el deterioro cognitivo. Pero, además, en el mundo hay en investigación "más de 100 nuevos compuestos, y en los próximos meses se conocerán los resultados de fármacos enfocados a novedosas dianas terapéuticas", avanza esta neuróloga.

Esto supone que en futuro próximo "podríamos disponer de varios fármacos con eficacia clínica y capaces de modificar de forma clara la biología de la enfermedad", añade, insistiendo en que "son los biomarcadores los que permitirán seleccionar a aquellos pacientes que realmente se puedan beneficiar de estos nuevos fármacos". Generalizar su uso para el diagnóstico es clave. "Si actualmente solo se emplea en el 10-20% de los diagnósticos, tenemos que pasar en los próximos años al 80-90 %", zanja. 

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