Sólo el mayor impulso de las exportaciones inyecta nutrientes a la debilitada producción nacional. Y seguirá cayendo, claro, la afiliación a la Seguridad Social en esta insegura sociedad llena de oscuros nubarrones. Rajoy, sin embargo, eleva la reforma laboral a los altares.

“Si hubiera estado en vigor ya en 2008 no se hubieran destruido tres millones de puestos de trabajo desde entonces”, asegura disfrazándose de buen samaritano, a la vez que lanza indirectas al anterior presidente y justifica el derrumbe de los más elementales derechos. Un escudo protector para llevar a cabo los tradicionales instintos de la derecha extrema.

“Ustedes han puesto precio a los derechos”, replica Pérez Rubalcaba bajo el síndrome de la depresión electoral del PSC. Pues sí. El mercado se impone más cada día. Paso a paso promueven sus tesis en Sanidad, Educación, Justicia… Unos pueden y podrán hacer lo que les venga en gana, y otros pierden recursos y continuarán desinflándose con estas acciones abusivas. La clase trabajadora tiene mucho menos o lo va perdiendo todo. Para completar la siniestra broma, incluso tendrá que abonar tasas judiciales si aspira a defenderse.

Aun así, Rajoy ve luces donde sólo reina la oscuridad. “Todas las políticas del Gobierno pretenden sentar unas bases sólidas para mejorar la situación económica”, nos  dice tan campante. Persigue la mejora de los servicios públicos derruyéndolos. Busca aumentar los ingresos de las administraciones a costa de los tontos para que continúen viviendo muy bien los listos. Crecer y crear empleo, sí. Dignamente.

Vale la sostenibilidad de las cuentas públicas, pero sin atropellar a la población en beneficio de los más gordos y de unos pésimos dirigentes que velan por su interés y el de sus cómplices. Rajoy se sirve del déficit que no ha generado la ciudadanía para hacer lo que él y los suyos siempre quisieron realizar.

Ésta es la lucha eficaz contra la crisis y éste es el nuevo modelo social que se implanta aunque muchos no se enteren y crean que esto es circunstancial. No será así si seguimos por esta imparable dirección. La máxima consiste en “No puedo pagar los derechos, luego no los tengo”.

Así las cosas, el turbio FMI espera que España salga del hoyo en 2014 y con una progresiva aceleración. Rompe las tristes previsiones de Rajoy y compañía, y los demás sufren la fuerte tormenta que nos empapa. Sí mejoramos en materia de reforma del sistema financiero y “gracias al BCE”.

Los favores, eso sí, tienen un precio. Los flacos abonan la factura con lo poco que les queda… Ayudar a la banca implica el cierre de sucursales y miles de despidos. O sea, que para arreglar supuestamente esto de la recesión debe hundirse al personal hasta quitarle el pulso.

Los hogares se endeudaron, sí. Unos por pura y simple necesidad. Otros cayeron en el exceso. Pero podían pagar sus deudas. Hoy, muchos tienen lastrado el presente y el futuro. Estafar es la regla de hojalata en esta salida de la crisis sin salida social. Menos costes laborales y más producción, de cara a las exportaciones especialmente como ya se ha dicho, siguen siendo la magistral fórmula.

Bien conocen ustedes lo de “que se jodan”… En suma, la indefensión, la precariedad y la pobreza, con 13 millones de pobres en nuestro país, cantidad que sube al año con un millón de individuos, constituyen este fatal trío de ases. Los tres raquíticos mosqueteros cabalgan junto a los látigos de estos vividores que golpean tranquilamente o en medio de inocuas pataletas.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos