No todas las experiencias enseñan; no siempre nos hacen mejores. A veces arañan, agrietan y descolocan mucho más de lo que promete el buenismo del vaso medio lleno. Pero algo sí es seguro: vivirlo todo, sentirlo todo y mirar atrás con orgullo es más llevadero si te rodeas de tus Ale, Carlota, Emma, Lucía, Iraides, Miriam, Sauditu y Camila de confianza. Como hace Bely en el videoclip de “Desconocerte”: un espacio seguro, sin vergüenzas ni miedos, donde el foco está en lo propio y no en la mirada ajena.
En semanas donde se ha viralizado el debate que plantea si ahora tener pareja, en el terreno heterosexual, debería ser avergonzante o no. Donde el acabar sola rodeada de gatos se visualiza utópico y no desolador. Donde las jerarquías relacionales ya no están presididas por defecto por familias no elegidas. Donde, aunque todo esté montado para que nos arrejuntemos en el pago de alquileres e hipotecas, existen nuevas fórmulas de volver a elegirnos por amor y no por supervivencia. En medio de todo esto, “Amor letal” irrumpe como un rayo de coherencia.
El nuevo disco donde Bely Basarte nos coge de la mano para atravesar los negros más lógrebos y los blancos más cándidos hasta dejarnos en un rosa violáceo con textura de lazo pomposo. Colocando los ladrillos de su portada, la del disco, uno a uno hasta conseguir una pared sólida en la que apoyarnos juntas a hablar sobre cada una de las conclusiones que nos regala.
Empiezo con una advertencia: ella misma ha asignado un segundo título a cada canción, que para ti y para mí funcionan como paradas en el camino. Y, como quien arranca de golpe una tirita —igual que en el videoclip de “Amor letal”—, iremos primero a las más duras: grieta, ruptura, autodestrucción.
A medida que avanzamos, vamos acumulando capas que nos protegen para enfrentarnos a contratiempos con forma de cuernos, mentiras, manipulaciones, invalidaciones y esas malas maneras de querer poseer. Así nos adentramos en piezas como “Pobre Diablo”, “Mi desastre”, “Desconocerte” y la propia “Amor letal”.
¿Soy la única que ha conocido estos términos en la práctica? Estamos en la tesitura de ser conscientes de que todo lo que nos sobra. Todo eso que es tan difícil soltar y que está directamente atado, con nudo marinero, a la descolocación que trae el ansia de compartir apegos. En la entrevista verás qué responde Bely a la gran incógnita de “¿se puede amar sin vaciarse?”.
Ya vamos combatiendo las piedras de esta ruta y nos llega la oleada de vergüenza y culpa. Las dos emociones que han manipulado a toda la humanidad, y al género femenino en particular, durante siglos. Así que nos reímos de ellas con la frase “¿Cómo pude enamorarme?” en “Desconocerte”. Desde la ternura y la compañía de tus amigas que no ridiculizan tu sentir, sino que abrazan tu capacidad de lanzarte a tomarte la vida según viene. Vamos, el fluir de verdad, no el de TikTok.
No todos son sombras, ahora pasamos a la euforia, la ternura y ese florecer sobre el asfalto que nos traen temas como “Incondicional”, “Mi Mejor Versión” o “Amsterdam”. Podemos ir quitándonos armaduras hasta llegar a esa frase de “La vida me ha hecho tan libre” de “Incondicional”.
¿Soy la única que ha dado aplausos rápidos al aire al ver los vídeos de “Incondicional”? Son una prueba gráfica de que, aunque no sea una meta persé, ser testigo de miradas tan conectadas, es un privilegio. Y me lleva directamente a las primeras veces que coincidí con Bely en eventos, acompañada del también co-autor y co-productor de alguno de los temas de este disco, donde mirarlos mirarse era precioso en sí mismo. Pero de esto también hemos hablado en la entrevista en vídeo. El logro está en vivir todas las vidas que me comentaba Bely, desde la ternura.
También hablamos de sinestesia, eso de: “imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente”. Confieso que, a menudo, cuando interactúo con personas me viene a la cabeza un amuleto que recoge la esencia (a mis ojos) de ese alguien. Tiene una forma, unas texturas y unos colores.
Es algo que he confesado pocas veces. Pero para mí este disco es como un reloj de arena ornamento con detalles de flores bañadas en oro rosa. La arena cae despacio de color lila. Entiendo que es por la defensa de la vida lenta que siento que ensalza el disco. Dentro, en la parte más baja, tiene un lacito negro oscuro bien atusado, que será enterrado pronto al derramarse todo el peso sobre él. Sería esa vida pasada de la que nos desprendemos. Y el reloj no flota, está suspendido gracias a un lazo translúcido rosa que no deja que se convierta en pequeños cristales al tocar el suelo.
Y aquí se acaba el viaje, vuelve a empezar si necesitas un poco de regodeo en alguna de las estaciones. Para este disco la artista me contaba que se ha metido de lleno a compartir todo el proceso creativo, horas de estudio, nuevos sonidos. En la entrevista verás que hablamos de guitarras de 12 cuerdas. No solo en cuanto al sonido, sino que ha recopilado el sentir real detrás de cada canción en su nuevo libro.
Nos vemos en enero cuando salga el libro que acompaña a este álbum, “La vida es esto, amor”, o en los escenarios por su próxima gira.