Hace justo 182 años se produjo el fusilamiento del teniente general Diego de León. Un episodio que, además de tener la peculiaridad de que el fusilado fue quien dio la orden al batallón de fusilamiento, nos permite hablar de unos objetos muy singulares. Las reliquias profanas.

Quien piense que las reliquias es cosa de católicos está muy equivocado. Ni siquiera Martín Lutero, tan enemigo de ese fenómeno, pudo impedir que después de muerto su tintero y una cuchara de su casa siguiesen siendo objetos reverenciados.

Así podríamos seguir con otras tantas religiones pasadas y presentes veneradoras de todo tipo de cachivaches, pero lo que sorprende más aun,es que existan reliquias en el mundo profano, alejadas de toda sacralidad y de las que, por supuesto, no se espera ningún milagro.

La casaca de Diego de León


La casaca de Diego de León.

Empezabamos hablando de Diego de León porque el uniforme de húsar que llevaba durante su fusilamiento se conserva en el Museo del Ejército con sus seis impactos de bala en la pelliza y el dolman, pero desde luego no es el único caso. El gabán, la levita y la berlina del general Prim el día que fue tiroteado en la calle del Turco, así como el corsé de la reina Isabel II cuando fue apuñalada por el cura Merino, son pruebas contundentes del simbolismo que pueden alcanzar ciertos objetos.

Es cierto que en el mundo militar, hay objetos considerados desde antiguo trofeos, como el farol de la galera turca de Alí-Bajá conservada en el monasterio de Guadalupe desde la batalla de Lepanto, pero en otros casos dichos objetos rayan el fetichismo como la ropa interior del capitán Santiago Cortés, que antiguamente se exponía cuando el Museo del Ejército estaba en Madrid.

De la misma manera ocurre en mundos tan antagonistas a las reliquias católicas como es el estalinismo, donde aún así se conservan infinidad de reliquias que no dejan de ser parte del culto al lider. Desde la vajilla de su madre, a los puros que se fumaba, pasando por su máscara mortuoria e incluso la casa donde nació. Conservada tal cual en la localidad de Gori y que recuerda inevitablemente al culto a los santos lugares donde la casa más humilde se rodeaba de lujosos mármoles para reverencia de los fieles.

La casa de Stalin y la casa de san Pedro, la cara y la cruz de la misma moneda, la necesidad humana de rendir culto a los objetos

La casa de Stalin y la casa de san Pedro, la cara y la cruz de la misma moneda, la necesidad humana de rendir culto a los objetos.

Así podríamos seguir con infinidad de sectores de la sociedad como la música donde más allá de las típicas subastas, donde los fans pujan por los bártulos más inimaginables, nos encontramos piezas de especial simbolismo, como los moldes de las manos del músico Pau Casals, aquellas mismas que los nazis amenazaron con quemar tras el desplante que les dio el violonchelista tarraconense.

Una duda razonable en las reliquias es quién demonios hace 2000 años estaba guardando las pajas del portal de Belén (que ahora hay en las Descalzas Reales de Madrid) o las migas de la ultima cena (que decían que había en la localidad de Borja) para que se les rindiese culto en el futuro y sin embargo a infinidad de reliquias profanas no se les cuestiona su origen.

Tal es el caso de la paleta de Goya, que fue adquirida por la Real Academia de San Fernando por 3.000 pesetas del año 1933 con el certificado de autenticidad de que Federico Madrazo había visto dicha paleta en manos de la familia de Antonio de Brugada, viejo amigo de Goya antes de morir en Burdeos.

Cómo se podría demostrar que de verdad esta paleta perteneció a Goya

¿Cómo se podría demostrar que de verdad esta paleta perteneció a Goya?

Ni si quiera la política se salva de esta costumbre pues quien camine por los pasillos del Congreso de los Diputados podrá contemplar una rejilla del aire acondicionado perfectamente enmarcada con el mismo boato que las reliquias. Su mérito principal es haber recibido el impacto de bala del golpista tejero. Puede ser que al final, todo esto de las reliquias sea una costumbre que en mayor o menor medida nos pasa a todos los humanos que embadurnamos objetos cotidianos con recuerdos, sentimientos… hasta hacerlos piezas de incalculable valor, mientras que para el resto de la humanidad pueden ser simples trastos con un ridículo valor.

La rejilla del aire acondicionado donde impactó una de las balas de Tejero y la reja del locutorio a través de la que se conocieron san Juan de la Cruz y santa Teresa

La rejilla del aire acondicionado donde impactó una de las balas de Tejero y la reja del locutorio a través de la que se conocieron san Juan de la Cruz y santa Teresa.