Con el auge de las redes sociales han surgido nuevas palabras perfectamente asimiladas en nuestro idioma (los followers, los haters, los influencer…) sin embargo una de ellas los “ofendiditos” ya existían en nuestro vocabulario, porque aquellas personas que se escandalizan a la primera de cambio están descritas en nuestros diccionarios, son los pazguatos.
Aunque hay dudas sobre si pazguato proviene del latín pacificātus (reconciliado) o “pacato” (persona con excesivos escrúpulos) todos los especialistas parecen coincidir en que pazguato además es sinónimo de persona con poca agilidad mental. La historia está repleta de episodios en los que por auténticas minucias se armaron gigantescas trifulcas, es decir, que hay pazguatos en todo siglo y en todo lugar.
Flavio Josefo nos narra cómo en Jerusalén, durante la pascua judía, se desató una batalla campal con miles de muertes y cuya razón principal fue, un pedo.

Templo de Jerusalén donde una mofa ofendió tanto que desembocó en una batalla campal.

Como este tipo de eventos reunían a una enorme multitud, el procurador romano Ventidio Cumano pensó, que lo mejor era posicionar un destacamento de sus soldados en las inmediaciones del Templo para así mantener el orden. El resultado fue todo lo contrario ya que uno de ellos: “se subió la túnica, volvió el trasero hacia los judíos con una inclinación burlona y dejó escapar el indecente sonido que correspondía a su posición”.
Pero también entre los romanos hubo pazguatos memorables. El caso más evidente es el emperador Domiciano, que según nos cuenta Suetonio, se ofendió tanto por lo que había escrito el historiador Hermógenes de Tarso, por lo que decidió ejecutarle y ya de paso crucificar a todos los copistas de su obra.
Siglos atrás pero también en Roma se tomaron represalias contra los perros, porque en el año 390 a.C. no avisaron de la llegada de los bárbaros de Breno, y tuvieron que ser las ocas del templo de Juno Moneta las que diesen la voz de alarma. Desde entonces esa ofensa hacia los perros se saldó con un castigo hacia los canes que se convirtió en tradición el famoso “supplicia canum”.
En el mundo eclesiástico pasó otro tanto de lo mismo, especialmente con los desnudos con los que se ofendieron papas e inquisidores. El primer ejemplo sería Pio V, quién ofendido por los desnudos del juicio final que pintó Miguel Ángel encargó al pintor Daniele da Volterra que solucionase aquello. Este lo hizo repintando la obra de Buonarroti cubriendo con oportunos paños las partes nobles de los personajes. es por ello de desde aquel atentado artístico Volterra fue conocido como “Il Braghettone”.
 

La Capilla Sixtina fue repintada por Daniele da Volterra por orden del escandalizado Pío V, con ello se trató de ocultar las partes pudendas de las figuras.


Precisamente durante este papado la Inquisición tuvo su auge. La prueba evidente es que no pararon de sentirse ofendidos por los dichosos desnudos. A tanto llegó esta obsesión, que si nos fijamos bien en las representaciones pictóricas del Niño Jesús en esa época nos daremos cuenta que sale envuelto en ropajes hasta apenas distinguir la cara. Y es que hasta el Niño Jesús era motivo de escándalo.
Para llevar a cabo este férreo control, la Inquisición dispuso de un cuerpo de veedores, es decir censores que se encargasen de ver (de ahí el nombre) y señalar las incorreciones artísticas. Tanto es así que Francisco Pacheco (maestro de Velázquez) fue uno de estos veedores y miembro del tribunal que examinó al joven Diego Velázquez.
 

Los desnudos también estuvieron prohibidos incluidos el de los niños, de ahí que Velázquez pintase tan arropado al Niño Jesús siguiendo los dictados de la Inquisición.


Con la llegada de la prensa escrita, aparecen también las columnas de opinión, espacios donde los pazguatos se desinhiben y así lo vemos en un periódico de claro corte religioso y conservador titulado “Las Ánimas” en aquellas páginas la ofensa era el cancan, un baile que hoy nos resultaría completamente anodino y que en aquel entonces se veía como un auténtico escándalo.

Periódico de Las Ánimas refleja un sector de la sociedad clave en todos los siglos, los pazguatos.