A menudo se asocian a la Inquisición términos como: intransigencia o fanatismo y se tiende a olvidar otros aspectos como: codicia, corrupción, el desfalco y otras ansias de poder que nos recuerdan a los escándalos de nuestros días.
Hoy hemos querido destacar la figura de inquisidor Diego Rodríguez Lucero porque se cumplen 521 años de una de sus principales tropelías, quemar en Córdoba a 27 personas vivas con tal de darse el gusto de saciar su ambición.

De Diego Rodríguez Lucero, conocido como El tenebroso, se llegó a decir que estaba inspirado por Satanás

De Diego Rodríguez Lucero, conocido como 'El tenebroso', se llegó a decir que estaba “inspirado por Satanás”.

Proveniente de Moguer su familia comenzó a extenderse por los puestos eclesiásticos recurriendo al nepotismo. Uno de sus sobrinos, Rodrigo Lucero, alcanzó el puesto de corregidor y el otro sobrino acabó como canónigo de la catedral de Sevilla, eso sí sin olvidarse del hijo bastardo que este sobrino tuvo a quien también dieron un puesto en la misma catedral.

Por su parte, nuestro protagonista, Diego Rodríguez Lucero, adquirió entre 1493 y 1495 un jugoso cargo, juez de bienes confiscados en Jerez de la Frontera. Las ventajas que tenía el Santo Oficio para confiscar bienes, le hizo convertirse en una maquinaria de crear herejes. Acusados que con o sin razón acabaron en el punto de mira de los ávidos inquisidores.

A esta situación se le suma que en el año 1499 el arzobispo Diego de Deza logró el cargo de inquisidor general, dando vía libre al furor de Diego Rodríguez Lucero, al que ya se empezaba a conocer como “el Tenebroso”.

Diego Rodríguez Lucero nunca hubiera llegado tan lejos sin el beneplácito de sus superiores

Como tantos otros corruptos Diego Rodríguez Lucero nunca hubiera llegado tan lejos sin el beneplácito de sus superiores, en este caso el inquisidor general Diego de Deza.

Recordemos que Diego de Deza en su cerrazón fanática había procesado al mismísimo Antonio de Nebrija, bajo la absurda excusa de que el gramático había puesto de manifiesto los errores de traducción que tenía la Biblia.

Con todo ello el 7 de septiembre de 1499, Diego Rodríguez Lucero ascendió en su cargo hasta ser inquisidor de Córdoba, una ciudad con una importante población conversa pero también una de las ciudades más ricas de Castilla.

El omnímodo poder de Diego Rodríguez Lucero se evidenció en la libertad que tuvo para hacer gravísimas acusaciones sin más fundamento que sus odios políticos, de este modo acusó de judaizante a fray Hernando de Talavera, el confesor de la reina.
No es de extrañar por tanto que, abusando de su poder, hiciese detenciones masivas, y ejecuciones multitudinarias como la ocurrida en Córdoba el 30 de abril de 1502 logrando así una cuantiosa suma en concepto de confiscaciones.

Córdoba vivió verdaderos momentos de terror bajo el dominio de Diego Rodríguez Lucero

Córdoba vivió verdaderos momentos de terror bajo el dominio de Diego Rodríguez Lucero.

La situación se volvió tan escandalosa que llamó la atención de Felipe el Hermoso, quien suspendiendo todos los procesos de Córdoba dejó a Diego Rodríguez Lucero en la estacada. Como viene siendo normal en los corruptos cuando la mano derecha del líder cae, nadie mueve un dedo si no es para salvar su pequeña parcela de poder, y así lo hizo Diego de Deza que intentando salvar su título de inquisidor general dejó a Rodríguez Lucero a merced de los acontecimientos.

Cohesionada la población cordobesa por el marqués de Priego, Pedro Fernández de Córdoba, se asaltó la cárcel de la inquisición, se liberó a los presos y se buscó a Rodríguez Lucero para darle su merecido. Pero la cobardía del que fue todo poderoso se puso de manifiesto cuando huyó miserablemente por la puerta de atrás del alcázar real a lomos de una mula.

El descontrol al que se había llegado hizo necesaria la creación de un organismo que pusiera orden en aquellas incautaciones y ejecuciones a todas luces injustas. Para ello se creó en 1508 la Católica y Venerable Congregación de Burgos, que permitió restituir propiedades, anular sentencias y liberar prisioneros.

Curiosamente quien salió mal parado por culpa de esta Congregación de Burgos fue el marqués de Priego. Aquel que puso punto final a los desmanes inquisitoriales acabó siendo desterrado, pues más allá de los derechos y la justicia que reclamaba la población, lo que verdaderamente estaba en juego en esa nueva situación era el reparto del poder que había desplegado la Inquisición.

Como era previsible en aquel siglo XVI, el poder no podía terminar en manos de un aristócrata local y por supuesto acabó recayendo en manos de Fernando el Católico que como rey puso límite al poder de la Inquisición, con tal de ejercer el suyo.

Había que ser muy incauto para pensar que Fernando el Católico iba a dejar escapar una oportunidad así para adquirir más poder

Había que ser muy incauto para pensar que Fernando el Católico iba a dejar escapar una oportunidad así para adquirir más poder.