Cinco meses. Este es el tiempo exacto que ha pasado desde que José Manuel Soria tuvo que dimitir por su implicación en el escándalo de los Papeles de Panamá hasta que el Gobierno en funciones de Mariano Rajoy, su gran amigo, se puso manos a la obra para conseguir colocarle. Aunque en esta ocasión el dedazo viene de la mano de Luis de Guindos, su otro amigo.

¿Que dónde? Pues nada más y nada menos que en el Banco Mundial y como director ejecutivo. Desde que se conociese este posible nombramiento, minutos después de acabar la segunda votación de la investidura fallida de Rajoy, estalló la polémica.

Un ministro que tras contradicciones, mentiras y presiones de la prensa, acabó dimitiendo, era el elegido para encabezar uno de los organismos económicos más importantes a nivel mundial. Para acallar las críticas, han sido muchos los ministros y miembros del Gobierno en funciones que han salido en defensa de Soria y de su nombramiento. El problema es que la mayoría de las palabras pronunciadas distorsionan o contradicen la realidad.

Y, al final, para nada. Después de construir toda una historia que justificase el dedazo, José Manuel Soria ha decidido que rechaza el posible puesto, que esto no es para él. Aún así, repasamos los principales argumentos usados por el Gobierno en funciones para justificar este nombramiento que finalmente no será.