Hay tres consejeros en el Gobierno de coalición de la Junta de Andalucía de Moreno Bonilla a los que ya se dan por amortizados. Se trata del Consejero de Salud, Jesús Aguirre, achicharrado por su nefasta labor durante la crisis de la lifteria. Además Aguirre se está quemando cada día que pasa por la pésima gestión que hace que los profesionales de la sanidad que un día protestaron contra el Gobierno andaluz, ahora hayan dirigido sus críticas contra el actual responsable de Salud por la situación de los hospitales, las lista de espera, la falta de personal y en definitiva, por una situación de la sanidad pública andaluza que empeora desde la llegada del PP y Ciudadanos al Gobierno autonómico. El segundo miembro del Ejecutivo autónomo amortizado y con aspiraciones a salir en una futura crisis de gobierno sería la cuestionada y polémica consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, por sus errores garrafales, declaraciones polémicas y cesiones a la ultraderechista VOX.

Y el otro consejero literalmente achicharrado en su propia brasa es el titular de Educación, Javier Imbroda, de la bancada de Ciudadanos. Si Aguirre continua en Salud es porque un hombre impuesto por Pablo Casado a Moreno Bonilla. Y si Imbroda no ha visto un decreto con la firma del presidente autonómico con su cese es porque pertenece al partido naranja y Bonilla no quiere problemas con su socio naranja.

Motivos para que Imbroda hubiera visto ya su cese en el BOJA los hay a montones desde el nombramiento de la hermana del Presidente de la Junta de Andalucía como directora de un centro habiendo sacado menor nota que otra competidora hasta tener revuelta a la comunidad educativa con protestas de los profesores interinos a muchos de los cuales se les ha puesto en la calle, despidos de maestras de infantil o monitoras de guarderías, También los docentes de Primaria andan a la greña por los nuevos horarios, las AMPAS cabreadas con los deseos de Imbroda, expresados en distintas ocasiones de quitarles poder,

Machista y altivo

Alguna intervención con tono machista y altivo le ha costado el “repaso” en toda regla de parlamentarias de la oposición en el Parlamento. A todo ello se unen los planes del Ejecutivo autonómico apoyado por Vox de aprobar una nueva norma educativa que posibilite el cierre de aulas públicas y los deseos de Imbroda de potenciar a los colegios y centros privados en detrimento de la enseñanza pública.

Con estos antecedentes y este escenario no extraña que Imbroda comience a tener conflictos con la comunidad escolar cuando acude a actos oficiales. El último ha sucedido en Jaén a donde acudió para mantener una reunión con el alcalde de la capital este pasado miércoles. A su llegada se encontró con las protestas de un grupo numeroso de alcaldes de la provincia afectados por el cierre de los comedores escolares y que no van a tener más solución que organizar sus propios comedores desde los ayuntamientos, una situación que afecta ya, solo en Jaén, a casi 2.000 escolares de la provincia.

Protestas de madres en Jaén por cierre de los comedores escolares

Pero el momento más tenso se ha vivido a las puertas del Ayuntamiento de Jaén cuando ha tenido que soportar que madres y trabajadoras de una empresa que provee a comedores infantiles y que ha sido cesada en su actividad. Estas mujeres le han recriminado en su misma cara a Imbroda que sus política está por encima de sus hijos,  que se las "discrimine por  tener que elegir entre acudir a sus puestos de trabajo o dar de comer a los niños". Cuando la protesta subía de tono una madre le ha espetado al Consejero: “Hay que priorizar. Las madres tienen que trabajar, los niños tienen que comer y los baches pueden esperar y se ha acaba”. Ante eso la cara de Imbroda era un poema aflojándose y apretándose la corbata continuamente. Callado, con mala cara, sin respuesta y solo musitando “Sí, sí, síiiií, sí.

Al final cuando la protesta se incrementaba y las mujeres le recordaban que “ese era el único dinero que entraba en su casa” o que “los niños no son piedras que se tiran al río”, Imbroda, silente y si capacidad de respuesta optó por irse. Solo alcanzó a decir: “Sí, sí, que te he escuchado”. Y así, compungido y censurado públicamente, Imbroda se fue por donde había venido.