La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha cumplido una semana desde que tomara posesión de su cargo de forma oficial. Después de nombrar a sus consejeros, alguna tirantez con Ciudadanos por los nombres puestos sobre la mesa y dar comienzo a una andadura bilateral, la popular ha querido valorar estos siete días contestando a las preguntas de El Programa del Verano (Telecinco).

Con el argumentario bien estudiado y defendiendo las bondades de Madrid de forma reiterada, tal y como hiciera en la Sesión de Investidura, la dirigente ha realizado un análisis de la situación, ha pedido cautela e incluso se ha molestado por la insistencia de los periodistas en los casos de corrupción que la señalan como presunta colaboradora (Avalmadrid, Púnica y el impago del IBI).

Ha debido modular las formas, rebajar el tono empleado y tirar de fina ironía para salir delante de preguntas complejas. “Yo no quiero saber nada de él”, dijo, tiempo atrás, sobre el tránsfuga Ángel Garrido. Convertido en consejero de Transportes por el equipo de Ignacio Aguado, toca aceptar su nombramiento envenenando: “Pues ahí está… es uno de los trece consejeros y hay que demostrar que los gobiernos de coalición pueden funcionar”.

No sería la única vez que la presidenta debería tirar de mano izquierda. Los nombramientos de sus homólogos naranjas ante la prensa sin previo aviso ni gesto alguno de colaboración recíproca, Ciudadanos haciendo vídeos promocionales de su equipo (excluyendo al PP), Vox avisando de que no cederá en algunas de las medidas contrarias a su ideario, la omisión de la expresión “violencia de género” de sus discursos y un pasado que la persigue y equipara con sus predecesoras.

“Yo lamento que se saque a colación el modo en que mi familia tuvo que afrontar sus problemas económicos. Sacar esto tanto tiempo después para hacerme daño es innecesario, no tuve relación laboral con mis padres ni ellos han tenido vinculación con la política. Nunca he aprovechado mi cercanía con las instituciones para que mi familia viviera mejor”, arranca Ayuso, preguntada por el presunto alzamiento de bienes cometido tras aceptar un piso de sus padres imposibilitando que el ente semipúblico ejerciera sus funciones de acreedor.

Una tónica argumental que ha repetido a lo largo de toda la entrevista, pidiendo respeto para sus padres, criticando la actitud cainita de sus adversarios y excusándose en que ella no debe dar explicaciones de lo que sucedió tiempo atrás: “Espero que se me juzgue por mi gestión y el patrimonio que tenga cuando deje la política, que será, como ahora, muy escaso”, ha ratificado. “Si se empieza a investigar el patrimonio de cada uno de los dirigentes desde hace 20 años, incluyendo a primos, padres y hermanos, no sé dónde vamos a llegar”, sentencia.

Una semana de Ayuso y, por el momento, todo sigue igual.