Vox lanzó el órdago la semana pasada: o el PP rechaza el plan de distribución de menores migrantes o ruptura. Los ultraderechistas están decididos a llevar hasta último término su amenaza. Bien entrada la noche del miércoles, cuando trascendían las primeras decisiones de la Conferencia Sectorial de Tenerife, difundieron una nota de prensa para informar de que dan por rotos los acuerdos con los populares y, de paso, convocar una reunión extraordinaria del Comité Ejecutivo Nacional para delimitar los “próximos pasos”. Se avecina una crisis política para la que los barones territoriales del Partido Popular, según avanza el diario El Mundo, ya tienen diseñado un plan de contingencia en el supuesto de que sus socios en cinco autonomías consumaran el ultimátum y pegaran la espantada “por miedo a Alvise”.

Así las cosas, después de que los conservadores se aviniesen a aceptar el reparto obligatorio de menores inmigrantes, tal y como avanzó Alberto Núñez Feijóo, Vox no tardó en mover ficha. A eso de las 22:30 horas de la noche del miércoles, los ultraderechistas daban por garantizada la ruptura con el PP en las cinco autonomías donde cogobiernan: Castilla y León, Comunidad Valenciana, Murcia, Aragón y Extremadura. La estabilidad institucional de las cinco estaba en el aire desde mediados de la semana pasada, cuando Santiago Abascal anunció a bombo y platillo sus planes en caso de que al Partido Popular le diese la tentación de ceder a las pretensiones de Pedro Sánchez. Confirmada la huida hacia adelante, la cúpula ultraderechista se reunirá este jueves a partir de las 18.30 con carácter de “urgencia” para estudiar los próximos movimientos.

Algunos de los barones conservadores, según desliza El Mundo, daban por hecho el divorcio territorial, aunque hay quienes confiaban en que fuese una estrategia testosterónica de Vox que acabase cayendo por su propio peso y muriendo con el paso de los días. No fue así y la amenaza se hizo realidad, a expensas de la decisión final que surja del Comité Ejecutivo Nacional de este jueves. Lo cierto es que todas las comunidades, a excepción de Cataluña, dieron su visto bueno a la acogida de más menores migrantes en sus territorios para desoxigenar los centros en Canarias. Un compromiso en firme desde 2022 y como había ocurrido siempre desde aquel año.

Tenerife fue la tumba de la coalición de extrema derecha, aunque la preocupación en el Partido Popular es mínima. Al menos eso se desprende de la información de El Mundo, pues algunos barones territoriales ya habían diseñado un plan de contingencia al recibir el feedback negativo de la cúpula de Vox antes de consolidar el divorcio. La casuística es diferente entre los cincos territorios. Castilla y León y Aragón, por ejemplo, cuentan con una alternativa que contempla desde un baile de nombres en las consejerías ultras a la liquidación de aquellas que sean “cuota” expresa de Vox. En Extremadura, pese a todo, nadie de la fuerza ultraderechista telefoneó ni a María Guardiola ni ninguno de sus subalternos; mientras que en la Comunidad Valenciana ninguno de las dos partes estaba dispuesta a disolver su sociedad, aunque entre los dirigentes populares daban por hecho que los vicepresidentes de la extrema derecha cumplirían con el mandato de su dirección porque “son soldados rasos”.

El Plan B

Tanto Alfonso Fernández Mañueco como Jorge Azcón ya manejan un colchón que amortigüe el golpe que supone la salida de Vox. Hay quien considera que el movimiento ultraderechista es una buena noticia para los populares, en parte por las proyecciones electorales en el medio-largo plazo. En Castilla y León, por ejemplo, calculan que “varios” activos de renombre de Vox ponderarán su permanencia en el Gobierno. Manejan en sus previsiones que un par de consejeros desoigan la orden de Bambú, mientras recuerdan que queda año y medio de legislatura y “se retratarían en las Cortes votando con el PSOE”. De hecho, sólo el vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, respaldó el comunicado emitido desde Madrid y puso su cargo a disposición de la cúpula ultraderechista. Por lo tanto, los populares le dan por dimitido.

En Aragón el sentimiento es similar. Siempre según la información de El Mundo, en el PP aragonés entienden que la maniobra ultra en su territorio sería una suerte de “inmolación” que se explica por el miedo que siembra Alvise entre las filas de Vox. El que fuera asesor de Toni Cantó, que comanda la agrupación de electores Se Acabó La Fiesta (SALF), maneja un discurso extremadamente duro contra la inmigración que merma las opciones del partido de Abascal: “Se tira al monte porque sabe que el cabreo no va a cesar y anteponen los intereses del partido a la institucionalidad y la estabilidad de una autonomía”.

Murcia y Extremadura

En la Región no se han registrado aún intercambios directos entre ambas formaciones acerca de la ruptura. El Gobierno de Fernando López Miras, sin embargo, escenificó su negativa a acoger ningún menor migrante más que los que aún estaban pendientes por destinar. Además, apelará a la solidaridad del resto de territorios para ayudar a Canarias y desoxigenar su sistema de acogida, que vive en un permanente estado de estrés. En Vox destacaron la intención del barón murciano, pero creen que no se entendería el mensaje si se mantienen en unos gobiernos y en otros no, máxime cuando la postura popular es uniforme.

Extremadura, por su parte, vive con cierta tranquilidad. Desde la Junta explican que en el acuerdo suscrito con Vox no hay especificado nada relativo a la inmigración y destacan su compromiso con el pacto. Por ello, entienden que sus socios tienen difícil explicar la ruptura en este territorio, pero también saben que tienen muy complicado corregir el rumbo iniciado este miércoles. Así, en caso de que los ultraderechistas extremeños den el salto de fe, María Guardiola cambie de consejero de Medio Rural y Gestión de Incendios y continuar con la hoja de ruta preestablecida.

En cualquier caso, Vox dejará de gobernar al 24% de la población española en el caso de que no dé marcha atrás, lo que supone cierto alivio entre los conservadores. A pesar de la inestabilidad que imprima la ruptura en el corto plazo, los populares subrayan que, a partir de ahora, se ahorrarán “los numeritos”. En este sentido, también extrapolan esto al plano nacional, reivindicando la figura de un Feijóo que no renuncia “a sus convicciones por las amenazas de nadie”. Además, remarcan su “inquebrantable apuesta por la solidaridad entre personas y territorios”.