Este martes, el Tribunal Supremo ha avalado que los restos de Franco salgan de Cuelgamuros y rechaza, así, el recurso interpuesto por la familia del dictador, por lo que será inhumado en El Pardo. Los seis magistrados del Contencioso-Administrativo dan luz verde a una de las medidas estrella de Pedro Sánchez a poco más de un mes para las elecciones.

Este asunto de la exhumación de los restos de Franco ha provocado que El Ojo izquierdo – José María Izquierdo – reflexionara en la Cadena SER sobre dónde descansan los dictadores del siglo XX.

Haciendo un repaso a lo largo de la turbulenta historia de la pasada centuria, se observa que ningún tirano está enterrado en grandiosos monumentos, salvo Fulgencio Batista, Marcos Pérez Jiménez y Rafael Trujillo, que descansan en Madrid tras ser acogidos por Franco cuando cayeron sus dictaduras en sus respectivos países. De hecho, este último, el dictador de República Dominicana reposa en El Pardo, donde probablemente también acaben los restos de Franco.

En el caso de Europa, Adolf Hitler no tiene un emplazamiento monumental en el que descansar para la eternidad. De hecho, nadie sabe donde reposan los restos del dictador nazi, aunque sí trascendió en 2013 la retirada de la tumba de sus padres al suroeste de Austria. El motivo, el enclave se convirtió en un lugar de peregrinación ultraderechista.

Uno de los socios de Hitler durante la II Guerra Mundial, Benito Mussolini, tampoco cuenta con un panteón especial. De hecho, el Duce está sepultado bajo una tumba anónima en su pueblo natal, Predappio. Tampoco Oliveria Salazar o Américo Tomas, quienes están enterrados en dos pueblos pequeños portugueses.

Augusto Pinochet, tras fallecer por causas naturales en 2006, fue enterrado sin honores de Estado en un funeral multitudinario al que acudió una buena parte del Ejército chileno y la ministra de Defensa de Bachelet. Sin embargo, el dictador fue incinerado y sus restos se entregaron a la familia.

En el caso de Jorge Videla, por ejemplo, sus restos reposan en el interior de una tumba con nombre falso en el cementerio privado de la periferia de Buenos Aires. La familia quiso enterrarlo en el panteón en Mercedes, su ciudad natal, pero la ciudadanía con sus protestas venció al interés de la familia que acabaría desistiendo.

En el caso del bloque oriental, en la Unión Soviética, los restos de Iósif Stalin reposaban en el Mausoleo de Lenin tras su fallecimiento en 1953. Años más tarde, tras la desestalinización, el cuerpo del dictador comunista se exhumó para ser enterrado en la Muralla del Kremlin.

Sin traspasar el telón de acero, Nicolae Ceaucescu, cruento dictador soviético de Rumanía, descansa en el cementerio civil de Ghencea (Bucarest) junto a los de mujer. No obstante, existían ciertas dudas sobre el cuerpo del interior de la tumba, aunque en 2010, tras unas pruebas de ADN, se confirmó que los restos respondían a los del tirano.

Dirigiéndonos más al este, el dictador de la República Popular de China hasta el año 1973, está enterrado en el Mausoleo del Presidente Mao Tse-Tung. Se trata de un céntrico edifico en el corazón de la Plaza de Tian’anmen. De hecho, los restos del líder comunista se encuentran en una exposición perenne.