La relación de Vox con la prensa nunca ha sido halagüeña. Muy dados a cribar quién tiene la oportunidad de recibir sus notificaciones y quién, por el contrario, es vetado sistemáticamente, la extrema derecha española controla su comunicación bajo dos premisas fundamentales: no cuentan con el apoyo mediático de los grandes partidos y, por ende, tanto el periodismo progre como el aparato del Estado tratan de reducir su impacto malversando sus informaciones.

Iván Espinosa de los Monteros, hombre fuerte de Santiago Abascal y portavoz de la formación en el Congreso de los Diputados, no cesa en su ímpetu por denunciar a través de redes sociales y en sus apariciones públicas a la prensa española. Este lunes, a través de un hilo en Twitter, el dirigente ha incidido en su crítica: “Veo a ciertos medios y plumillas muy preocupados con Vox publicando artículos de opinión diariamente sobre nuestro declive, sobre nuestro poco halagüeño futuro, y transmitiendo el mensaje pepero a pies juntillas. Si están tan seguros, ¿a qué viene tanta obsesión con Vox?

Pero esta vez el foco de los infundios de Espinosa de los Monteros es el Partido Popular, al que acusa de “regalar todas las televisiones a la izquierda y renunciar a la batalla cultural”. “Ahora centran sus esfuerzos en intentar presionarnos a través de ‘periodistas’ que saben tomar bien el dictado”, sentencia.

Directo y sin medias tintas, haciendo gala del habitual estilo combativo que el portavoz profesa en cada una de sus intervenciones, Espinosa continúa con su advertencia: “Si no nos afectan los ataques de periodistas y medios de izquierdas, menos nos van a afectar los ataques del supuesto lado contrario”.

Incidiendo en la idea de conseguir ganar la batalla cultural, o el relato, tan en boca de todos, el dirigente ultra afirma que hay que dirigir los esfuerzos contra “la izquierda y el nacionalismo”. Terrenos en los que, a su juicio y pese a los malos augurios para su formación de las encuestas, lidera Vox.

A diestro y siniestro, los de Abascal prosiguen con sus fantasmas generando el ruido suficiente para infoxicar a sus seguidores. Una relación bidireccional la establecida por la extrema derecha que, pese a reconocer en público que el aperturismo a la prensa era necesario, tratan de hacer llegar a sus correligionarios la idea de estar desprotegidos frente a la maquinaria de los poderes fácticos.