El Gobierno lleva tiempo preparando la hoja de ruta que debería acabar con la aprobación – por fin – de los primeros Presupuestos Generales del Estado (PGE) de la legislatura. Una tarea de lo más compleja, habida cuenta la endiablada confección del Parlamento y el momento de fragilidad por el que pasa Junts en Cataluña con la irrupción de la Alliança Catalana de Silvia Orriols. Los neoconvergentes han subido el precio de sus siete escaños, aunque por el momento sólo han tumbado en el Congreso dos proyectos de Sumar – reducción de jornada y Agencia Anticorrupción -. Los socialistas ponen toda la carne en el asador de Waterloo, sabedores de que sin el OK de Carles Puigdemont se complican las cuentas públicas y, por ende, la legislatura. Por ello, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, que ha tomado el relevo de Santos Cerdán como embajador en las relaciones con los juntaires, se citará con su máximo responsable este mismo jueves.

La tensión con Junts se ha hecho visible en el Congreso, donde su portavoz, Miriam Nogueras, lanzó un aviso a Sánchez: “No queremos palabras, queremos hechos”. Con esta advertencia puso sobre la mesa la fragilidad de la legislatura, que en gran parte se sostiene en el apoyo de Junts. La reunión de Zapatero con Puigdemont se produce apenas tres semanas después del encuentro en Bruselas entre el president de la Generalitat, Salvador Illa, y el propio líder independentista, y llega en vísperas de un debate clave en el Congreso sobre el traspaso de competencias en materia de inmigración a Cataluña.

Los temas calientes de la negociación

Sobre la mesa no solo estará la cuestión migratoria. La aplicación de la ley de amnistía a Puigdemont, la oficialidad del catalán en las instituciones europeas o el techo de gasto figuran también entre los asuntos prioritarios que previsiblemente marcarán el encuentro. Cada uno de estos puntos condiciona la relación entre el Gobierno y Junts y se convierte en moneda de cambio para garantizar el apoyo parlamentario a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2026.

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, confirmó indirectamente la reunión en una entrevista en Onda Cero, recogida por Europa Press. Aunque evitó dar detalles, enmarcó la cita en las negociaciones abiertas para aprobar las cuentas públicas. “Entiendo que ese es el sentido de esa reunión. Nuestra voluntad es presentar un anteproyecto más social y necesitamos recabar apoyos de los distintos grupos”, señaló.

Los Presupuestos de 2026 son una de las principales pruebas de fuego para el Ejecutivo. Sin ellos, el margen de maniobra de Sánchez se reduciría al mínimo, y cualquier tropiezo en las negociaciones con Junts puede poner en riesgo no solo las cuentas públicas, sino la propia legislatura. Torres reconoció que negociar con el partido de Puigdemont no es tarea sencilla. Puso como ejemplo la reciente reforma del artículo 35, que inicialmente intentó pactar con el PP, pero que acabó cerrándose gracias al respaldo de Junts. “No fue fácil, pero logramos ese apoyo”, explicó.

Preguntado por si resulta apropiado que un expresidente se reúna con un líder que sigue huido de la justicia española, Torres defendió la pluralidad de vías de diálogo. “Las negociaciones se pueden llevar a cabo de distintas maneras”, respondió, restando importancia al formato y subrayando la necesidad de mantener abierto el canal de interlocución.

Un equilibrio delicado

La estrategia de Sánchez pasa por mantener vivas todas las alianzas tejidas desde su investidura. Junts es un socio incómodo, pero imprescindible. Su exigencia de hechos concretos y no simples compromisos verbales obliga al Gobierno a moverse con cautela. El papel de Zapatero, que cuenta con la confianza de Puigdemont y con ascendencia en el PSOE, puede servir de puente en un momento en el que las relaciones atraviesan un punto crítico.

Lo relevante ahora, como apuntó Torres, es comprobar si los Presupuestos “finalmente caminan”. El Ejecutivo tiene la voluntad de presentarlos en el Congreso incluso sin tener asegurada la mayoría necesaria, convencido de que la negociación política continuará hasta el último minuto.

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