La decisión unilateral de Santiago Abascal de abandonar los gobiernos autonómicos que comparte con el Partido Popular -aunque no los ayuntamientos- ha provocado un terremoto interno en Vox, donde muchos miembros han perdido sus puestos y sueldos públicos. Vicente Montañez, exconcejal de Vox en Valencia, firma en ElPlural un artículo de opinión sobre la situación, que se ha convertido en uno de los temas más leídos de ElPlural.

En el día en que la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá hubiera cumplido años, es inevitable recordar cómo fueron sus últimos días: sumida en la profunda soledad del abandono de aquellos por los que lo había dado todo y que no dudaron en ofrecerle la espalda como muestra de su nulo agradecimiento, poniendo de manifiesto la traición heredada genéticamente en aquellos criados bajo las alas del charrán. Las mismas alas que un día dieron cobijo a la que hasta hace unos días fuera Consellera Valenciana de Justicia e Interior, Elisa Núñez, que fue asesora política de la Consellería de Inmigración y Ciudadanía, dirigida en aquel entonces por el condenado Conceller Rafael Blasco, del que probablemente aprendió esa extraña habilidad que tienen algunos políticos para ir pasando de un partido a otro sin importar para nada las ideas que defiendan.

Y es que ha sido el día del cumpleaños de Rita el elegido por Elisa para enviar la carta de deserción de las filas verdes al de Amurrio, trufando el texto de innumerables perlitas con la intención de que su brillo eclipse la evidente doble traición de la misiva. Y digo doble, porque la primera traición es hacia su tío, habitual en los foros de la alta sociedad y reconocido entre la jet set valenciana bajo el apodo de "el páter", que al parecer, además de oficiar la boda de Tamara Falcó e Iñigo Onieva, mantuvo innumerables reuniones no solamente con el presidente provincial Ignacio Gil Lázaro, sino también con el líder nacional de Vox, con la intención de que fuera su sobrina la que accediera por obra y gracia del santo dedo verde a la consejería prometida a José María Llanos, caído en desgracia por unas declaraciones negando la existencia de la violencia machista.

Y es que, después de que se hubiera colado un condenado por maltrato y que el anterior líder provincial hubiera hecho negacionismo de la violencia de género, al incoherente emperador de la testosterona de Amurrio le debió de parecer muy adecuada la figura de una pepera como ella, docente de la universidad Católica de Valencia, abogada del turno de oficio y responsable del programa de integración de personas inmigrantes y extranjeras en la VII legislatura de la Generalitat Valenciana.

La segunda traición fue hacia todos aquellos miembros de Vox, que pese a no haberla visto por el partido nunca, han leído cómo aquella desconocida alardeaba de su "prestigio social" e "independencia profesional y política" mientras mucha gente cualificada y de la de trabajar duro durante años, se había quedado en la cuneta con más preparación que ella. El tono despectivo de alguien que carece de cualquier aprecio al partido que le dio la oportunidad de seguir viviendo de la política solo califica lo desacertado de su elección y la absoluta falta de apego a cualquier cosa que no sea el sillón y el coche oficial.

Para los damnificados de verde, solo la certeza de que su carta, como otras miles de ellas enviadas a lo largo de estos años de teocracia del cesar de Amurrio, quedará archivada en el baúl de los recuerdos de aquel que, llevando también el código genético de la traición azul, mercadeó con las voluntades de aquellos afiliados a los que pedía su esfuerzo y su dinero, para olvidarlos en pro de los designios de los caprichos del clero afamado y sabe Dios si de algún siervo de Cristo Rey. Y es que cuando alguien como Santiago Abascal hace de la traición a sus propios compañeros de filas el denominador común de las decisiones tomadas y de la mentira y el menosprecio el valor dominante en su estrategia organizativa, la traición a los socios de gobierno, a sus propios consejeros y a todos aquellos que en un momento dado no encajen con sus intereses emanados de sus miedos y no de una estrategia política, está totalmente asegurada.

No es que el resto del mundo menos tus adeptos, como dijiste en el medio de ese cacique televisivo que domina tus decisiones y las del partido en función de sus morosos intereses "se piensen que sois unos mierdas sin principios, que estáis ahí para trincar y solo para tener el poder por el poder", es que la gente observa lo que hacéis, y tú, con tus actos te has definido. Y sí, son muchos, demasiados, cada vez más los que lo piensan y yo, también.