En el 41º Congreso Federal del PSOE, celebrado este fin de semana en Sevilla, no ha faltado nadie. Los cerca de 300 periodistas acreditados han compartido espacio con delegados, afiliados, militantes y hombres fuertes del partido. No obstante, al entorno esperado se ha sumado, también, Hazte Oír, quien desde primera hora de la mañana de este sábado ha paseado sus autobuses vinilados en contra del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. 

A esto han añadido enormes pancartas, megáfonos en mano, histriónicas caretas con la cara del líder del Ejecutivo e, incluso, reparto de merchandising. En el pack que ran repartido a todo aquel que no cambiase de acera al verles, había pines, pegatinas y hasta un pequeño paquete de chorizo envasado -en un intento más o menos original de criticar a los dirigentes socialistas por las causas de corrupción que les persiguen en los tribunales-. 

De hecho, en esta campaña de acoso y derribo, Hazte Oír ha jugado y sigue teniendo un papel fundamental. No hay que olvidar que ejerce la acusación popular en todas las causas posibles, con especial relevancia en instrucciones como, por ejemplo, la impartida por el juez Juan Carlos Peinado contra Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno, por la comisión de los presuntos delitos de tráfico de influencias, corrupción en los negocios y apropiación indebida. 

De esta forma, esta asociación, de tinte ultracatólico y hermanada con Vox, ha vuelto a hacer acto de presencia en un fin de semana de cierre de filas y unidad del socialismo. La última vez que se les pudo ver en un momento tenso para el socialismo fue a las puertas de la Asamblea de Madrid, cuando la propia Begoña Gómez compareció en la comisión de investigación organizada por el PP de Ayuso

Lucha contra el lawfare

La presencia de Hazte Oír no hace más que reforzar uno de los objetivos del PSOE en este Congreso Federal: la lucha decidida y sin caretas contra el lawfare. Un término que en el socialismo cuesta usar, que no acaba de gustar, pero que ya se pone sobre la mesa para tratar de contener una deriva autoritaria y de juego sucio que tiene en algunos reductos de la judicatura una de sus cartas más importantes. 

Para ejemplificar esta visión, de hecho, basta entender que la comparecencia de Juan Lobato ante el Tribunal Supremo ha marcado el inicio de un Congreso que había sido preparado con mimo, señalan fuentes del partido. Una comparecencia en calidad de testigo que, como se encargó de recordar la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, alimenta el ruido y aleja las miradas de lo verdaderamente importante: el fraude fiscal que lo desencadenó todo, el de la pareja sentimental de Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador.