Con motivo de la entrega de los Premios Princesa de Asturias en el Teatro Campoamor de Oviedo, el rey Felipe VI ha reconocido a los galardonados y ha puesto de relieve la "educación en valores" como garantía de la democracia y para "vivir mejor con más plenitud y conciencia del ser". "Es un enorme privilegio hablar desde esta tribuna, lo llevo haciendo 44 años. Los últimos siete junto a la princesa Leonor, que ha ido asumiendo la tarea y dando pruebas de madurez y sensibilidad con un papel más activo en la vida pública. Me corresponde ir cediendo este espacio como heredera de la corona", ha comenzado.

"Lo digo con emoción de padre y de rey y con la intención de mantenerme vinculado a los premios, a la fundación y a Asturias, tierra querida de la que no puedo concebir estar lejos. Es tanto el afecto y tantos los recuerdos que veo difícil corresponder justamente, pero ya saben en la fundación que, presente o no, estaré siempre comprometido con sus objetivos, valores y futuro", ha sostenido en reconocimiento a la Fundación Princesa de Asturias. Tras ello, Felipe VI ha virado su discurso hacia los premiados, sobre los que ha ensalzado su labor y empeño por construir sociedades prósperas. "Hablar de los premiados es algo necesario, un deber cívico porque les entregamos un símbolo con el que nos unimos para agradecerles su contribución a la humanidad y aprender de ellos, una sociedad debe reconocer la excelencia y reconocer el mérito, no como un fin en sí mismo, sino por lo que tienen de ejemplo, de luz en el camino que cada uno debemos recorrer", ha sostenido. "Hay un camino en el pensamiento lúcido complejo y de denuncia de Byung-Chul Han, en el análisis demográfico de las migraciones de Douglas Massey, en los trabajos de la genetista Mary-Claire King, en la ironía elegante de Eduardo Mendoza, en la garra y el espíritu competitivo de Serena Williams, en la verdad de los paisajes y retratos de Graciela Iturbide, en la dedicación de Mario Draghi, en el consenso europeo y labor divulgativa y investigativa del Museo Nacional de Antropología de México", ha agregado, dando voz a los ocho premiados.

En línea con todo ello, el rey ha pasado a reflexionar sobre la sociedad cambiante y sus "dos extremos inquietantes". "Vivimos en un mundo que se debate demasiado a menudo entre dos extremos inquietantes. Por un lado, un individualismo radical que puede llevar a la indiferencia y a la soledad, parece paradójico que sociedades conectadas estén tan llenas de personas que se sienten solas. Por otro lado, hay una pulsión globalizadora que todo lo homogeniza, que degrada la diversidad y lo hace en favor de comportamientos gregarios sujetos a los dictados persistentes de una red, de una pantalla, sobre ese debate sobrevuelan los valores y la educación", ha defendido, para pasar a destacar la importancia de la educación, como pilar base de la democracia. "Educar en valores no consiste en negar la realidad ni huir de los cambios tecnológicos que son parte de nuestra vida y que pueden ser un aporte extraordinario. Consiste en encontrar el camino intermediario entre el respeto por lo colectivo y el valor del individuo. Educar en valores es potenciar la vida en sociedad sin abandonar el complejo universo moral que hay en nosotros y que se perfecciona en la convivencia, vivir mejor con más plenitud y conciencia del ser", ha señalado.

"La convivencia democrática tiene su pilar en la educación, mientras seamos capaces de inculcar los principios y valores por los que hemos luchado, les estaremos dando las herramientas para construir su futuro. Esa dimensión didáctica está presente en estos premios, homenajes a personas excepcionales, un camino profundo que merece ser reconocido para aprender cómo se traza y se recorre un buen camino. Recibamos su ejemplo con una palabra de ánimo que nos alumbra en la andadura con la experiencia de los mejores, que nos inspira para ayudar a la sociedad", ha concluido.

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