El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, ha lanzado un mensaje directo a Junts ante la reunión de su ejecutiva prevista para este lunes: “Deben elegir entre la España del nodo o la España moderna”. Con esta advertencia, el dirigente socialista ha instado al partido de Carles Puigdemont a decidir si quiere contribuir al progreso del país o frenar el avance impulsado por el Gobierno de Pedro Sánchez.

En una entrevista concedida a La Vanguardia y recogida por Europa Press, López ha defendido que “España avanza en derechos y económicamente” y que “no tiene sentido interrumpir ese avance”. En su opinión, el país vive un momento de transformación que debe consolidarse con estabilidad política.

El ministro también ha elogiado la figura de Pedro Sánchez, al que ha definido como “el gran modernizador de la economía española” y “la prueba del éxito de la socialdemocracia”. López ha recalcado que el Ejecutivo ha impulsado un modelo económico “que combina crecimiento, empleo y derechos”, frente a lo que considera la “estrategia del fango” de la oposición.

Preguntado por la posibilidad de que el Ejecutivo siga adelante sin presupuestos, López ha afirmado que “no solo puede, debe”. Ha destacado que España “crece económicamente, crea empleo y reduce déficit y deuda”, por lo que considera que “no hay motivo para interrumpir esta senda”.

Sobre los casos de corrupción que han salpicado al PSOE, ha asegurado que el partido ha actuado “con contundencia y rapidez”, y ha marcado distancias con el PP: “No somos lo mismo”, ha zanjado.

Seducción a Junts

Entre tanto, en Génova 13 se vive con aparente serenidad el nuevo movimiento de Carles Puigdemont, pese a que hace solo unos años su nombre era sinónimo de confrontación. En el Partido Popular asumen que los siete diputados de Junts son decisivos para el futuro de la legislatura, y que tender puentes con el independentismo catalán podría abrirles una inesperada vía de oportunidad política. Tanto en el PP como en el PSOE son conscientes de que los próximos dos años estarán marcados por una aritmética parlamentaria endiablada.

En este contexto, el pacto cerrado el pasado viernes entre Pedro Sánchez y el canciller alemán Friedrich Merz para impulsar la oficialidad del catalán, gallego y euskera en las instituciones europeas ha sido interpretado como un gesto de acercamiento a Junts y al resto de nacionalistas periféricos. Un “paso importante”, según Moncloa, para consolidar una reivindicación histórica, aunque en Waterloo el gesto no parece suficiente para apagar la tensión creciente ni los cantos de sirena que llegan desde el bloque conservador.

En el PP predomina la prudencia. Aunque públicamente mantienen un tono crítico, algunos sectores no descartan explorar una entente con Puigdemont si eso facilita un adelanto electoral o una eventual moción de censura contra Sánchez. No obstante, el debate interno es intenso: la herida abierta con el PNV sigue sin cerrar y cualquier intento de diálogo con Junts podría provocar un terremoto en el partido. Aun así, en Génova reconocen que los juntaires son “la última esperanza” para poner fin a la tercera legislatura socialista.

Desde la dirección nacional, los mensajes se lanzan envueltos en apelaciones a la “responsabilidad”. El vicesecretario de Economía del PP, Juan Bravo, lo dejó claro este sábado en RNE: calificó de “sorprendente” que formaciones como Sumar, Podemos, PNV, ERC o Junts sigan apoyando a Sánchez “con toda la corrupción que rodea al PSOE”, en alusión al caso Koldo. “No son opiniones, son hechos”, subrayó.

Bravo también dirigió un mensaje directo a Puigdemont y los suyos: “Dejen de apoyar al PSOE”. Según el dirigente popular, solo así podrían “devolver la voz a los españoles que quieren un cambio”, mediante unas nuevas elecciones generales.

Aunque evita pronunciarse sobre una posible apertura de Junts a una moción de censura, Bravo reconoce que existen “tantos intereses cruzados” que es “difícil saberlo”. En cualquier caso, recuerda que los independentistas han respaldado en varias ocasiones iniciativas económicas del PP, igual que lo han hecho puntualmente el PNV o ERC. Pese a todo, en Génova no se fían. En privado admiten que Junts ha jugado otras veces al papel de víctima mientras negociaba en secreto con el PSOE. “Si de verdad quieren romper, que llamen”, repiten en el PP. La puerta, dicen, “está abierta”, aunque nadie se atreve a asegurar si el camino conducirá finalmente a Waterloo.

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