La jueza Coro Cillán

 

 


María del Coro Cillán y García de Iturrospe, a quien esta misma mañana el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, jaleaba como la juez que puede acabar con la carrera de Rubalcaba, la misma que a los Tedax les preguntó por el Betadine, cuando quería decir Titadine, se presentó como número 2 de los candidatos en las listas de Unión Foral del País Vasco por Guipúzcoa para las elecciones de 1979.

Los 7 magnificos
Para quienes necesiten refrescar la memoria, la Unión Foral del País Vasco era la coalición que formaron para aquellas elecciones Coalición Democrática, el partido que lideraban los más conocidos de los ministros de Franco, los llamados 7 magníficos – con Fraga, Silva y Fernández de la Mora a la cabeza-; la derecha más conservadora vasca, con el industrial Luis Olarra al frente, el mismo al que siempre se atribuyó la financiación del Batallón vasco-español, un grupo llamado Demócratas Independientes Vascos, de filiación demócrata cristiana y algunos sectores tradicionalista de raíces carlistas.

Pinche aquí para ver las listas electorales que publicó el diario ABC. María del Coro Cillán aparece en la Unión Foral del País Vasco (columna de la derecha)

Consiguió 3.419 votos
Maria del Coro Cillán, que entonces tenía 29 años, aparecía en las listas por Guipúzcoa como número 2 para el Congreso. Por delante de ella en las listas figuraba Manuel Escudero Rueda, empresario, procurador por el tercio familiar en las Cortes franquistas. La Unión Foral, en el que habían pretendido agrupar a todas las fuerzas de derecha no nacionalista, obtuvo unos resultados que no pueden sino calificarse en el mejor de los casos de modestos: O diputados, O senadores, en total en todo el País Vasco, menos de 34.000 votos. En concreto, en la circunscripción por la que se presentaba la señora Cillán, entonces aún no juez, porque como se sabe a los jueces les está vetado participar en la vida política mientras estén en activo, el resultado fue el más negativo: 3.419 votos, es decir, apenas un 1% de los votos.

Ahí concluyó la vida política de quien los amigos llaman Coro. Su vida judicial, antes de saltar ahora a la luz en su intento de reabrir el caso del 11M, también había tenido algunas sombras. En general por su premiosidad a la hora de redactar sentencias.

Nueve meses para dictar una sentencia
El Consejo General del Poder Judicial ha expedientado en 3 ocasiones a Coro Cillán. Una, especialmente grave, en 2002. Ese año el Consejo General del Poder Judicial la sancionó, mientras ocupaba plaza en la Sección Primera de la Audiencia de Guipúzcoa, con dos años de suspensión por retrasos injustificados en la tramitación de asuntos judiciales. En mayo de 2001 se había convertido en protagonista en los medios de comunicación, que destacaban que había tardado hasta 9 meses en dictar una sentencia. La juez recurrió la sanción, que se revocó finalmente en 2007 por el Tribunal Supremo, cuando ya había sido cumplida, pero no por su contenido, sino por haberle sido impuesta fuera de plazo.

Pero aún volvió a ser sancionada, en 2003, cuando aún cumplía el castigo anterior. En esta ocasión el CGPJ acordó volver a suspenderle de sus funciones, ahora por un año más, por las

mismas razones. De nuevo, la juez recurrió. Y en 2006, el Tribunal Supremo entendió que aunque sí se había producido una disfunción notable en el desempeño de su trabajo, ésta no era de la máxima gravedad y cambiaba la nueva suspensión por una multa de 1.800 euros.

El historial de la juez tenía antes de estas dos condenas un precedente. En septiembre de 1999 la juez Cillán ya había sido multada por.., cómo no, el excesivo retraso en dictar sentencias.