El líder de ERC, Oriol Junqueras, anunciaba el pasado miércoles que abandonará la presidencia de ERC, al menos de manera momentánea. El político catalán dará un paso al lado después de 9 de junio, fecha de las elecciones europeas, y convoca un congreso para el próximo 30 de noviembre, sin aclarar si volver a postularse entonces.
"Hace falta un proceso de escucha y reconstrucción del relato"
Sin embargo, este jueves ha dado por hecho que se presentará a la reelección como presidente del partido y ha afirmado que quiere comenzar un proceso de escucha. Junqueras ha ofrecido una rueda de prensa en la que ha manifestado la necesidad de "salir a la calle" y hablar "de tú a tú" con la ciudadanía y la militancia. Decepcionado, el responsable catalán ha puesto en valos la gestión de su partido en Cataluña, pero ha evidenciado que "una parte del electorado no le da esta valoración", por lo que "hace falta un proceso de escucha y de reconstrucción del relato".
"Creo que la mejor manera de ayudar Catalunya y los catalanes es a través de ERC, querría tener el máximo apoyo pero hemos constado que en las últimas elecciones hay una falta de sintonía entre lo que nosotros creemos que es bueno y la valoración que hace la ciudadanía", ha acentuado, recordando su paso por prisión y la amnistía.
No ha sido la única novedad de las últimas horas en las filas independentistas. La secretaria general del partido, Marta Rovira, sí ha sido más específica y ha anunciado vía X, antiguo Twitter, que no se presentará a la reelección como secretaria general porque no quieren “reproducir ni los liderazgos mesiánicos ni las élites políticas”. En el mensaje, publicado en la red social, ésta también rechaza “hacer uso del populismo emocional”.
El partido ha emitido en un comunicado que Junqueras ha comunicado a la Ejecutiva de la formación que es después de las europeas cuando dejará la presidencia de ERC con la intención de abrir “un proceso de reflexión y escucha activa antes de decidir su futuro”. El anuncia oficial del partido se ha producido después de que el propio Junqueras comunicara por carta el martes que quería seguir en el cargo.
A estos dos hechos que sacuden que escenario del partido en concreto y de la política catalana en general se le suma la dimisión del president de la Generalitat, Pere Aragonès. Asimismo, la Ejecutiva de ERC acordaba, después de cuatro horas de reunión, celebrar un congreso nacional el 30 de noviembre “para pensar el futuro del país y del partido”.
Un liderazgo histórico en ERC
Se genera así un punto de inflexión en el seno de la formación republicana, y es que tanto Oriol Junqueras como Marta Rovira lideraban el partido desde 2011. Por aquel entonces cogieron las riendas del partido en una situación también mala para el partido, que había cosechado sus peores resultados después del ejecutivo tripartito.
Y a partir de ahí, los dos continuaron al mando a pesar de acontecimientos que bien se podrían haber cobrado la vida política de cualquiera. Seguramente el más destacable sea el procès, cuyas consecuencias penales derivaron en la entrada en prisión de Junqueras. Mientras tanto, Rovira mantuvo también el cargo desde Suiza, país en el que está desde 2018 y del que todavía no ha vuelto. Una de las caras visibles del tablero catalán se mantiene a la espera de la aprobación de la amnistía.
Fue con ellos dos con los que ERC ha logrado también sus mejores resultados. Tanto es así, que el partido creció hasta máximos históricos y ganó las elecciones generales y municipales de 2019. De hecho, se alzó hasta la presidencia de la Generalitat en 2021, adelantando así a Junts en su particular batalla para capitanear la parte independentista. Sin embargo, desde entonces Esquerra ha ido a la debacle, que ha alcanzado su punto álgido en los últimos comicios, donde ERC perdió 13 diputados.
Dimisión de Aragonès
La primera consecuencia de los comicios del pasado 12M, no obstante, fue la dimisión de Aragonès. Sin filtraciones que apuntaran a una posible salida, el president de la Generalitat anunciaba que se iba por “responsabilidad” tras varios “ciclos electorales negativos” (el último, cabe recordar, convocado por él). Aragonès apuntalaba que el hecho de irse obedecía asimismo a una cuestión de “honestidad” que debería, asumía, caracterizar a la política. A continuación, dictaba sin medias tintas que dejaba la “primera línea”.
Desde este momento prometía que mantendría su compromiso, pero que lo haría desde “otro lugar”. El también coordinador general de Esquerra daba así el pistoletazo de salida a la carrera sucesoria, siendo un engranaje más de la correa de trasmisión para la transición tanto en el plano institucional como orgánico, cuando todavía no se conocían las intenciones de Junqueras, quien se colocaba entonces como favorito para asumir el relevo.